Columnistas // 2019-11-07
_
¿De qué se ríe Macri?
El hombre que pierde su reelección por amplia diferencia, que se va en medio del más rotundo fracaso y repudiado por el 50% de la población, está contento. Es verdad que para él, dejar la obligación diaria de hacer como si trabajara es el fin de una pesadilla.


 Macri está contento. No sólo posa de contento, parece que está realmente contento. Se ríe. Hace chistes con el ‘gato’, como si su apodo fuera un elogio y no un estigma. En apariencia está contento. 

¿Cómo es posible que un hombre que acaba de perder las elecciones por amplia diferencia, que se va en medio del más rotundo de los fracasos, con un país quebrado, una economía fundida, una legión de pobres y hambrientos y una deuda impagable; repudiado por el 50% de la población, pueda estar contento?

Pues sí, el hombre está contento. ¿Será que en su personalidad digna de estudio esta vez Macri no miente, no fabula ni estafa como siempre? O que esta vez es diferente, que miente sí, que dice “me voy con las manos limpias” (¡qué caradura!) pero además de montar un nuevo fraude está de contento de verdad.

Tal vez lo está porque al fin se va del gobierno, de la obligación diaria de tener que hacer como si trabajara. El, que necesita tomarse vacaciones a cada rato, debe sentir que se acaba esa pesadilla.

¿O será que Macri se siente en mejores condiciones de disputar el liderazgo de la derecha argentina? ¿Será eso: que su sonrisa lobuna y sus orejas en punta son una señal para los suyos, para que sepan que la presa es suya, que quiere quedarse con la oposición; que conserva algún poder y, además, que no irá preso?

¿Estará contento porque para hombres como Macri es mejor el lugar de opositor sin mayores pegas, porque puede criticar sin fundamento y alardear todo el tiempo de poder hacerlo mejor? Al fin y al cabo, aún con blindaje mediático un gobernante está sujeto al escrutinio público, como lo demuestran las últimas elecciones. 

¿Estará contento porque hizo con los bienes del Estado todos los negocios que se le antojaron y benefició a sus amigos y socios como nunca antes lo hizo un presidente? ¿Por qué le importa un bledo que se note?

¿Estará contento porque es un sujeto que no conoce la culpa, el arrepentimiento o la depresión, porque en su psicopatía nada le pesa ni existe el fracaso?

¿Estará contento porque al precio enorme de estrellar el país, logró lo que él y su clase social buscaban: bajarle el salario a los argentinos?

Tal vez sean estas u otras las razones pero, sí, esta vez el ‘gato’ no sólo simula, además está contento.


/ En la misma sección
/ Columnistas
Elecciones en México: balas y votos
/ Columnistas
Qué es el síndrome de burnout