Columnistas // 2018-12-30
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Aniversarios
Los aniversarios suelen ser también una oportunidad para volver a elegir cómo y con quién transitar el tiempo que viene. La sabiduría está en no dejarla pasar.


 2018 fue un año de aniversarios. A nivel mundial se cumplieron 100 años del fin de la Primera Guerra y con esto, según el historiador Eric Hobsbawm, también finalizaba el siglo XIX.

Fue el cincuentenario del ‘Mayo francés’, vidriera universal de la revuelta estudiantil contra el capitalismo y el consumismo, pero también expresión de nuevas sensibilidades que mostraban su cercanía con los procesos de descolonización del Tercer Mundo, con la revolución de las ideas, con la expansión de derechos y con la entrada de los jóvenes y las mujeres en la política.

En Argentina se cumplieron también cien años de la Reforma Universitaria que pondría fin a la impronta elitista de la educación superior y cincuenta años de la creación de la CGT de los Argentinos. Expresión esta última de un nuevo sindicalismo y de una nueva escena política- social desafiante de la saga militar de dictaduras endémicas en nuestro país

1918 no fue un año cualquiera. El fin de la guerra traía el ocaso de la llamada edad de oro del Liberalismo y un nuevo mapa ideológico. En Europa el Fascismo, el Nazismo y el Socialismo de la Revolución de Octubre serían los protagonistas de los años por venir. En América Latina la crisis del régimen oligárquico sepultaba las aspiraciones de eternización en el poder de las elites propietarias y abría paso a la representación de los sectores medios, de los campesinos y de los primeros núcleos obreros.

El 68’ más que un año fue la marca de una época. Movimientos sociales, políticos y culturales anti sistema desbordaron los márgenes impuestos y una geopolítica de la revuelta se apoderó de las calles, de las fábricas y de las iglesias.

Como suele hacerse en la vida personal, los aniversarios sirven para poner en relación el antes y el ahora, revisar los sueños cumplidos y los que se abandonaron y replantearse el horizonte, pero también el camino.

En esta ocasión la comparación no es alentadora. Como mínimo perturba, por no decir amenaza.

El 1 de enero del 2019 asumirá la presidencia de la República Federativa del Brasil Jair Bolsonaro, un exponente de las nuevas-viejas   sensibilidades autoritarias que en América Latina y en Europa comienzan a vaciar de contenido igualitario al régimen democrático. La vuelta a una nación restrictiva, anti diversa y excluyente parece ser el camino elegido por la sociedad brasilera. Una estampa del Brasil pre bélico.

En Argentina el centenario de la reforma universitaria pasó inadvertido para un gobierno que tomó la decisión de desfinanciar el sistema científico- tecnológico, cerrar escuelas e institutos de formación docentes, atacar a los y las docentes y dejar caer en la rodada la educación pública. Nada que festejar, mucho que olvidar.

El 2018 fue -en la administración nacional- el año de las furias, esas mitológicas deidades vengativas. Furia contenida por muchos años contra cualquier esfuerzo por construir una república de iguales. Así la elite gobernante manifestó su furia contra el pasado Estado de Bienestar, contra el movimiento obrero, contra los pueblos originarios, contra los pobres y contra cualquier colectivo que se oponga a la desigualdad. Setenta años atrás con ‘V’ de venganza.

Pero el 2018 fue también el año de explosión callejera del Movimiento de Mujeres y en esto algo de aquel aire libertario del 68’ perfumó la escena.

El debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo puso en agenda   las nociones de salud reproductiva y de la responsabilidad estatal en la provisión de servicios adecuados. El #NiUna Menos y el #MiraComoNosPonemos tensionaron exitosamente la malla de hipocresía y violencia sobre la que reposa la cultura patriarcal en la Argentina.

Los aniversarios suelen ser también una oportunidad para volver a elegir cómo y con quién transitar el tiempo que viene. La sabiduría está en no dejarla pasar.

Vaya entonces un ¡mejor 2019!


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