Columnistas // 2018-09-30
_
“Lula”, doctor honoris causa de la UNC
El camino del crecimiento pasa por la integración latinoamericana, es la forma de cumplir con el sueño de independencia y modernidad de San Martín y de Bolívar, y de tantos luchadores latinoamericanos que le sucedieron y que hoy se simbolizan en ex presidente brasileño.


 El 27 de setiembre la Universidad Nacional del Comahue designó por unanimidad doctor honoris causa a Luis Ignacio “Lula” Silva. Es un merecido reconocimiento a un luchador de la unidad latinoamericana. Completando el acto, la representante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) local, Noemí Labrune, donó a la Facultad de Economía una excelente pintura de la artista plástica Marta Such titulada “Latinoamérica resiste” que, si bien se refería a la resistencia al ALCA, tiene una enorme actualidad en estos momentos.

Ambos actos se complementan como un homenaje a “Lula”, uno de los abanderados contemporáneos del sueño de Bolívar y San Martín de la unidad latinoamericana.

Uno de los próceres que acompañó en este ideal a San Martín fue Bernardo José Monteagudo, que muchos historiadores tratan de acallar porque les molesta esa faceta americanista del “Padre de la Patria”. Monteagudo participó con San Martín de la Logia Lautaro y lo acompañó en la campaña de liberación de Chile y Perú; fue su hombre de confianza con absoluta identificación ideológica y política, al punto que lo designó ministro de Guerra y Marina en el primer gobierno independiente del Perú, a los que después sumó los ministerios de Gobierno y de Relaciones Exteriores de San Martín. Para que no hayan dudas respecto a la idea que defendían, basta recordar que Monteagudo, en 1811, fue el autor del primer proyecto de constitución del Cono Sur americano y, cuando fue asesinado en Lima, dejó inconcluso el trabajo que tituló “Ensayo sobre la necesidad de una federación general entre los estados hispano-americanos y plan de su organización”.

Ese ideal latinoamericanista tuvo un momento de esplendor durante el gobierno de Lula en Brasil, acompañado de los demás presidentes: Kirchner, Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, José “Pepe” Mujica y Fernando Lugo, que lograron el Mercosur ampliado, la fundación de Unasur (2008) y un proyecto que quedó pendiente: la creación del Banco del Sur para colaborar en la independencia económica y financiera de nuestros países.

Luego de la destitución del PT en Brasil y de las elecciones en Argentina ese proyecto quedó archivado y, en su lugar, apareció el eslogan de “integración al mundo”, que implicaba libre comercio con Estados Unidos, con la Unión Europea y la integración a la Alianza del Pacífico (creada en 2012 por Chile, Perú, Colombia y México, todos con acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, en oposición al Mercosur).

Esa “integración al mundo” ignora que desarrollo y subdesarrollo son dos caras de la misma moneda y son consecuencia de un sistema mundial organizado en base a relaciones asimétricas entre un centro dominante y una periferia dominada.

Ignora que las características de la periferia son una estructura productiva desequilibrada con sus secuelas de actividades de enclave, industria no integrada con gran dependencia del exterior, fuerte diferencias de salarios y de los ingresos en general, que genera sectores de alto consumo mientras condena al hacinamiento y a asentamientos precarios a una amplia proporción de la población. Como dice el economista Samir Amín “A medida que crece la economía, cada una de estas características que definen a la periferia, no se atenúa sino que, por el contrario, se acentúa. Mientras que en el centro el crecimiento es desarrollo, es decir que integra, en la periferia el crecimiento no es desarrollo, porque desarticula. De hecho, en la periferia, el crecimiento basado en la integración al mercado mundial es desarrollo del subdesarrollo”.

Por esa razón Amín, en el libro “La desconexión” (1988), escribió sobre la necesidad de que los países de la periferia traten de desconectarse del sistema capitalista mundial, ya que el carácter desigual del desarrollo está en la esencia del sistema, y traten de establecer relaciones entre sí como forma de lograr el desarrollo en conjunto.

Por eso el camino del crecimiento pasa por la integración latinoamericana, donde el Mercosur fortalecido e independiente y el Unasur como herramienta política son los primeros pasos; son la forma de cumplir con el sueño de independencia y modernidad de San Martín y de Bolívar y de tantos luchadores latinoamericanos que le sucedieron y que hoy se simbolizan en “Lula”.

Por todo ello estoy convencido que la designación de “doctor honoris causa” otorgada por la universidad a Luis Ignacio “Lula” da Silva no sólo es justa sino, también, muy oportuna.


/ En la misma sección
/ Columnistas
Elecciones en México: balas y votos
/ Columnistas
Qué es el síndrome de burnout