Columnistas // 2019-05-12
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Los muertos de Vaca Muerta
Entre 2011 y 2017 la industria hidrocarburífera debió lamentar 21 fallecimientos en todo el país; de ese total 8 ocurrieron en la cuenca neuquina y entre el 2018 y lo que va del 2019 se registraron 8 muertos más.


 Muchas páginas de la historia social y política de los trabajadores en la Argentina hablan el idioma de la muerte, escribió Gabriel Rafart. Una narrativa trazada en la épica de la resistencia, de la lucha política, de la huelga prolongada que concluye junto con la vida de uno o varios de ellos.

Pero aún falta escribir el capítulo que refiere a la muerte como consecuencia de la relación directa con el proceso de trabajo, dice el autor de La minería del carbón y sus trabajadores en la Argentina (1998).

Y en esa historia de muertes laborales, los mineros ocupan el primer lugar. Allí están para atestiguarlo a lo largo del tiempo, los mitayos de la plata en Potosí, los trabajadores del salitre de Atacama, los del cobre chileno, los del carbón y el petróleo en la Patagonia argentina,

En la actualidad, según el boletín estadístico del Instituto Argentino del Gas y el Petróleo, entre 2011 y 2017 en todo el país la industria hidrocarburífera debió lamentar 21 fallecimientos; de ese total 8 ocurrieron en la cuenca neuquina y entre el 2018 y lo que va del 2019 se registraron 8 muertos más.

Muertes provocadas en perforación de un pozo (Cesar Poo), por impacto de una roca (Julio Sánchez), por quemaduras resultado de una explosión (Daniel Torres y Marcelino Sajama), por aplastamiento en la caída de una llave de 400 kg o una válvula suspendida a dos metros (Miguel Angel Chocola y Mauricio Segura), por intoxicación y sumersión en una pileta de purga (Cristian Baeza y Maximiliano Zappia)

El secretario del Sindicato de Petróleo y Gas privado y senador nacional por el Movimiento Popular Neuquino, Guillermo Pereyra, reconoció que “algo está fallando”, lástima que el reconocimiento llega después de haber firmado la adenda en enero del 2017 que modificó el régimen laboral y flexibilizó las condiciones de trabajo.

Entre esas condiciones se encuentra la posibilidad de montar y desmontar equipos de perforación y realizar otras tareas de servicios especiales en horario nocturno. El modelo se tomó de los no convencionales de Estados Unidos, una industria con más 170.000 operarios que en los últimos tres años contabilizó más de 1.500 víctimas fatales.

Otras de las condiciones impuestas por las empresas fue la instalación de un diagrama laboral 2x1, es decirdos día de trabajo por uno de descanso, que en la práctica suelen ser 14 días de trabajo por siete de descanso.

En un régimen de estas características, de extensas y continuas jornadas laborales, responsabilizar a los operarios por sus propias muertes y hablar de “fallas humanas” como se ha hecho, resulta inaceptable.

Cuenta Rafart que en 1943 una explosión en la boca de la mina Santa Marta, explotada por la Compañía Industrial y Minera Taquimilan, provocó la muerte de dos operarios y antes de que llegase a apuntalarse las galerías, una nueva voladura dejó otros cinco muertos. Como sus cuerpos nunca se fueron hallados, la empresa se negó a pagar indemnización a las familias.

En agosto de 1947 quince mineros perdieron la vida en los yacimientos de asfaltita de Auca Mahuida, este constituyó uno de los siniestros más grande la historia de neuquina, al punto que despertó la preocupación del Congreso de la Nación que dispuso la formación de una comisión investigadora sobre los sucesos.  

En 1951, en la mina de San Eduardo en el norte de nuestra provincia, una explosión seguida de incendio terminó con la vida primero de 4 trabajadores y luego de otros 6. Tiempo después el emprendimiento sería desmontado

Queda claro que en la actividad minera, la previsión por hacer más seguro el proceso de trabajo no está contemplada en las prioridades de las poderosas empresas contratistas. A pesar de la enorme rentabilidad obtenida, la rudeza del recurso que se explota se torna también rudeza de las condiciones de su extracción.

Siempre en las muertes laborales hubo y hay fallas humanas, y generalmente son la del empresario voraz, la del sindicalista cómplice y la del funcionario ausente.


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