Columnistas // 2021-08-08
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El campo de la salud, la pandemia y la política
En el campo de la salud, como en otros campos sociales, debe actuar la política en el más amplio sentido de la palabra. La política como herramienta para distribuir el poder, la política que despliegue soluciones a las mayorías para mejorar la calidad de vida,

Foto: Télam

La muerte, cómo acontecimiento vital, es inevitable e igualitaria. Básicamente, todxs moriremos en algún momento. Tan real es esto como la heterogeneidad de su distribución en el espacio geográfico. Entonces podemos decir que es natural que alguien muera, lo que no significa que naturalicemos las desigualdades sociales que determinan cualitativamente y cuantitativamente el proceso de muerte en los individuos y sus comunidades. Desigualdades que sin son consideradas injustas, sistemáticas y prevenibles se transforman en inequidades. En este sentido, cuando alguien muere por el nuevo coronavirus, imprime al evento de un dolor irreparable, pero también de una sensación de que ocurrió una muerte evitable, tan evitable que ronda con lo absurdo. En este contexto complejo de análisis, es pertinente problematizar sobre el sistema de salud, el equipo de salud, lo individual y lo colectivo, la política como herramienta transformadora.

La pandemia por el nuevo coronavirus puso en jaque a los sistemas de salud de todos los países del mundo, incluso los de mayor poderío económico. Esto nos ayuda a dimensionar lo catastrófico del evento. Siendo la tasa de mortalidad uno de los mejores indicadores que representan la desigualdad en salud entre poblaciones, indicando el riesgo absoluto de morir en dicha población, es pertinente aclarar que, para realizar comparaciones entre las mismas, deben existir procesos de ajuste metodológico que hagan de esa comparación algo correcto. Esto es debido a que las estructuras poblacionales relacionadas con el sexo y la edad influyen sobre este indicador. No es lo mismo una población con una base compuesta principalmente por personas jóvenes que aquellas con alta proporción de adultos mayores. Vale decir, no es igual la estructura poblacional de un país de Latinoamérica al de uno de Europa. Esta aclaración surge en el marco de evitar comparaciones, conclusiones o juicios livianos y por momentos mal intencionados que oímos diariamente en distintos medios de comunicación. Con esto quiero expresar también que, las verdaderas conclusiones de lo que el mundo está viviendo se encuentran en proceso, por lo que es crucial actuar responsablemente y con rigor metodológico al comunicar sobre la pandemia y sus efectos. 

Así mismo es vital el monitoreo continuo del desarrollo de la pandemia, con datos sólidos que generen información oportuna. Será viable de esta manera sostener un proceso de planificación estratégica con base situacional y así generar cambios oportunos en tiempo real. En este sentido, entendemos que el sistema de salud se fortaleció en nuestro país para dar mejor respuesta al evento. Sin lugar a dudas, de no ocurrir dicho fortalecimiento, con un Ministerio de Salud que recién recuperaba su rango ministerial y la capacidad sanitaria instalada a principios del 2020, el impacto en pérdidas humanas hubiese sido mayor aún del que hoy por hoy nos duele tanto a lxs argentinxs. 

La coyuntura exigió y exige robustez hospitalaria con relación a las camas de internación de baja, mediana y alta complejidad (terapia intensiva) así como también gran despliegue diagnóstico y sobre todo el desarrollo de la campaña de vacunación más importante de la historia de nuestro país. Pero una vez más, tenemos que reflexionar sobre lo urgente y lo importante. La coyuntura visibiliza lo urgente, pero lo importante puede quedar en un segundo plano. Es acá dónde debemos reflexionar sobre si la participación comunitaria ha ocupado y está ocupando un lugar tanto en la planificación como en la estrategia en la lucha por controlar la pandemia. 

Es crucial la participación organizada de la comunidad, así como el abordaje crítico e integral que implica la comprensión de las determinaciones estructurales en las que se originan las formas de enfermar y morir. Esto facilitará el desarrollo e implementación de políticas públicas que impacten positivamente y que sean aceptadas en la sociedad. Es en este contexto es que, acciones como el confinamiento localizado y transitorio, pueden tener éxito de ejecución y de resultados. En este mismo sentido, es que la campaña de vacunación potenciará las posibilidades de cobertura y adherencia, teniendo en cuenta que en esta estrategia de comprobada efectividad frente al nuevo coronavirus es donde más cuestionamientos surgen, cuando el liberalismo opera a través del individualismo, militando, por ejemplo, conductas antivacunas. 

Debemos pensar que al hablar de participación comunitaria también pensamos en el equipo de salud, trabajadores y trabajadoras que por estos días se encuentran con varios frentes de batalla abiertos. Estos incluyen la lucha con el propio virus donde las estrategias de protección logran controlar el miedo a enfermar o a enfermar a otrxs, incluyen la lucha por entender cómo se puede pasar de héroes a ser invisibilizados social y políticamente sin escalas, incluye la lucha por mantener viva la vocación de servicio aún con salarios y precariedad laboral que no reflejan el valor real de su práctica. Este equipo de salud debe tener un lugar protagónico en la planificación y toma de decisiones para enfrentar esta pandemia.

¿Cómo hacer para articular los aspectos descritos anteriormente en un campo de la salud dónde su complejidad es la característica ineludible al momento de abordarlo? Se trata de un campo de la salud que trasciende el concepto de sistema, ya que existen actores con poder político, económico, simbólico, que despliegan sus intereses en el campo con configuraciones artificiales, para nada inocentes, que beneficiarán a algunxs pocos en detrimento de las mayorías. Entonces vemos actores que quieren sacar rédito partidario del dolor de esta pandemia, especulando con análisis reduccionistas, muchas veces vacíos de contenido e incluso cargados de cinismo. 

En el campo de la salud, como en otros campos sociales, debe actuar la política en el más amplio sentido de la palabra. La política como herramienta para distribuir el poder, la política que despliegue soluciones a las mayorías para mejorar la calidad de vida, la política que no se preocupe solamente por estrategias electorales, por cierto, muchas veces mezquinas. La política como herramienta transformadora de la realidad, no sólo de esta pandemia sino de todo aquello que posibilite a lxs argentinos potenciar nuestro bienestar.

 


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