_

Finalizando el siglo XIX las intenciones deEstados Unidos de participar activamente en los asuntos políticos de Latinoamérica quedaron plasmadas en la convocatoria a una conferencia interamericana. En 1881 el secretario de Estado, James Blaine, invitó a los países de la región a conformar una organización multilateral bajo el concepto de un sistema panamericano dirigido por el gobierno de Washington.
El objetivo económico de esta reunión buscaba la creación de una unión aduanera. Con ella, Gran Bretaña y demás países europeos serían excluidos de sus posiciones comerciales y financieras liberando el camino para la producción y la banca estadounidense. En lo político, se trataría de establecer un sistema de arbitraje obligatorio siendo los Estados Unidos garante de la pax americana.
Las dos ideas maestras de la diplomacia norteamericana no fueron aprobadas. Los delegados latinoamericanos reconocieron que el arbitraje obligatorio afectaría la soberanía política de sus países y la unión aduanera traería beneficios económicos sólo para aquel país, mientras que a los del sur les convendría conservar su libertad de comercio y mantener un equilibrio de intercambio con Europa
En ese contexto José Martí, mentor de la independencia de Cuba, escribió el ensayo “Nuestra América” (1891). El título elegido no era más que un abierto desafío a las pretensiones hegemónicas mencionadas y repuesta a la máxima de ’América para los americanos’ de la vieja Doctrina Monroe.
El escrito comienza con una suerte de alerta frente a la amenaza del norte y un planteo de horizonte catastrófico para Hispanoamérica. Sin embargo, a medida que avanza la lectura, el argumento varía y nos invita a observar aquello que no se ha hecho tan mal. El mensaje, en un inicio, nospropone identificarnos con una realidad americana que es deplorable, luego nos muestra que esa América ha logrado cosas increíbles con materiales poco promisorios y por último nos advierte que esto no alcanza, porque el proceso llevado adelante no ha tomado el camino adecuado.
“Nuestra América” constituyó un manifiesto político cuya vigencia se fue retroalimentando de cada avance y retroceso en la disputa por la autodeterminación de estas sociedades. Hace apenas unos días, pudo leerse algo de esto en las palabras del presidente de Bolivia a Donald Trump en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: “A Estados Unidos no le interesa la democracia, si así fuera no habrían financiado golpes de Estado y apoyado a dictadores… no le interesa el multilateralismo, ni el acuerdo climático… a Estados Unidos no le interesan los derechos humanos ni la justicia. Si así fuera firmaría los acuerdos internacionales y no separarían a niños migrantes de sus familias ni los pondrían en jaulas”, concluyó Evo Morales.
También se sintió aquel llamado a la autenticidad americana reclamada por Martí, cuando el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez le regaló a su par Barak Obama -con un gesto de irónica cercanía- el libro de Eduardo Galeano “Las Venas abiertas de América Latina”.
Y aquel “gigante con botas de siete leguas” que denunciara el poeta cubano retornó bajo otro rostro para impedir que el otro gigante de Nuestra América, Brasil, se encuentre hoy privado de elegir al referente de las mayorías populares. Las palabras con que recientemente Luiz Inacio ‘Lula ‘da Silva -preso político del régimen- agradeció a la Universidad Nacional del Comahue el otorgamiento de su Doctorado Honoris Causa, habla de ello:“En América Latina el neoliberalismo ataca utilizando importantes segmentos del Poder Judicial y del Legislativo,a través de medidas de excepción, para apartar a presidentes legítimamente elegidos, injustamente perseguir y arrestar a líderes populares, e imponer políticas de austeridad que apuntan a beneficiar el capital especulativo… siempre con el sacrificio de la soberanía nacional… Estamos demostrando que la tarea que todos tenemos por delante es la de resistir y al mismo tiempo avanzar para derrotarlos”.
Tal vez sea cierto aquello de que América Latina no ha hecho las cosas tan mal.A pesar de todo, todavía camina y siembra.