Columnistas // 2020-02-24
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Programas sociales: De lo nacional a lo municipal

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¡La juventud está perdida! ¡Los pibes no sirven para nada! ¡No quieren laburar! ¡Necesitan mano dura! Estas y algunas frases más se escuchan de boca de los genios del odio que ven como única alternativa el exterminio de quienes -según su óptica- no tienen futuro y “contaminan” el presente. Y lo grave es que este discurso fue (y es) fogoneado por los medios hegemónicos y llevado a la práctica desde las políticas implementadas por la gestión de Cambiemos, que dejó el poder con datos escalofriantes y desgarradores tales como que casi el 60% de los chicos y chicas de entre 0 y 17 años vive en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza y que 1,5 millones de ellos directamente fueron arrojados a la indigencia, según las últimas cifras aportadas por la UCA.

Ante este panorama en el que pocos se preguntan no solo qué pasa con nuestros pibes sino -y sobre todo- qué pasará, se impone con urgencia la implementación de un programa que los contenga, los incluya y los devuelva al círculo de la dignidad, estado que solo es posible con su reinserción en la educación, en el trabajo formal, en el derecho a la salud, al esparcimiento, etc. Y esto debe ir acompañado de políticas públicas destinadas a garantizar el ejercicio pleno de todos sus derechos.

Este es el objetivo del Ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, que ya anunció que dispondrá un refuerzo de 30 mil millones de pesos este año para el proceso de reconversión de planes sociales. En la misma sintonía, el Subsecretario de Promoción de la Economía Social, Daniel Menéndez, sostuvo que "hay una decisión de pasar del asistencialismo al desarrollo de la economía popular porque el asistencialismo fracasó como política pública para erradicar la pobreza", ratificando que cualquier buena intención está destinada a fracasar si no atiende las necesidades puntuales de cada territorio. De esta manera se evidencia también que la idea es pasar de la lógica asistencialista al empleo formal pero sin desconocer que en esta primera etapa la transferencia de ingresos es crucial para paliar las necesidades extremas generadas por el gobierno de Mauricio Macri.

En este contexto se lleva adelante, por ejemplo, "Argentina unida por educación y trabajo" que es financiado y articulado por Nación en concordancia con la Provincia y los Municipios y que tiene como objetivo que beneficiarios de planes sociales tengan una jornada de trabajo completa restaurando escuelas, haciendo de ellas un espacio confortable que promueva el sentido de pertenencia de nuestros jóvenes con la institución educativa de su barrio.

Sobre lo fundamental de la articulación con las autoridades locales Mauro Brissio, especialista en la representación social de la juventud, destaca "la importancia de pensar en políticas federales articulando con los territorios para alejarnos de los planteos enlatados que están condenados a fracasar porque no tienen en cuenta las particularidades de nuestros jóvenes y su contexto". Claramente no hay realidades lineales y unívocas y eso torna imprescindible la coordinación local que garantice el éxito. En la misma línea, Antonio Colicigno, especialista en políticas sociales de niñez y adolescencia, afirma: "las intendencias necesitan ser entendidas como una pieza fundamental para el diseño de cualquier programa social, tal como lo demuestra la reciente experiencia del Bolsa Familia en Brasil, en la que el territorio tuvo una función extraordinaria que garantizó que el programa de transferencia de ingresos llegue a lugares que el Estado nacional nunca habría podido sólo".

Es innegable que hasta el mejor plan fracasa si no se tienen en cuenta las particularidades del lugar en el que se desarrollará. Es preciso caminar la calle, pisar el barrio y sentir el agua hasta las rodillas (o hasta el cuello) para entender las necesidades de la gente. Por ello es imprescindible un programa federal que contemple la articulación con Provincia y Municipios que permita ofrecer a los jóvenes y adolescentes la posibilidad de escapar del trabajo esclavo y al mismo tiempo iniciar, completar o retomar sus estudios secundarios o animarlos a encarar estudios superiores. Es la única manera de garantizarles posibilidades concretas de salir del pozo al que fueron empujados por quienes antes miraron para otro lado y ahora piden taparlos con tierra.
 


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