Columnistas // 2021-08-22
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La DGE contra todo pronóstico


                                                        "Protección Civil no ha indicado que la intensidad del viento constituya riesgo que motive suspensión de la actividad educativa. Por el momento es normal en el turno mañana. Se sigue atentamente la evolución de las condiciones climáticas. De haber alguna novedad se les informará inmediatamente. Recordar que cada papá puede tomar la decisión que considere conveniente según su caso particular." Dirección General de Escuelas 

Contra todo pronóstico "interpretado" por las autoridades de la DGE,  el viento Zonda sopló en la provincia de Mendoza con una intensidad que osciló entre 30 y 50 km/h y las ráfagas alcanzaron los 80 km/h. Se registraron 174 intervenciones por daños en los departamentos del Gran Mendoza y  se contabilizaron decenas de incendios principalmente de campos y pastizales. No solo eso: el viento generó la caída de decenas de árboles, caída de postes de alumbrado eléctrico y tapas de tanques de agua y techos, entre otros daños que aún no se contabilizan. 

Apelar a la responsabilidad de los padres ante un fenómeno de tales caracteríscas y con las consecuencias que puede aparejar resulta de inmensa irresponsabilidad política, ausencia de cuidado de los espacios comunes y más aún de las personas que habitan esos espacios (niños/as, adolescentes, jóvenes, trabajadoras/es de la educación, familias).

Las recomendaciones del Servicio Metereológico Nacional y Defensa Civil fueron claras y el gobierno de la educación las desconoció, desoyó, le restó importancia. 

Pese a las advertencias (alerta amarilla y naranja), se esperó hasta último momento para tomar una decisión. La suspensión de clases llegó tarde, solo para el turno vespertino y noche. Por suerte, no hubo que lamentar vidas. 

La frase recurrente de les docentes fue "el gobierno no nos cuida", "la presencialidad no puede ser a cualquier costo".   A las enfermedades que aumentan las consultas en las guardias y las internaciones (complicaciones cardiovasculares, alergias, asma, hipertensión) se sumó la negligencia de un gobierno que prioriza las estadísticas de la presencialidad en pandemia por sobre la vida de les estudiantes, trabajadores de la educación y familias.

 


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