Columnistas // 2020-10-24
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De la semicolonia al proteccionismo


“Antes de Perón éramos potencia mundial”, dicen las voces a veces anónimas de las redes sociales, repitiendo lo que dicen en la tele. “Con Perón entramos en la decadencia”, recurren los mismos para expresar tanto odio como siempre hacia el movimiento más popular del país. Como vemos a diario, ese odio no es de ahora, y se remite a su origen. Desde aquel 19 de Septiembre del año 1945, cuando algunas minorías oficiaban de voz del poder para lograr la encarcelación de un Coronel que meses, años y hasta vidas después lograría entrar en el alma y cuerpo del pueblo trabajador argentino. 

En días que llevamos de pandemia y aislamiento social para cuidar la vida y la salud de millones de compatriotas surgen estos relatos que tenemos que derribar.

La primera falacia afirmando que antes de 1945 éramos “potencia mundial”, la derribaremos diciendo que ningún país semicolonial podría ser potencia mundial. ¿A qué precio crecíamos económicamente cuando decaíamos como sociedad? Cuando la política inmigratoria era potencial y solo exportábamos materia prima al Imperio Británico, a la Europa industrial, a cambio de manufacturas que podíamos fabricarlas en el mercado local. Por ejemplo, para el año 1838 un cónsul Ingles llamado William Parish decía que “En la población del campo las manufacturas de Gran Bretaña han llegado a ser artículos de primera necesidad. El gaucho andaba todo cubierto de ellas […] las ollas, los platos, el cuchillo, el poncho, las espuelas, el freno, todo venía de Inglaterra”.

Para el estado argentino de aquel momento, sobre todo en el régimen oligárquico (1880), solo era pulcro y civilizado lo que pinte de paisaje europeo, estaban maravillados e hipnotizados con aquella Europa industrial, por lo tanto lo americano salvaje y bárbaro solo traía atraso y se obtenía como mano de obra con salarios altos y ganancias exorbitantes para la elite. Esta producción agraria exportadora, oficia de conductor a un modelo propicio para la riqueza que se iba concentrando en pocas manos. Sin embargo, como decía Mariano Moreno (1810): “La riqueza en pocas manos, es como el agua estancada, se pudre”. Por lo tanto, para que esa agua no se pudra, debía seguir su curso río abajo, llegando el peronismo a la vida política Argentina. ¿Podíamos ser potencia mundial siendo el supermercado del mundo? La respuesta es si!!. ¿Pero a qué precio? ¿No era mejor producir industrialmente en el mercado local y ofrecer la competencia a los mercados europeos con producción nacional, protegiendo el mercado interno? Aquí derribaremos la última falacia, que nos indica como verdad absoluta que luego con Perón llego la “decadencia Argentina”.

La ruptura del modelo agroexportador con su apogeo y su crisis tras el eventual crecimiento de la industria Argentina es la respuesta. Con el peronismo derrocado y proscripto llega la verdadera decadencia argentina, ya que desde 1946 hasta 1952, el gobierno peronista realiza el primer plan quinquenal aprovechando la Europa de Post guerra, obteniendo derechos para los trabajadores argentinos no solo industriales, sino artesanos y peones rurales; entendiendo y defendiendo su realidad. Crecíamos de esta manera aún más que bajo el modelo anterior, con mayor población en el país. 

Para marcar esta transición del semicolonialismo al proteccionismo podemos mencionar: la nacionalización del comercio exterior (IAPI). La nacionalización de los Ferrocarriles, de los puertos, de los servicios públicos, del Banco Central (el cual era manejado por bancos privados con hegemonía de la banca inglesa). La nacionalización de los bancos y extinción total de la Deuda Externa (1948), deuda contraída en 1825 por Rivadavia. Y por otro lado la negativa a integrar el Fondo Monetario Internacional. En números podemos destacar que en 10 años, el PBI de la Argentina creció un 35,9% (con picos de 11% anual en 1947 y caídas del 6% en 1952, promediando un 3,5% anual para el período). 

De esta manera el subsuelo de la patria sublevado presenta en Perón el sueño de la patria libre, justa y soberana. Que en la actualidad (2020) seguimos defendiendo, porque la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés, el del pueblo. 


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