Columnistas // 2020-04-27
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Cuando arranque a girar la rueda
En medio de una pandemia que golpea a la economía global, la Argentina sufre el doble tras dos años de recesión profunda y un virtual estancamiento de una década. La pregunta inevitable, es entonces: ¿qué pasará cuando la rueda arranque? Los dos caminos posibles.


En una nota originalmente publicada en Conclusión, el autor plantea las variantes que vienen para la Argentina post-pandemia. 

En los últimos días, frente a esta pandemia mundial, en nuestro país nos vimos forzados a una cuarentena, que, a opinión subjetiva del autor, está muy bien; pero aquí nos proponemos a hablar un poco del día después de la cuarentena, el día en que la rueda empiece a girar, el día en que los trabajadores vuelvan a generar riqueza, el día en que las pymes (“los que pagan los sueldos y generan trabajo real”) vuelvan a trabajar.

Seguramente varios habrán leído (o no) sobre el debate surgido en torno a las posiciones del esloveno Slavoj Zizek y el surcoreano Byung Chul Han.

Básicamente y a grandes rasgos, el esloveno plantea que esta pandemia fue un golpe a lo “Kill Bill” (entiéndase un golpe certero y mortal, metáfora cinematográfica mediante) al modelo de capitalismo neoliberal actual.

Zizek plantea que inevitablemente la salida es una especie de modelo comunista… una especie de neokeynesianismo, aggiornado. 

Dice textualmente: “La bien fundamentada necesidad médica de establecer cuarentenas hicieron eco en las presiones ideológicas para establecer límites claros y mantener en cuarentena a los enemigos que representan una amenaza a nuestra identidad. Pero tal vez otro -y más beneficioso- virus ideológico se expandirá y tal vez nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá de la nación-estado, una sociedad que se actualice como solidaridad global y cooperación”.

También dice: “La impresión que uno obtiene es que de lo que uno realmente debería preocuparse no es de los cientos de fallecidos, sino del hecho que ‘los mercados están nerviosos’. El coronavirus está perturbando crecientemente el mercado mundial y, según escuchamos, el crecimiento puede caer entre un 2% y 3%. ¿No es esto una clara señal de la urgencia de una reorganización de la economía global, que ya no estará a merced de los mecanismos del mercado?”.

El surcoreano plantea que el virus no hará ninguna revolución, sino que será la excusa perfecta para acentuar regímenes de una especie de neocapitalismo autoritario.

Además, Zizek plantea que inevitablemente la salida es una especie de modelo comunista, no necesariamente un modelo a lo China (capitalismo de estado); es más, cree incluso que el virus podría llevar a reformas en el gigante asiático. Pero sí algo similar a una especie de neokeynesianismo, aggiornado y podría decirse, en criollo, un poco más comunista.

Digamos algo así, probablemente mal resumido por quien escribe:

Por contrapartida, el surcoreano plantea que el virus no hará ninguna revolución, sino que será la excusa perfecta para acentuar regímenes de una especie de neocapitalismo autoritario, con un control absoluto sobre la población. Como en China, donde se controla mediante cámaras de reconocimiento facial, software de seguimiento en aplicaciones de celular y hasta compras por Internet, dónde va cada ciudadano en todo momento. Y es que, tal como explica Naomi Klein con la doctrina del Shock, los grandes cambios suceden previos a un evento de shock de grandes proporciones con repercusión en la población. Tomemos de ejemplo el primer caso de instalación del neoliberalismo que fue Chile, donde luego de un golpe de estado al Gobierno popular de Salvador de Allende y una cruenta represión, se instaló el modelo de los Chicago Boys en un periodo muy breve.

Para cerrar la idea, Byung Chul Han dice que el virus nos aísla y no genera ningún sentimiento de solidaridad colectiva; al contrario, lleva a intentar preservar la supervivencia de cada una de las personas de forma individual.

Entonces, ¿qué va a ocurrir cuando la rueda arranque a girar? En el plano nacional, la dicotomía es otra. Acá pueden pasar dos cosas: socialdemocracia o peronismo ortodoxo.

Todo este preámbulo de la polémica entre estos dos filósofos viene a cuento porque, en primera instancia, no necesariamente son opuestas sus posturas y podría decirse que ambas tienen razón, son lógicas y no se contradicen. Y aquí es donde viene lo importante para nosotros.

Teniendo en cuenta un contexto global donde el comercio internacional está casi paralizado y las fronteras cerradas al tránsito de personas, las industrias como la del turismo, la gastronomía, el transporte y espectáculos, que emplean a más de un cuarto de la población mundial, tienen pérdidas millonarias y solo Dios sabe cuándo volverán a funcionar con normalidad (además del resto de las industrias, como la de construcción, metalmecánica, y automotriz, por nombrar algunas, que también se vieron perjudicadas pero se cree que volverán antes a la actividad). Hasta la OMC alerta sobre el peligro de una crisis sin precedentes en las últimas décadas y el FMI incluso se replantea ciertas directrices y políticas ante esta catástrofe global.

Pero observémoslo en el contexto de un país como Argentina, golpeado por la crisis tras haber soportado cuatro años de un gobierno neoliberal y sujeto a intereses extranjeros, debilitado por corridas cambiarias y más cosas que ya son de público conocimiento. En un país legado con un índice de pobreza de 35,5% (no es solo un número, son 16,1 millones de argentinos), donde las pymes están al borde la quiebra (las cuales generan el trabajo real del país), los autónomos y los monotributistas inventan trabajo hasta donde no hay, los trabajadores en su mayoría ganan salarios bajos con los que apenas alcanzan para sobrevivir, y son contados quienes tienen la suerte de estar en blanco, con cobertura médica y aportes, hay una pregunta que es inevitable hacer:

¿Qué pasará cuando la rueda arranque?

Hoy por hoy, a la pandemia la está pagando en mayor medida la clase media y, en menor medida, los trabajadores, que no pueden trabajar y afrontar los impuestos y costos fijos, faltos de ingresos o con sus ingresos reducidos, salvo por algunos privilegiados que aún siguen cobrando la totalidad de su sueldo.

Entonces, ¿qué va a ocurrir cuando la rueda arranque a girar? En el plano nacional, la dicotomía es otra. Acá pueden pasar dos cosas.

La repuesta a cuál será la Argentina que veremos en los próximos meses, la tendremos en cuanto veamos las decisiones que se tomarán en las próximas semanas.

Por un lado, se puede tomar la decisión más “socialdemócrata” (alfonsinista, podría decirse adaptada a términos locales): intentar pedir al capital extranjero que sea amable y colabore, intentar poner algún impuesto a los empresarios nacionales, distraer con consignas de universidades anglosajonas (mal llamadas “progresistas”) y dejar que paguen los platos rotos las pymes argentinas, lo que suscitará indefectiblemente su cierre, además la reducción del aparato productivo; se concentrará el capital y aumentará el costo de los alimentos, impuestos y servicios, por falta de una fuerte regulación del estado. Esto conllevará a niveles de desocupación y pobreza comparables con los del 2001 o peor, posiblemente más similares (dado el contexto global) a las crisis de 1929.

O por el otro, en contraposición, se pueden tomar medidas peronistas ortodoxas, hoy en día casi revolucionarias, por medio de las que se aprovecharía el contexto mundial para que no nos afecte tanto la crisis como pueblo-nación: crear sino una junta nacional de granos, algún mecanismo que permita regular el comercio de exterior (nuestra principal activad real como país); dando créditos reales (y no de palabra) a pymes y autónomos para que produzcan; reactivando la obra pública, sobre todo en rutas y autopistas (y hasta ferrocarriles, lo que ayudaría incluso a mejorar los costos de logística); interviniendo fuertemente en el mercado de los alimentos para que no haya abuso de parte de los oligopolios y cobrando un impuesto extraordinario a los grandes millonarios de la oligarquía, la patria contratista, los terratenientes y dueños de empresas casi monopólicas.

A lo que seguramente se adicionaría la compra de acciones en empresas estratégicas para los intereses nacionales, lo que, sumado a programas de consumo como un nuevo Ahora 12 y más créditos, relacionados y sujetos directamente a la sustitución de importaciones y a la creación de empleo genuino. Seguramente acompañado de cambios en el paradigma laboral e impositivo con beneficio de las pymes y los trabajadores. Posiblemente incluso subiendo la presión impositiva a la banca y a las trasnacionales, para generar así la solución a esta crisis por medio de una verdadera redistribución social y alcanzar la famosa justicia social de la doctrina peronista.

La repuesta a cual será la Argentina que veremos en los próximos meses, la tendremos en cuanto veamos las decisiones que se tomarán en las próximas semanas, según cómo se levante la cuarentena y qué medidas se dicten en función de dos modelos de país y dos formas de hacer política para enfrentar lo que viene después de que pase la ola, cuando finalmente arranque la rueda.

 


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