_

El bienestar económico de una sociedad depende de dos factores: 1) el nivel del PBI y su tendencia en el tiempo y, especialmente, el PBI por habitante, que indica el promedio individual del producto generado en un año; y 2) de la distribución que se hace de ese producto; cuanto mayor sea la equidad distributiva mayor será la salud económica de esa sociedad. Ambos factores son independientes: puede darse una sociedad en crecimiento con mejor o peor distribución; hay ejemplos históricos de todos los casos posibles.
¿Qué ha pasado en nuestro país en los últimos tres años de gobierno de “Cambiemos”?
1-Con respecto al PBI, según las cifras oficiales, este ha seguido el derrotero siguiente: -1,8% para el 2016, 2,9% en el año 2017 y -2,4% en el último año. De acuerdo a estas tasas, el PBI en el año 2018 ha sido 1,4% menor que el del 2015. Cabe señalar que para este año se espera una nueva caída del 0,5% según el presupuesto nacional, de 1,6% según el FMI y del 1,9% según la estimación de la CEPAL. Es decir, según todos los análisis, se espera una nueva disminución del producto global.
Mientras tanto la población argentina ha crecido aproximadamente un 3%, lo que significa que en promedio cada habitante de Argentina recibe, en términos reales, un 4,4% menos que en el año 2015. Según el FMI esa pérdida, al fin del año, cuando finaliza el plazo del gobierno, será del 7%.
2-La distribución del producto. Existen varios índices para medirlo, pero internacionalmente el más usado es el Índice de Gini, que en realidad es el índice de desigualdad: 0 si esta no existe (cada ciudadano tiene un ingreso equivalente al promedio global) y 1 para la injusticia total: una elite recibe el 100% del ingreso y el 90% de la población nada. Lógicamente, ambos extremos son inalcanzables y en la práctica el índice estará entre ambas cantidades: cuanto menor sea mejor es la distribución.
Según los especialistas, en la distribución influyen diversos factores, como el proceso contemporáneo a reducir la brecha salarial entre el trabajo calificado y el no calificado, consecuencia de la universalización de la educación y de la automatización de las actividades, que tiende a mejorar la distribución, o la tendencia a la concentración de la riqueza, que la empeora. Pero el factor realmente importante es la política económica y social del gobierno de turno.
Esto último lo demuestra la historia argentina contemporánea: desde 1946 a 1974 la distribución fue mejorando, con algunos relativamente breves interrupciones (por ejemplo, en el año 1955 y siguientes), para llegar finalmente a un Índice de Gini del 0,347, que todavía es el record histórico para nuestro país. A partir de 1975 cambió la tendencia de la distribución (lo proporción de los ingresos globales que correspondió a los trabajadores cayó del 48,5% en 1974 al 30,4% en 1978); como consecuencia, con algunas oscilaciones, el índice fue empeorando hasta alcanzar el valor de 0,529 durante la hiperinflación del año 1989. En los primeros años de los ’90 mejoró (0,445 en 1992) pero rápidamente, con la política neoliberal de Cavallo y posteriormente De la Rúa, empeoró, hasta llegar al peor registro histórico de nuestro país: 0,534 en el 2002.
En los doce años siguientes en casi toda América Latina se presenta una sensible mejora de los índices distributivos, consecuencia de las políticas sociales implementadas en esa época: Bolsa de Familia en Brasil, Programa Progresa en México o la AUH (Ayuda Universal por Hijo) en nuestro país. Aquí se sumó el sensible aumento del salario mínimo, las paritarias salariales libres, la moratoria jubilatoria y la actuación automática de los haberes jubilatorios y de las pensiones. El índice de Gini mejoró hasta 0,415. A partir de diciembre del 2015 volvió a cambiar la tendencia, empeorando el índice a 0,437 (“El Economista”, 31-1-19; corresponde al 1° trimestre del 2018, antes de que la crisis cambiaria y el aumento de la inflación lo empeorara).
Otro índice utilizado para medir la desigualdad es la división del ingreso que recibe el 10% más rico de la población por lo que percibe el 10% más pobre. Según las cifras del INDEC, esa relación pasó de 17 en el 2015 a 19,2 en el 3° trimestre del 2018. Los más ricos ganan más a costa de una pérdida del ingreso de los más pobres.
En resumen, en estos tres años el bienestar económico de los argentinos tuvo una pronunciada caída debido a la disminución del ingreso promedio y a una peor distribución del mismo.