Columnistas // 2021-05-30
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Necropolítica, negacionismo y estado ausente


Este lunes la ciudad de buenos aires anunció que reanudará las clases presenciales y abrirá los edificios escolares en una decisión inédita. Larreta, le suma ahora a su título de martillero público de la ciudad, el de propagador serial del covid entre la comunidad educativa. Tomó la irresponsable decisión, en contra de la salud y de espaldas a la realidad, de que en la peor semana de toda la pandemia con un récord de nuevos contagios y cantidad de personas fallecidas la semana entrante las clases sean presenciales. Se consuma así el perfil de un sociópata que no sólo juega con la salud física sino también con la psicológica y emocional.

La decisión miserable de confrontar contra el gobierno nacional utilizando la salud, parece no tener límites. Si uno busca no encuentra un solo médico, infectólogo, terapista, que recomiende retomar las clases presenciales. Con apenas un 14% de docentes vacunados, la presencialidad es claramente una acto irresponsable e insensible. ¿Quiénes asesoran a Larreta y Quirós? Nadie lo sabe. Lo que sí queda claro es que consultan sobre salud y educación con la Corte Suprema de Justicia y toman decisiones a partir de encuestas electorales. A esta altura es atinado calificarlo de criminal. 

La obligación de la presencialidad, la comunidad educativa la atraviesa con dolor, preocupación y angustia. Dolor porque la necropolítica de Larreta se llevó la vida de muchos trabajadores y trabajadoras de la educación. Preocupación porque docentes y estudiantes se contagian dentro de los edificios escolares. Y angustia porque ir a trabajar y estudiar es correr el riesgo de ser un nuevo portador del virus, de contagiarse y contagiar. 

Las marchas y contramarchas del gobierno de la ciudad, los cambios repentinos de decisiones que no duran más de 48hs, las burbujas pinchadas, los contagios y el miedo, las múltiples modalidades que buscan los y las maestras y familias para continuar enseñando, son situaciones que tienen un impacto psicológico y emocional muy grande. La exposición al contagio del virus ya es un motivo de alerta que genera nervios y miedos; la permanente necesidad de recordar si nos estamos cuidando lo necesario en el momento en que realizamos alguna tarea: si nos lavamos bien las manos, si tenemos alcohol, si el barbijo está bien colocado, si el otro lo tiene, si el lugar está cerrado o hay ventilación, entre otras medidas de cuidado, aunque parezca automatizado conlleva una organización, planificación y estado de alerta constante que contribuye al agotamiento psíquico.  Esto se suma al maltrato y la violencia sistemática que los y las protagonistas del sistema educativo reciben permanentemente por parte de sus jefes directos: Acuña y el jefe de gobierno. 

Larreta está plagado de contradicciones dejando así claros sus objetivos de campaña. La presencialidad escolar era una “obsesión”, y como toda obsesión está mal llevada. En política se toman decisiones, se marcan rumbos, se planifican caminos y horizontes que se presentan como un lugar al cual llegar, pero cuando hay obsesiones suele ser mucho más peligroso de lo que parece cuando ese término aparece romantizado en un discurso. “La presencialidad para nosotros es de vida o muerte” dijo el jefe de gobierno. Y a los y las trabajadoras de la comunidad educativa toca, claro está, la parte de la muerte: ya lamentamos y despedimos con dolor a 21 trabajadores y trabajadoras. 

El criterio de vacunación docente que utilizó la ciudad giró en torno a la presencialidad. Entonces diagramaron un esquema con el que podríamos estar de acuerdo: vacunar primero a los y las docentes de nivel inicial y el primer ciclo de la escuela primaria, ya que son aquellos que están más en contacto con niños y niñas porque la tarea así lo requiere. Al mismo tiempo apuntaron a vacunar conducciones escolares, otro criterio que podríamos acordar ya que son las que sostienen y garantizan, por ejemplo, las entregas de canastas de alimentos a las familias. Sin embargo, y consecuentemente con su gestión incoherente, vacunaron conducciones escolares sin importar la modalidad ni el nivel, lo que arroja un resultado de conducciones escolares vacunadas con ambas dosis que no realizan tareas presenciales a diario porque que han pasado desde comienzos del año a la educación virtual, y docentes que deben retomar la presencialidad sin ninguna dosis inoculada.

La consecuencia es que regresan a la modalidad presencial sólo nivel inicial y primario, con la mayoría de los docentes sin ni siquiera la primera dosis. Sólo un 14% de docentes están vacunados en la ciudad de buenos aires, y dentro de ese porcentaje no todos retornarán a la presencialidad. Desde un comienzo la comunidad educativa advirtió que el plan de vacunación no estaba bien encarado: no hay docentes más importantes que otros, todos y todas necesitan la vacuna de igual manera. Porque además los y las docentes no somos dentro del sistema educativo compartimentos estancos, podemos trabajar en inicial y en media, en primaria y terciario, y la cantidad de combinaciones entre niveles son muchas. Pero cuando se desconoce el sistema educativo y además se desprecia a sus trabajadores y trabajadoras, se diseñan políticas incoherentes desde cualquier punto de vista. La necesidad de volver a la presencialidad cuando estuvieran todos los docentes inmunizados y el paso a la virtualidad con dispositivos e internet para los y las estudiantes, continúa siendo la propuesta educativa más acertada: Garantizar el cuidado de la salud y organizar la continuidad pedagógica.

Como el jefe de gobierno porteño sólo se dedicó a hacer campaña electoral, no gestionó ni priorizó finalmente ni la salud, ni la educación, y tampoco la economía. El partido al que pertenece, y él mismo, fue uno de los que embarró siempre que pudo la política sanitaria del gobierno nacional y la campaña de vacunación. Hablando en una supuesta defensa de las libertades individuales y tomando partido por aquellos que ponían la economía por delante de la salud al mejor estilo Bolsonaro, decía que las restricciones golpearon gravemente la economía y que debían flexibilizarse. Sin embargo, pese a las críticas malintencionadas buscando algún voto, en su distrito, siendo la ciudad más rica del país, con un PBI parecido al de Madrid, no tomó una sola medida que ayudara a las pymes, ni a los comerciantes, ni a los y las trabajadoras de ningún rubro y sector, no compró una sola computadora para los chicos y tuvo que pedirle respiradores al ministerio de salud nacional.

 La ciudad se encuentra en una situación sumamente crítica y el jefe de gobierno dio sobradas muestras de no estar a la altura de lo que requería la circunstancia. 

El descalabro educativo será la huella que Acuña decidió dejar en su paso por la gestión. La presencialidad a como dé lugar, que arroja como resultados aulas vacías, niños y docentes contagiados y burbujas pinchadas, sumado a la suspensión de clases durante una semana y el no pase a la virtualidad, construyeron las condiciones para imposibilitar la continuidad pedagógica que los y las niñas necesitan. Sin embargo, y acaso por eso la ministra los insulta cada vez que puede, los y las docentes junto a la comunidad educativa, resisten enseñando y protegiendo la salud y la vida desde el lugar que les toca. Son por eso un escollo para el programa neoliberal en la ciudad, continúan levantando la voz y denunciando las injusticias, sosteniendo el vínculo pedagógico, las redes de contención y el cuidado colectivo. Con el horizonte de construir lo común y lo compartido.

 


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