Columnistas // 2020-07-21
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Nuestra Madre


En mi querida Mendoza se vienen tiempos en que se debatirá la reforma de nuestra Carta Magna, aquella que nació allá por 1854 casi como una gestación de orden (siendo la primera del país) y que en casi más de medio siglo sufrió transformaciones agudas hasta llegar a su madurez, “como la oruga que se vuelve mariposa”, recién en 1916.

La Constitución Provincial que aún nos rige después de más cien años y que maravilló al resto de nuestras provincias hermanas por su técnica jurídica, su modernidad, su compromiso social, la firmeza de sus reglas y sobre todo el respeto a las instituciones. Si bien experimentó  modificaciones que luego fueron derogadas por distintas circunstancias me pregunto: ¿los Asambleístas de esa época se imaginaron que dieron nacimiento a una centenaria Madre? la respuesta seguramente sería que no.

Nuestra Madre que hoy muchos consideran viejita en su larga vida fue intocable, solo a través de enmiendas que fueron corrigiendo su largo camino la embellecieron para acompañar el crecimiento de una provincia que es hoy, en muchos aspectos, una de las líderes en el país. Mendoza se construyó y es ejemplo gracias al respeto que ella nos enseñó de su organización, funcionamiento y estructura política; pasaron distintos gobiernos y partidos que gestionaron los designios de esta parte del oeste argentino, pero siguió ahí haciéndose valer. Sin duda cada uno que ocupó el sillón de San Martín entendió que con la mamá, como decimos en el barrio, no se jode.

Nos dejó una vida democrática hermosa donde cada cuatro años, en el hoy cuarto piso de la Casa de Gobierno, se ve la frescura de la alternancia reforzando la confianza de nuestro sistema electoral y político representativo de nuestra democracia. También una casa de las leyes fantástica dividida en dos cámaras donde una funciona de contra peso de la otra, ambas se regulan, se frenan y vigilan; logrando en épocas de equilibrio electoral representatividad de la totalidad del pueblo. Nos lega elecciones parlamentarias de medio termino donde cada mendocino audita cada dos años el buen o mal funcionamiento de quienes tutelan el ejecutivo provincial. Con solo estos tres postulados vemos a una Madre sabia y justa.

Entiendo que en cada reforma hay que comprender el momento histórico y quienes son los que proponen la misma. Hoy nos encontramos que los que llevan la lanza de matar a nuestra madre son los mismos que formaron y forman parte de un Gobierno que hizo las cosas para unos pocos, que tienen mensajes conservadores y por momentos acciones autoritarias, aquellos que tienen doble vara para un mismo tema y que prostituyen las instituciones cuando más les conviene; esos que piensan en el fin de las ideologías y que te llenan la cabeza con que la política es un gasto pero la realidad te demuestra que ellos lo aumentan.

Son los hacedores de la antipolítica, los mismos que ya se atrevieron a engañar a nuestra “vieja” metiendo un miembro en la Corte por la ventana o que persiguen a la oposición por el solo hecho de pensar distinto.

Este grupo te va a proponer una unicameral, volviendo ciento veinte años para atrás, convenciéndote que el Poder Legislativo es un gasto cuando el verdadero objetivo es profundizar la escribanía y en tanto el ahorro no lo van a hacer donde verdaderamente hace falta. Van a tratar de convencerte de que tengamos elecciones parlamentarias cada cuatro años por el mismo motivo “del gasto”, pero creeme que no quieren que los audites para manejarse a su antojo ese tiempo. Por último, aunque te digan que no, van en busca de la reelección y así concretar perpetuarse en el poder y seguir manejando la provincia con el látigo de la conveniencia.

Imaginémonos por un momento una modificación en el primer párrafo del art 1: “La Provincia de Mendoza es parte integrante e inseparable de la Nación Argentina y la Constitución Nacional es su Ley Suprema”. Por deseos expuestos por un ex Gobernador se suprimiría la palabra inseparable. No se ustedes pero yo quiero seguir siendo ARGENTINO.-

Quieren robarle a nuestra Madre el corazón que nos hizo grandes.

Por último creo en la necesidad de una reforma, pero no la que le  arranca la columna vertebral a nuestra Sra. Madre, sino una reforma que la modernice, que la maquille y que haga las cirugías necesarias para que atraviese estos tiempos; vestirla de conquistas del consumidor y usuario, del trabajador, de género, medio ambiente y otros tantos derechos y garantías necesarios para dejarla VIVA.


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