Columnistas // 2019-11-03
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Octubre latinoamericano: tiempos plebeyos
A los gobiernos que comenzaron con Hugo Chávez (1999) y continuaron en los primeros 15 años del siglo XXI los unió la idea de superar al neoliberalismo, dar prioridad a las políticas sociales en lugar del ajuste fiscal e impulsar el rescate del Estado contra la centralidad del mercado.


A comienzos de octubre el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, aplicó un plan de estabilización (ajuste) de acuerdo a las recomendaciones que le hizo el FMI y la reacción social no se hizo esperar. A la movilización urbana y estudiantil se sumó la organizada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Tras 12 días de intensas movilizaciones, el gobierno tuvo que ceder y dejar sin efecto las medidas. 

El pasado jueves, 200 organizaciones sociales agrupadas en el ‘Parlamento de los pueblos’ acaban de presentar a representantes de la ONU y del Gobierno, una propuesta que incluye, entre otras, incrementar a 4 %  a la renta de los 270 grupos económicos más ricos de Ecuador, crear un Fondo de crédito agrícola para la economía campesina y microempresas, prohibir el cultivo y semillas transgénicas y derogar los cambios introducidos en el Código Laboral que extiende la jornada de trabajo y exime del pago de horas extras a los empresarios de la agroindustria. 

En Chile, el aumento del precio del pasaje de autobús fue suficiente para reaccionar a 30 años de neoliberalismo y acumulación por despojo. 

El estado de emergencia decretado por el gobierno lleva más de 20 víctimas fatales, torturas y violaciones en comisarías y cárceles, miles de heridos y 5.400 detenidos. El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) investiga la aparición de cuatro personas "crucificadas" en una antena de la 23° Comisaría de Carabineros, ubicada en la comuna de Peñalolén, sector oriente de la ciudad de Santiago. Tres adultos y un niño de 14 años “fueron 'crucificados' en la estructura metálica de la antena de la Comisaría, colgándolos desde las esposas" indica el informe. Aun así, en las calles y de forma transversal en la política, se exige la apertura de un proceso constituyente. 

Evo Morales fue por la cuarta y ajustada reelección en Bolivia. Esto desató un recrudecimiento de la polarización y el interés local y extrarregional por voltear la experiencia del estado Plurinacional. 

En Uruguay el Frente Amplio no logró ganar en primera vuelta y puede perder, en el balotaje del 24 de noviembre, frente a Luis Lacalle Pou. Pero éste último no vino solo, el intento de reformar la constitución e implementar el llamado “Vivir sin Miedo” fue plebiscitado en esta oportunidad, aunque no logró alcanzar el 50%. 

¿Qué proponía la reforma? entre otras, crear una Guardia Nacional de 2.000 militares que colaboraran con la policía y habilitar allanamientos nocturnos -actualmente están permitidos sólo de día- en casos “fundados”. El intento estuvo cerca, pero “Milicos Nunca Más” se escuchó en las calles de Montevideo.

En Argentina en las elecciones del 27 de octubre triunfó el Frente de Todos en primera vuelta con Alberto Fernández. La ciudadanía con su voto le puso fin al sueño reeleccionista de Mauricio Macri y con ello se desvaneció también la troika neoliberal del Cono Sur que esperaban consolidar Jair Bolsonaro, Sebastián Piñera y el presidente derrotado.

 Como parte de una nueva geografía política regional, el nuevo presidente de la Argentina ha optado por el progresista México de López Obrador como primer destino de su visita y no por el ultraderechista Brasil, como fuera la tradición. 

A los gobiernos que comenzaron con Hugo Chávez (1999) y continuaron en los primeros 15 años del siglo XXI los unió la idea de superar al neoliberalismo, dar prioridad a las políticas sociales en lugar del ajuste fiscal e impulsar el rescate del Estado contra la centralidad del mercado. Fueron gobiernos refractarios de los tratados de libre comercio con los Estados Unidos y buscaron la integración regional.  

Difícilmente esta escena se repita en términos de proyección y articulación regional, pero sin duda la convulsión que estamos viviendo al menos pone de manifiesto los límites de la estrategia de la derecha latinoamericana. Igualmente aprendimos que el neoliberalismo, no es sólo mercado y especulación financiera, es también un proyecto cultural y político que pocas veces pregona pero cotidianamente construye. 

América Latina transita tiempos plebeyos en sus calles y en sus urnas, pero el final sigue abierto.


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