Columnistas // 2021-09-18
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PANORAMA POLITICO
La tormenta y el desencanto
La desmesura de la crisis desatada en la cumbre Gobierno Nacional dejó en un segundo plano el análisis de los resultados desfavorables para el Frente de Todos. Entre renuncias sinceras y forzadas, cartas públicas, audios bochornosos y prolongados silencios, se está a la espera de inminentes decisiones. La oposición, en tanto, aprovecha y calla buscando sacar provecho del conflicto político.


 

En nuestra columna de la semana pasada en, El espíritu de las PASO, habíamos argumentado sobre la importancia política que conlleva una contienda electoral en apariencia inocua y sólo motivada por la necesidad de dar un orden a la lista de candidatas y candidatos con vista a las Generales de noviembre. Estas consecuencias políticas se descargaron con la fuerza de un vendaval al interior de la coalición oficialista ante una derrota inesperada, generando una crisis de importantes proporciones en el gobierno encabezado por Alberto Fernández. Una sola cifra puede reflejar la derrota inapelable que sufrió el FDT en las PASO del último domingo a nivel nacional. El peronismo y sus aliados perdieron, en esta última elección, 4 millones de votos en relación a las primarias del 2019. Su adversario de JxC, por el contrario, consiguió sumar casi 800 mil votos más que en la elección de hace dos años. Tal fue la magnitud de la onda expansiva, que el Frente de Todos sólo pudo retener el triunfo en 6 provincias de los 24 distritos electorales en que se divide el país: Catamarca, Formosa, La Rioja, San Juan, Santiago del Estero, Salta y Tucumán. Por derecha, Juntos por el Cambio, en un triunfo que ni en sus mejores fantasías hubiese imaginado y por el cual sus dirigentes poco hicieron, se quedó con la victoria en 16 distritos.   

Las diferentes lecturas de los principales actores y actoras políticas acerca de las causas de la derrota, así como el modo de enfrentar no sólo las elecciones venideras sino también el bienio restante de mandato oficial se han manifestado en la presentación de renuncias de ministros, ministras, secretarios de estado y encumbrados funcionarios que responden a la conducción de Cristina y Máximo Kirchner, La crisis fue escalando con el correr de las horas para transformarse al final del día miércoles en una situación de incertidumbre y ansiedad colectiva. Lo que debió ser un duro llamado a la reflexión para corregir el rumbo de algunas políticas que permitieran relanzar la gestión, se transformó en pocas horas en una crisis de gobernabilidad de enormes proporciones y con un final aún incierto. Las peleas de palacio y un desfile de vanidades y de actitudes temerarias, casi transforman una construcción política exitosa como lo fue el armado de la fórmula ganadora Fernández-Fernández, en un juego de suma cero que terminó afectando a todos sus protagonistas. Audios descalificadores, declaraciones altisonantes, connatos de rebelión y amenazas de movilización estuvieron a la orden del día.

A estas horas, las deliberaciones tendían hacia una relativa calma que tal vez dé espacio a la necesaria negociación y permitan consolidar tanto un equipo gubernamental como a objetivos claros que reorienten razonablemente la acción pública hacia la resolución de las necesidades de los argentinos y argentinas.

Esta crisis no pasó desapercibida para la oposición triunfante el pasado domingo, quien aprovechó para interpretar libremente el mensaje de las urnas y para regodearse con las disidencias públicas del gobierno. Según Juntos por el Cambio, se votó por el mismo programa que se implantó en los 4 años de Macri. La inefable Lilita Carrió incluso llegó al extremo de mencionar un “autogolpe”. En verdad, la exégesis electoral es campo fértil para las mistificaciones que más le convengan al profeta de turno.

Lo cierto es que la derrota del FDT fue amplia y se hizo sentir especialmente en los distritos más poblados. La más dura de ellas fue sin duda en la Provincia de Buenos Aires, que reúne el 37% del electorado y que históricamente ha sido la carta fuerte del peronismo. Las pérdidas de legisladores en territorio bonaerense, será crítica ya que el oficialismo se alejó de la posibilidad de obtener quorum propio en el Senado y en la Cámara de Diputados. La derrota en tierras bonaerenses del gobernador Axel Kicillof, Máximo Kirchner y la lista encabezada por Victoria Tolosa Paz, impacta también con fuerza al interior de la Cámpora donde referentes de peso perdieron en sus distritos como Mayra Mendoza (Quilmes), Juan Ignacio Ustarroz (Mercedes), Pablo Zurro (Pehuajó). También la alianza perdió en Tigre, territorio de Sergio Massa, cayó en manos de Diego Santilli (PRO) y Facundo Manes (UCR).  

  Eran esperables las derrotas en Córdoba, Mendoza y Santa Fe, aunque fueron más amplias de lo calculado. También fue notable la derrota en Río Negro y Neuquén donde triunfaron fuerzas provinciales. En las provincias mesopotámicas también fue notable la caída. La alianza triunfante, JxC, no mejoró sus porcentajes de manera significativa, sino que se produjo una fuerte caída en el caudal de votantes del FDT (del orden de los 18 puntos).

Otro resultado que nos estaba en los cálculos de nadie, se dieron en Santa Cruz donde gobierna Alicia Kirchner. Juntos en Santa Cruz llegó al 38,6% mientras que el Frente de Todos llegó al 26,45%. Tan sorpresivo como este resultado fue lo que sucedió en Chaco y La Pampa, provincias que también se tiñeron de amarillo.

Las razones que pueden argüirse de semejante resultado tienen sustento, entre otras poderosas razones, en un desencanto con las altas expectativas con las que arrancó el gobierno en 2019, quien tuvo que lidiar con una pandemia de dimensiones colosales y una fortísima crisis económica de arrastre. Deuda, pobreza, inflación y un PBI que cayó un 10% debido básicamente como resultado de la parálisis económica que generó la pandemia. Por el contrario, al evitar el falso dilema salud o economía, AF adoptó decenas de medidas para paliar la situación de los trabajadores, desempleados y pequeñas y medianas empresas: eximió del pago del Impuesto a las Ganancias a 1.267.000 asalariados, entre trabajadores y jubilados; estableció los RePro; puso en marcha el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE); habilitó préstamos a tasa 0 % para distintos sectores de la economía, en particular para monotributistas; fijó la prohibición de despidos y suspensiones durante la pandemia y fomentó el consumo con diversas iniciativas. 

Este inventario de políticas activas en favor de los sectores más castigados, de ninguna manera invalida la situación casi desesperante de millones de argentinos, en especial los más jóvenes, que viven en los bordes de la marginalidad y a quien el gobierno debe atender con extrema urgencia. 

Igualmente parece excesivo acusar a AF de fomentar el ajuste y la pobreza. Es cierto que los sectores de asalariados, comerciantes, independientes, monotributistas, cuentapropistas han visto también reducidos notablemente sus ingresos, ya sea por la falta de actividad económica como por la incidencia de la inflación. Si bien se nota una incipiente reactivación industrial y de la obra pública, ésta todavía no se refleja en los salarios ni en la recreación de fuentes genuinas de empleo que se perdieron en buena parte durante lo peor de la pandemia y en la época macrista.

  Decimos que la decepción campeó este domingo porque no sólo se registró una notable baja en el apoyo popular al FDT, sino también un alto número de voto en blanco y nulo (del orden del 5%), acompañado de la más baja participación desde que se implantaron las Primarias (67%). Si bien este último dato es más lógico dado el contexto, no fue parejo en todo el territorio y se verificó especialmente en las zonas más pobladas. Existen una muy importante cantidad de votantes que se manifestaron pero no votando a la oposición neoliberal.

.A esta realidad se le suma el fuerte deterioro que sufrió la imagen del presidente Alberto Fernández por el desubicado festejo de cumpleaños de Fabiola Yáñez en la etapa más restrictiva de la ASPO (cuarentena). Justamente el manejo sanitario de la pandemia, la principal virtud asignada al gobierno nacional, se vio totalmente eclipsada por este exabrupto repetido hasta el hartazgo por los medios y las redes. 

En Mendoza, la derrota de las y los candidatos del FDT era de por sí previsible, pero sus escasos números no tanto (25%). Desde nuestro punto de vista, tampoco se admite una lectura lineal. El triunfo de Cambia Mendoza es incuestionable, ya que se verificó en los cuatro distritos electorales y en especial en los dos departamentos más poblados gobernados por el peronismo: Maipú y San Rafael.

Sin embargo, el 43% de CM fue menos de lo que pronosticaban los radicales. Sí fue acertada la estrategia de fraguar una interna con una lista empresarial para restar opciones a sus competidores externos liberales de derecha, especialmente a los Gansos y afines de Vamos Mendocinos.

En las últimas semanas se percibía una dispersión del voto entre las expresiones políticas menores y esto se hizo realidad, pero la altísima cifra que alcanzó el voto en blanco y el voto nulo lo llevó a ser la verdadera tercera fuerza electoral, llegando casi al 13%!. El Partido Verde fue cuarto y el FIT quinto, ambos por debajo del 6%. Otra muestra que confirma la decepción a la que nos referíamos.

El voto peronista, en tanto, se ha visto fortalecido en la zona Noreste con triunfos en Lavalle, Santa Rosa y La Paz, y en el Valle de Uco donde el FDT triunfó a nivel municipal en Tunuyán, Tupungato y con amplio margen en San Carlos. También hubo buenas performances en San Martín y Rivadavia pese a las ajustadas derrotas.

Las caídas en Maipú y San Rafael enseñan lecciones distintas. Mientras que en el primero prevalece la lógica de crecimiento que viene sosteniendo CM que suele prevalecer en Maipú en elecciones de medio término, en el Sur se notó una gran fuga de votos de fuerte ascendencia confesional hacia la boleta del Partido Federal que encabezan el dirigente ruralista Iannizzotto y el alvearense Gustavo Majstruk. Ésta fuerza alcanzó el 10% en San Rafael y Alvear, llegando en Malargüe al 16%.

Los groseros desaciertos comunicacionales y la nula convocatoria a la militancia a jugar un rol decisivo en septiembre ya produjo el desplazamiento del jefe de campaña, Lucas Ilardo, quien fue reemplazado por el intendente de Tunuyán y candidato Martín Aveiro. Sus primeras expresiones apuntaron justamente a convocar a todos y a todas.

Sin dudas que el gobierno de Alberto Fernández está atravesando un momento convulso. Pero no ha sido el antiperonismo opositor lo que generó esta sorpresiva situación. Una suma de errores propios e indisimulables disputas de poder, pusieron en crisis la unidad de la coalición gobernante que deteriora la imagen presidencial, afecta la gobernabilidad y pone en riesgo un proyecto político y de gobierno que, aunque necesita de correcciones luego del resultado de las urnas, es la única alternativa real que tienen los sectores populares. Se impone una rápida reconfiguración basada en acuerdos entre quienes lo conducen como única respuesta para salir de la crisis, sin soslayar que en un régimen presidencialista, la figura a resguardar y fortalecer es la del presidente de la república.


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