Columnistas // 2018-09-16
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Ollas y cacerolas
Entre la olla que alimenta y la cacerola vacía que hace ruido, hay diferencia. La primera expresa la solidaridad entre quienes saben que cuando el Estado se retira, los lazos comunitarios son refugio y nido para pensar alternativas. La segunda es la llamada a la ira y al enojo sin salida.


 Corina de Bonis hace unos días cuando regresaba de haber colaborado con una olla popular para alimentar a cientos de niños y niñas, fue secuestrada, golpeada y torturada con un punzón al escribirle en su vientre “ollas no”.

Entre la olla que alimenta y la cacerola vacía que hace ruido, hay diferencia. La primera expresa la solidaridad entre quienes saben que cuando el Estado se retira, los lazos comunitarios son refugio y nido para pensar alternativas. La segunda es la llamada a la ira y al enojo sin salida.

Entre diciembre del 2001 y marzo del 2002 en la Argentina se registraron 2041 cacerolazos en todo el país, originados por el corralito financiero que significó la inmovilidad de los depósitos bancarios. En el año 2003 el número bajó a 18 y su motivo principal fue la inseguridad. Al año siguiente se registraron 14, de los cuáles ocho fueron en capital federal y el motivo fueron los cortes de luz. Reaparecieron en el año 2012 con epicentro nuevamente en la Capital en protesta a la restricción en la compra de dólares y contra la reelección de la presidenta Cristina Fernández. Y en el 2013 los sectores porteños lo hicieron por el suicidio del fiscal Alberto Nisman y en oposición al gobierno nacional.

La investigación realizada por el Centro de Estudio de Nueva Mayoría, en aquel momento revelaba que esta modalidad de protesta representaba mayoritariamente a los sectores medios urbanos acomodados temerosos de descender en la pirámide social.

Las ollas populares, en cambio, muestran otra cosa. Ponen en evidencia por un lado la crisis alimentaria que viven los sectores menos pudientes, pero por otro expresan la perspectiva colectiva para enfrentarlo.

En el caso de Corina, la iniciativa surgió por la necesidad de enriquecer el Servicio Escolar Alimentario (SEA) que llegaba a la escuela con una vianda fría. Junto a sus compañeras de escuela y a las mamás del barrio esto les pareció poco, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos resultaba la única comida del día. Para entonces comenzaron a recibir amenazas “Si no la cortan son boleta”, “la próxima olla es en Güemes y Roldán” en referencia al cementerio local y después del secuestro, llegó un “ahora siguen ustedes”.

Todavía no se conocen los responsables y tampoco hay indicios de que los estén buscando. Pero si de sospechar se trata, luego de realizarse una multitudinaria protesta por estos hechos, la policía local se encargó de intimidar a estudiantes con un “¿por qué vas al acampe de los maestros de mierda que no van a dar clases?”.

En esta escena tampoco faltó el ejemplo perfecto para comprender la noción de Hanna Arendt acerca de la ‘banalidad del mal’. El comentario de una docente universitaria -que avergüenza a la institución- lo expresó en su tweet“Escríbanle la panza a Baradel que allí tienen lugar para escribir toda la biblia trotska”y “es un crimen de lesa barriga”. Arendt se refería precisamente a aquellos individuos que sin medir consecuencias de sus acciones o de sus palabras, resultan cómplices de actos aberrantes por el sólo fin de cumplir mandatos, órdenes o como en este caso creerse patéticamente graciosa.

Esto último también pone de manifiesto que entre hacer sonar una cacerola y organizar una olla popular hay también grandes diferencias de instrucción. Quien organiza una comida comunitaria debe tener conocimientos previos para poder llevarla a cabo, mientras que reiterar un golpeteo sobre un objeto no requiere más que motricidad.Por eso la ignorancia se perdona, pero la convalidación de la tortura no.

Entre ollas y cacerolas, intereses antagónicos se han venido manifestando en la Argentina de los últimos años. Esto sin duda enmarcado por las diferentes políticas que las administraciones nacionales llevaron a cabo. Hoy el gobierno nacional manifiesta un exclusivo interés por las clases propietarias. Pregunta ¿qué hará con las otras?


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