Columnistas // 2019-10-29
_
Un triunfo muchas lecturas
Acalladas las emociones del festejo liberador del domingo por parte del peronismo y sus aliados agrupados en el Frente de Todos, no es intención de esta columna refrenarlo ni aún disminuirlo, pero sí conocer, en una rápida primera mirada, cómo quedó el campo de batalla simbólico luego de la disputa electoral del 27 O.

F????????????

 La idea es que estas líneas sirvan para recuperar fuerzas a partir de revisar la gravedad de las heridas para cumplir con el rol opositor que la voluntad del pueblo mendocino ha asignado a esta fuerza política. Es claro que las mayores alegrías vinieron desde los distritos más lejanos del Gran Mendoza y, el estallido mayor, eufórico, desde fuera de los límites provinciales.

 

En un primer abordaje estadístico que consideramos obligatorio para la comprensión de lo ocurrido, debemos tomar en cuenta que en las presidenciales del domingo 27 de octubre votaron cerca de un millón y medio más de personas que en las PASO, lo que representa el 80,86% del padrón (algo más de 26 millones y medio de electores). 

 

La participación pretendida por el macrismo quedó a unos cuantos pasos del 83% por los que bregaban denodadamente, estrategia que, a la luz de los resultados provisorios, no estaba equivocada. No obstante, quedó en un orden de votantes similar a las generales de 2015 y más de cuatro puntos por encima del 76,42% de agosto pasado.

 

El resultado final de 48% para el Frente de Todos representa un clarísimo triunfo político de la fuerza unificada F&F y de la política entendida como construcción colectiva, que demostró ser mucho más que la suma de las partes o de una estratagema pergeñada por una hábil ventrílocua llamada Cristina, como refunfuñaban hasta el hartazgo sus detractores mediáticos. Fue como decíamos un triunfo contundente, que reviste de una legitimidad indiscutible al presidente electo Alberto Fernández. Alberto, en base a su oficio político, ha sabido ampliar su plataforma de apoyo mucho más allá de los límites difusos del peronismo.

 

La novedad, en cierta medida esperable, de la jornada electoral de octubre la representa la altísima polarización observada tanto en los resultados nacionales como en los provinciales: la suma de las 2 fuerzas más votadas es cercana al 90% en ambos casos, sin balotage. Cifras éstas sólo comparables a los primeros 80, cuando se disputaban la hegemonía el peronismo y el viejo radicalismo alfonsinista.

 

Víctima de esta fuerza centrípeta irrefrenable, sucumbieron las opciones que se planteaban como alternativa, al menos legislativa. Entre ambas contiendas, Lavagna perdió 2,05 puntos porcentuales, unos 332 mil votos. Y de los otros siete frentes que se presentaron en las PASO -de los cuales solo tres llegaron a las elecciones de este domingo-, unos 824 mil votos se volcaron también a las dos principales fuerzas políticas. Y también se redujo a la mitad los 1,2 millones de votos nulos y en blanco de las primarias.


 

Los observadores, ya sean académicos o embanderados políticamente, intuyeron que la campaña pastoral encabezada por Macri, el #Si se puede, estaba destinada a fortalecer las convicciones de la ancha franja que comulga con los preceptos de una democracia formal “republicana”, un liberalismo económico sin escrúpulos y una escasa sensibilidad con los que sufren el modelo, firmemente arraigada en sectores urbanos de clase media y media alta.  

 

Esa hipótesis sostenida por los expertos se demostró al menos parcialmente falsa: en el recorrido de las “no ocurridas” PASO de agosto hasta las generales de octubre, Macri logró sumar unos 2,7 millones de votos, mientras que Alberto Fernández sumó 660 mil votos, siempre de acuerdo a los datos provisorios disponibles. 

 

En pocas palabras, la reducción de la amplia distancia de las PASO se explica porque de cada 10 votos no definidos, 8 fueron para el vacacionista de la quinta Los Abrojos y 2 para el dueño de Dylan. 

 

El saldo final marca una luz de algo más de 2 millones de votos a favor del Frente de Todos. Si los que achicaron la distancia fueron en su mayoría todos los votos perdidos por las demás fuerzas y nuevos votantes o un traspaso más complejo, hoy no es posible afirmarlo pero se intuye que lo primero es lo más probable.

 

En el caso de Macri, creció en casi todos los distritos y logró revertir el resultado de las PASO en cuatro provincias: en Santa Fe una mejora de  9,67 puntos porcentuales(pasó del 33,8% al 43,5%).; en San Luis subió 11 puntos de diferencia; en Entre Ríos subió 8,54 puntos y se quedó con el triunfo con el 44,51% de los votos. En Mendoza logró el mayor avance (12,69 puntos).

 

Resumiendo, Juntos por el Cambio ganó en seis distritos: estas cuatro provincias, la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, las únicas en la que había ganado en las PASO.

 

La ratificación del contundente triunfo de agosto de Axel Kicillof en Buenos Aires fue la piedra angular del triunfo peronista. El Frente de Todos además, logró mejorar su desempeño en ocho distritos de manera moderada. Entre esas mejoras, se destacan las provincias patagónicas de Neuquén, Río Negro y Chubut, donde hubo mejoras entre el 3,5% y el 4% -salvo en Santa Cruz que aumentó 13,7%, llegando al 59,67%-.

 

En la Ciudad de Buenos Aires,  con Matías Lammens a la cabeza, el FT tuvo un avance porcentual módico (2,64 puntos) pero muy valorado pese a no haber llegado a la meta del balotage en la CABA. Los 35,7% representan una cifra simbólicamente importante para un distrito que  históricamente ha sido poco empático con el peronismo. 

 

En Mendoza,  además del aumento del caudal de votantes que pasó de 76% a 82,3% entre agosto y octubre (70 mil más), es un fenómeno en cierta medida esperable ya que se verificó siempre desde la implantación de las PASO en 2011, se dio en cambio un aumento poco previsto por los estudios de opinión previos en la columna macrista/cornejista que requerirá un análisis mucho más complejo y detallado, dado su carácter excepcional. 

 

Así,  JxC sumó 162.000 votos adicionales respecto a las PASO; mientras que el Frente de Todos perdió 11.000 (1 punto porcentual); Consenso Federal 25.700 (2,3 puntos); el FIT 19.500 (1,8 puntos); NOS 19.600 (1,9 puntos) y Despertar  se durmió y resignó 12.000 (1,1 puntos).

 

Macri consiguió triunfos contundentes en el Gran Mendoza, que había sido su talón de Aquiles el 11 de agosto, especialmente en Capital, Godoy Cruz, y Luján de Cuyo, en todos ellos superando el 50% del apoyo en las urnas. También supera esa cifra en Junín. 

 

JxC también ganó en San Carlos, Las Heras, Rivadavia y San Martín y obtuvo resonantes triunfos en comunas que gobierna el peronismo como Tunuyán y Maipú. El primer caso es más sorpresivo.

 

Por su parte, Alberto Fernández se alzó con la victoria en la diagonal árida menos poblada de Mendoza. Triunfó con claridad en Santa Rosa, Lavalle, La Paz y General Alvear. También obtuvo éxitos más ajustados en el resto de los departamentos del sur (San Rafael y Malargüe) y en Tupungato.

 

Una primera conclusión en base a los resultados obtenidos por el Frente de Todos en la provincia de Mendoza, que no pretende agotar los debates necesarios ni cargar la tintas en la cabeza de nadie, a nuestro entender hablan de que la falta de sincronía en los turnos electorales donde se ponían en juego situaciones de poder territoriales y la reciente derrota en el turno electoral de septiembre debilitaron seriamente las posibilidades del triunfo en las categorías Presidente y Vice y Diputados Nacionales, pese a que hubo una recuperación de 2 puntos porcentuales (24.000 votos respecto a lo ocurrido en la de Gobernador). Se perdió una Diputada Nacional posible, pero si se hubiesen repetido los guarismos de agosto, igualmente no hubiese alcanzado para ganar en la provincia (41%)

 

Pese a todo, este fue un domingo glorioso. Nos sentimos tan orgullosamente ganadores como el resto de los 12 millones y medio de argentinas y argentinos que ayudaron, ladrillo a ladrillo, a materializar la promesa ampliamente cantada a voz en cuello durante estos cuatro largos años: ¡Vamos a volver…y  VOLVIMOS!! 


/ En la misma sección
/ Columnistas
Elecciones en México: balas y votos
/ Columnistas
Qué es el síndrome de burnout