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Alberto Fernández y Xi Jinping dialogaron durante 40 minutos dando una muestra más de que las relaciones geopolíticas entre Argentina y China se profundizan. El presidente argentino agradeció el apoyo de Beijing durante la pandemia del COVID-19 y su respaldo financiero de 18.500 millones de dólares para las reservas del Banco Central, mientras que el líder chino sostuvo que apoya una consolidación del comercio exterior entre ambos países pronunciando una frase que no pasó desapercibida: “Queremos que más productos y con más valor agregado ingresen a China”, expresó el mandatario.
Justamente, si hay algo que se le critica a la relación con China, es que reproduce el mismo vinculo que Argentina ha mantenido con otras potencias al ser vendedor de materia prima con escaso valor agregado y comprador de productos industrializados con mucho valor agregado e incorporación de tecnología, lo que mantiene la producción de nuestro país primarizada y genera déficits en su balanza comercial. Al parecer, Beijing está dispuesto a modificar esta relación.
A su vez, Xi Jinping invitó al presidente Fernández a una visita oficial cuando la pandemia lo permita. Se habló de consolidar una Asociación Estratégica Integral para concretar proyectos de agua y saneamiento, vivienda, conectividad, energía renovable e infraestructura de transporte en Argentina. Mientras que el mandatario chino pidió la colaboración para fortalecer la relación del país oriental con América Latina y el Caribe, sobre todo a través del Mercosur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En cuanto al Mercosur, la actitud de Paraguay con respecto al reconocimiento diplomático que sostiene con Taiwán y no con China, representa el mayor desafío político para Beijing. La política de “una sola China” es muy importante para el país asiático y prioridad en sus vínculos internacionales. Actualmente, Paraguay es el único país de América del Sur que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán. Existe una sola China, de la que Taiwán es una parte inalienable. El gobierno de la República Popular China ha sido reconocido por las Naciones Unidas como el único representante legal del pueblo chino y mantiene su posición de “reunificación pacífica”.
La conversación se dio en vísperas del 71er. aniversario de la Fundación de la República Popular de China. Ambos líderes analizaron el escenario internacional y coincidieron en la importancia del multilateralismo, lo que incluye profundizar el trabajo conjunto en dicho ámbito.
Xi Jinping sugirió que los dos países trabajen juntos en organizaciones internacionales y mecanismos multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas, el G20 y la Organización Mundial del Comercio, para impulsar el desarrollo ecológico y contribuir a que el sistema internacional sea más justo y razonable.
Mientras que Alberto Fernández dijo que Argentina agradece a China por su apoyo y asistencia en el combate a la pandemia de COVID-19 y se opone a cualquier intento por politizar la enfermedad, apoya a la OMS en su desempeño frente a la pandemia y espera seguir profundizando la cooperación de vacunas con China.
¿Argentina en la nueva ruta de la seda?
En medio de la pandemia, que ha paralizado al mundo, China sigue desplegando su actividad diplomática y su política exterior en todo el mundo. Expresión de ese poder de influencia y actitud de cooperación internacional es el proyecto denominado “nueva ruta de la seda”.
Es una posibilidad cada vez más cercana que Argentina se sume a esa plataforma geopolítica con la que China busca consolidar su influencia global a través de rutas terrestres y marítimas que conectan a ese país con Medio Oriente, África, Europa y finalmente América Latina. El proyecto consiste, esencialmente, en millonarias inversiones en infraestructura como puertos, rutas, puentes, líneas ferroviarias y todo tipo de obras que faciliten la conexión de personas, bienes y servicios entre China y el resto del mundo. Para la Argentina podría significar un potenciamiento de las capacidades productivas y una ampliación de exportaciones que procedería en generación de empleo e ingreso de divisas.
En América Latina, ya se sumaron a la nueva ruta Uruguay, Panamá, Chile y Perú. Sin embargo, aún no se incorporan Brasil, Argentina y México.
A la incorporación de Argentina a la nueva ruta de la seda, podrían sumarse otros proyectos como la construcción de un tren que una a Vaca Muerta, en Añelo, con el Atlántico, muy cerca de la ciudad de Bahía Blanca; el acuerdo para multiplicar las exportaciones de carne porcina, que por ahora se encuentra en revisión por los cuestionamientos ambientales, el swap financiero por 18.500 millones de dólares que China se comprometió a renovarle al Banco Central Argentino, así como la reciente aprobación al ingreso de Argentina al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el acceso a la vacuna china contra el coronavirus.
En la misma línea, Xi Jinping agregó que China da la bienvenida a más productos agrícolas de buena calidad y mercancías de alto valor agregado del país sudamericano en el mercado chino.
Lo anterior es una posibilidad para aprovechar por un país como Argentina, ya que China posee la clase media en ascenso más numerosa del mundo, de varios cientos de millones de personas que cada vez demandan más y mejores productos alimenticios y servicios de todo tipo.
Hacia una política exterior dinámica, abierta y diversificada
En el otro polo de poder mundial, y en una guerra geopolítica con China, se encuentra Estados Unidos. Argentina intenta incrementar su relación con Beijing sin renunciar a un buen vínculo con Washington. A su vez, Estados Unidos fue muy importante para cerrar la negociación con los acreedores privados y tiene mucha influencia en la toma de decisiones del Fondo Monetario Internacional, donde Argentina busca un acuerdo que postergue el pago de la deuda más grande de la historia, tomada por el gobierno de Mauricio Macri.
El gobierno de Alberto Fernández no mantendrá una posición hostil frente a China y buscará, más bien, un equilibrio entre las dos super- potencias. Una política centrada en intereses nacionales implica mantener una posición de prudente distancia en la competencia que protagonizan Washington y Beijing, aunque sin perder oportunidades que incluso surgen del propio conflicto.
Existe además de China y Estados Unidos un ancho e inmenso mundo, aunque con tendencias objetivas: Asia es el principal polo de crecimiento en el presente y en el futuro. Pero también las tendencias marcan proyecciones de crecimiento demográfico y económico en gran parte de África y Asia Central para las próximas décadas. Es necesario, además, profundizar las relaciones con la Unión Europea, y sobre todo con distintos países de la región y América Latina en su conjunto.
Las posibilidades ya no provienen solo de los países situados en la zona del atlántico norte, como sucedió durante el siglo XIX y XX, sino también de las nuevas potencias emergentes.
Una política exterior dinámica, abierta y diversificada, concentrada en los intereses nacionales, debería ser el objetivo a alcanzar.