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El presidente Mauricio Macri se prepara para un domingo especial. Cuando tenga en sus manos el resultado de las elecciones en Neuquén se sentirá feliz, aliviado o triste. Todo indica que la primera opción es la más improbable.
En cualquier caso, su “estado” irá más allá del domingo para dar cuenta de lo que pueden ser sus últimos meses en el poder. La votación para elegir al gobernador neuquino es el comienzo de una extensa serie que marcará un horizonte, y tal vez un límite infranqueable, a su deseo reeleccionista.
Entre la elección de hoy en Neuquén y los comicios para elegir gobernador en Santa Fe y San Luis el 16 de junio próximo hay 98 días y 19 elecciones. En ninguna de ellas el macrismo de pura cepa es favorito.
Es cierto que en algunas provincias el oficialismo tiene más chances que en otra, en Mendoza por ejemplo, pero las tendrá con un candidato de la UCR, que a cómo están las cosas entre los dos principales socios de Cambiemos sabe a demasiado poco para las aspiraciones presidenciales.
El camino que se inicia hoy representa un verdadero vía crucis para el presidente, que puede llegar a las primarias nacionales del 11 de agosto sin siquiera un triunfo propio.
Si esto resulta así, en cada estación de la derrota verá crecer, todavía más, las ínfulas de un radicalismo que ahora se anima más a discutir los beneficios de su candidatura como la autoestima de un peronismo que, aún dividido, se siente cada vez más cerca de la Casa Rosada.
Se dobla, ¿y se rompe?
El presidente intentó que internas y comicios provinciales corran a la par de las elecciones nacionales, apostando a que el arrastre de los votos locales disimulen, al menos en parte, el poco entusiasmo que despierta en la ciudadanía la posibilidad de que sea reelecto.
La mentada recuperación económica, que hoy sería sinónimo de frenar la caída en picada de la calidad de vida de buena parte de quienes lo llevaron al gobierno en 2015, haría lo demás.
Solo evitó desdoblar los comicios, y con fórceps, en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires, donde Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal lo aceptaron a regañadientes.
Los socios radicales fueron un poco más allá. Jugaron a la mancha venenosa y ni siquiera disimularon el espanto de quedar “pegados” a la cada vez más alicaída de la imagen presidencial.
El gobernador de Mendoza y presidente de la Convención Nacional del radicalismo, Alfredo Cornejo, decidió que las PASO de su provincia sean el 9 de junio y la elección el 29 de septiembre, mientras que su correligionario Gustavo Valdés ni siquiera consideró que en Corrientes no se elige gobernador este año y fijó las elecciones legislativas para el 2 de junio.
Si algo faltaba era el anunció de esta semana del gobernador de Jujuy, el también radical Gerardo Morales, quien también optó por el “despegue” y fijó la elección de autoridades provinciales para el 9 de junio.
En provincias que no definieron fecha, como Tierra del Fuego, Formosa, Salta o Chaco, todas gobernadas por el peronismo en sus distintas variantes, las posibilidades de un triunfo macrista son más que remotas. En las que decidieron unificar, como Catarmarca y posiblemente Santa Cruz, las chances de Cambiemos dependen del senador radical Eduardo Costa.
Adelante radicales
Junto a la imposibilidad de unificar los comicios en todas las provincias gobernadas por Cambiemos el macrismo vio crecer las ínfulas de una UCR que hasta entonces lo había acompañado casi sin levantar la voz.
El único socio que le aporta estructura y gobernabilidad fuera de Buenos Aires sintió que podía pedir más en la noche del 17 de febrero, cuando se abrieron las urnas de la interna que enfrentó a radicales y macristas en La Pampa.
El radical Daniel Kroneberger le dio una paliza a un macrista de pura cepa como el ex secretario de Deportes Carlos Mac Allister (66 % a 34 %), lo que animó a muchos radicales, con el correr de los días, a desafiar la candidatura de Macri pidiendo a través de los medios que la coalición oficialista dirima su candidatura presidencial a través de las PASO.
La revuelta radical tuvo dos episodios contundentes la semana pasada. Una fue el mencionado desdoblamiento de las elecciones jujeñas. El otro los protagonizaron gobernadores y pesos pesados del partido en Corrientes, donde ratificaron su presencia en Cambiemos pero pidieron cambios en la política económica, como el freno al tarifazo, medidas que favorezcan el consumo y el estímulo a las pymes.
Si bien algunas gobernadores, como Gerardo Morales, salieron a poner paños fríos y a decir que una interna en el oficialismo debilitaría la imagen presidencial, el debate no está cerrado y el planteo de un Cambiemos sin Macri puede crecer de la mano del deterioro de la situación social y de una economía que no levanta vuelo.
Caminante no hay camino
Después de las elecciones en Neuquén el camino hacia la primera gran cita nacional de las PASO del 11 de agosto tendrá como escenario la provincia de Córdoba, donde el 17 de marzo los radicales Mario Negri y Ramón Mestre disputarán una interna que ya tiene ribetes escandalosos, denuncias judiciales incluidas.
Casi un mes más tarde, Cambiemos intentará arrebatarle la gobernación a Juan Schiaretti (Alternativa Federal) después de dos décadas de gobierno peronista. Un escenario también difícil para el gobierno, que llegará a fines de marzo con las PASO de San Juan, donde el candidato del gobernador Sergio Uñac, Manuel Orrego, pica en punta.
El 7 de abril será el turno de la elección de gobernador en Río Negro y de las PASO en Chubut, otros dos distritos donde el peronismo puede resultar vencedor.
En el primer caso el actual gobernador, Alberto Wereltineck, obtuvo esta semana el aval de la Justicia provincial para presentarse, y si la Corte Suprema no dispone lo contrario competirá con el también peronista Martín Soria y con Lorena Matzen de Cambiemos.
En Chubut el peronismo tendrá dos expresiones: el gobernador Mariano Arcioni y por otro lado otra candidatura justicialista que se dirimirá la interna. En ese contexto también es un radical el único que puede llevar una sonrisa a la Casa Rosada, Gustavo Mena.
Una semana después se votará las PASO en Entre Ríos, donde todo el peronismo apoya la candidatura de Gustavo Bodert, el gran favorito. Por Cambiemos se presentará el diputado radical Atilio Benedetti.
El 21 de abril será el turno de la interna en San Luis con un enfrentamiento inédito entre Aldofo y Alberto Rodríguez Saá, que seguramente dejará rezagado a Claudio Poggi, el candidato de Cambiemos.
Siete días después será el turno de las internas en Santa Fe, donde el gobernador Antonio Bonfatti tendrá en los peronistas Omar Perotti o María Eugenia Bielsa a su principal rival. Por Cambiemos irá el intendente radical de la capital provincial, José Corral.
La Pampa votará gobernador el 19 de mayo con el peronismo como claro favorito en la figura de Sergio Ziliotto, en tanto que junio comenzará con una triple elección el segundo día del mes: Corrientes (legisladores, con el radicalismo como favorito), San Juan (gobernador, el peronismo con amplia ventaja) y Misiones (el gobernador Hugo Passalacqua va por la reelección por el Frente Renovador por la Concordia Social).
El 9 de junio se elegirá gobernador en Entre Ríos, Chubut, Jujuy y Tucumán, donde por el peronismo se enfrentarán Manzur con Alperovich y Cambiemos todavía no definió candidato, y las internas en Mendoza. En tanto, el 16 elegirá gobernador San Luis y Santa Fe.
A cara o cruz
Con este panorama los sueños de reelección del presidente Macri dependerán en buena medida de lo que ocurra en las PASO nacionales del 11 de agosto, donde se votará también en la ciudad de Buenos (Cambiemos se hace fuerte) y en la provincia de Buenos Aires (el peronismo tiene mayores chances).
Ese día se sabrá si el radicalismo hizo valer el vía crucis que deberá recorrer el presidente a lo largo de casi 100 días y 19 elecciones para llegar con chances a las primarias e impuso al candidato a vicepresidente o si logró, al menos, competir con fórmula propia contra el líder del Pro.
En cualquier caso nada de esto puede ser suficiente para el oficialismo, en cualquiera de sus versiones, si las turbulentas aguas de la economía no logran por lo menos estabilizarse.
También el peronismo será otro después de esta suerte de maratón electoral sacudida por los vaivenes de la política económica y la situación social. Las elecciones en las provincias, ya sea de autoridades o primarias, servirá para dirimir fuerzas entre el bloque que conforman el justicialismo y el kirchnerismo por un lado y Alternativa Federal de Massa y Urtubey por el otro.
Será entonces, a partir de esta noche, que la Argentina emprenderá un camino que la puede llevar a cambiar de fisonomía.