Columnistas // 2020-07-17
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Mendoza necesita Portezuelo, el Trasvase y Los Blancos en un sistema de energía reformulado
La provincia de Mendoza intenta sobrevivir estancada y corre el riesgo de sufrir nuevas postergaciones en el desarrollo de sus dos máximos proyectos hidroeléctricos de generación limpia de energía.


El proyecto Los Blancos, puede producir 900 Gwh/año desde el Río Tunuyán superior y ya está adjudicado, pero permanece congelado luego de una puja de intereses entre ‘gigantes’ privados.  

El otro, Portezuelo del Viento, con 880 Gwh/año en el río Grande, está en proceso avanzado de licitación pero corre el riesgo de estancarse en medio de disputas interprovinciales que han alimentado delirios separatistas sólo favorables a un mezquino interés político personal de proyección nacional.

A pesar de que la inmensa mayoría movilizada de la provincia defiende sólidos principios ambientalistas, la economía mendocina apela desde 1995 al uso de la energía que -de manera contaminante- hoy produce Sadesa (Caputo, Miguens, Escasany) en Luján de Cuyo y en Maipú con las Centrales Térmicas Mendoza (2.000 Gwh/año), por un volumen que duplica al de cualquiera de ambos proyectos hidroeléctricos.

A pesar de que Potrerillos (850 Gwg/año, en el Río Mendoza) fue construido por Cartellone y Pescarmona, en la actualidad -al ritmo del interés en alza o en baja de ambas ‘multinacionales mendocinas’- el que manda es un fondo de inversión suizo (BAF Capital) que se ha  hecho cargo de Cempsa hasta 2026.

La construcción tanto de Portezuelo del Viento como de Los Blancos, debe realizarse en la medida en la que el levantamiento de estos dos nuevos paredones con sus respectivos embalses en la montaña mendocina estén suficientemente acompañados de las medidas de remediación que sean  necesarias para que su construcción en Malargüe y en Tunuyán no signifiquen nuevas desertificaciones en los también mendocinos departamentos de Santa Rosa y de La Paz y en los igualmente argentinos departamentos de Chalileo (Santa Isabel) y Chical Co (Algarrobo del Aguila).en la hermana provincia de La Pampa.

En una Mendoza que vio desaparecer en Guanacache su pequeño Titicaca compartido con San Juan y con San Luis, no queremos el levantamiento de nuevos embalses y centrales en el Oeste de Mendoza a costa de sacrificar por falta de agua al Este mendocino -aunque en el medio se hayan formado cuatro oasis productivos, hoy insuficientes- y tampoco queremos cortar el agua en ningún punto cardinal de ninguna provincia vecina. 

El sueño de la remediación del área protegida por la convención sobre conservación de humedales de la ONU (Ramsar) en Lavalle puede avanzar en la medida en la que se vinculen los proyectos de desarrollo energético en nuestro Oeste montañoso con los emprendimientos productivos en el Este provincial para descongestionar los oasis sobrepoblados de la Provincia. 

Y en el caso de Guanacache esto podrá ser posible en la medida en que se destinen a este fin, recursos producidos por Cordón del Plata en las nacientes del Río Mendoza, proyecto que oportunamente deberá evaluarse si es desempolvado. 

La resolución de los conflictos hídricos debe realizarse mediante la aplicación de los criterios del derecho internacional que contemplan las cuencas fluviales y la interprovincialidad de los ríos que atraviesan más de un territorio provincial. Y consideramos necesario avanzar en el desarrollo del criterio de la interregionalidad de los cursos de agua que surcan departamentos de una misma provincia.

Portezuelo debe complementado por el trasvase de los 34 m3 de agua mendocina del Río Grande al Río Atuel, duplicando su caudal, multiplicando la generación de energía en los Nihuiles, elevando las regalías que comparten por mitades Mendoza y La Pampa, haciendo crecer la frontera agrícola en San Rafael y en General Alvear y generando un polo turístico en Malargüe y permitiendo la tan reclamada escorrentía permanente hacia La Pampa con volúmenes que tengan en cuenta la necesidad de obras y crisis hídrica de toda la región (3,2m3/s), tal como acaba de ordenar un fallo de la Corte Suprema nacional.

Queremos que el producido de la venta de energía de las centrales de Portezuelo -propiedad del Estado mendocino- y de las regalías de Los Blancos atiendan con equilibrio las necesidades del Este, el Sur, el Oeste y el Norte de Mendoza.

En la provincie tienen que convivir proyectos limpios hidroenergéticos de largo aliento que aporten al agro, a la industria y al turismo, con el desarrollo de los más inmediatos emprendimientos fotovoltaicos o eólicos, de menor tiempo de realización que atiendan suministros de domicilios, comercios e industria. Y proponemos que se desaliente la producción de energía de origen térmico contaminante.

Pero por sobre es fundalmental que la totalidad de los emprendimientos energéticos de la provincia (presentes y futuros) dejen atrás el modelo bajo el cual se gestaron, de concentración económica cimentada sobre la base preeminente del lucro privado. 

Este modelo hoy se derrumba en todo el mundo (también en Mendoza) ante la falta de respuestas abarcativas de todas las personas y ha quedado desenmascarado por la pandemia del Covid 19.

Este modelo concentrador repite los nombres de empresas privadas que atienden mostradores de ambos lados en los cuatro eslabones de la cadena energética: construcción, generación, transporte y distribución de la energía o el agua y crean escenarios favorables a actos de corrupción que deberán investigarse hasta su dilucidación como los que hoy se sospechan sobre la propia licitación de Portezuelo o la frustrada construcción del acueducto ganadero Monte Comán-La Horqueta.

Baste decir que Pampa Energía de Marcelo Midlin integra el 80 por ciento privado de Camesa (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico) contra sólo un 20% del Estado nacional y es -al mismo tiempo- el que maneja en Mendoza Los Nihuiles 1, 2 y 3 e Hidroeléctrica Diamante mientras en otros lugares tiene el timón de Trasener, Edenor y Transportadora de Gas del Sur.

Consideramos necesario avanzar en la construcción de modelos acordes con los tiempos que corren en la mayor parte del mundo, donde se revaloriza lo público y se regula lo privado; cobra preeminencia el interés colectivo sobre el individual, se condena al negocio personal que crece a costa de la marginación social y ambiental y se rechaza la acumulación distorsiva que atenta contra el bienestar general y fomenta disparates tarifarios como el del gobierno anterior. 

En una época mundial de cambio de modelo y de transición hacia nuevas normalidades post pandemia y en una Mendoza con signos de agotamiento es necesario reformular un funcionamiento productivo que ha demostrado ser insuficiente y un sistema distributivo altamente ineficiente. Y en esta reformulación general, no podemos soslayar al estratégico sector de la energía.

 

 


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