Columnistas // 2018-08-12
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Democracia fraudulenta
Nunca antes un gobierno, como el actual de Cambiemos, se había estructurado en base al fraude, a la decisión de falsear, tergiversar u ocultar la realidad, como método para llevar adelante su injusta política social y económica, y sostenerse en el poder.


Verdades a medias, mentiras y falsas promesas para endulzar los oídos de los votantes han sido desde siempre moneda corriente en el mundillo político. Baste recordar, para no remontarse muy lejos, lo de “el salariazo” o aquello de “los que depositaron dólares recibirán dólares”.

Por escandalosas que fueran aquellas promesas incumplidas, el engaño como instrumento de construcción y sostenimiento del poder siempre tuvo un límite, dado tal vez por la necesidad de los hombres políticos, de conservar un grado de credibilidad. Dicho de otra manera, las multitudes estafadas terminan siempre por darse cuenta.

Pero nunca antes de la actual gestión de Cambiemos un gobierno se había estructurado en base al fraude; a la decisión de falsear, tergiversar u ocultar la realidad, como método para llevar adelante sus planes y sostenerse en el poder.

Planes cuyo objetivo es el sostenimiento de un esquema social injusto, que sólo beneficia a las clases acomodadas a las que pertenecen quienes hoy gobiernan y al capital extranjero.

El proyecto del grupo gobernante es un gran fraude, no sólo por las falsas promesas que le allanaron el camino al poder -“pobreza cero”, “no volveremos al FMI”, “nada de lo que se haya conseguido se va a perder”, etcétera-, sino porque se sostiene a cada paso con la mentira y el engaño.

El discurso del presidente Macri y de sus principales colaboradores es elusivo y hueco, habla de generalidades propias de un manual de autoayuda para eludir la realidad concreta, y falsea permanentemente los hechos sin ningún pudor.

Contribuye al engaño la labor siniestra de la prensa canalla, que elude describir la gravedad de la crisis provocada por el gobierno e ignora las protestas que este estado de cosas provoca en la sociedad. Los medio son socios del gobierno, o mejor dicho sus cómplices.

La otra pata de este modelo tramposo -administrado por gerentes de empresas contratistas acostumbrados a desplumar al Estado- es el Poder Judicial, que se hace eco de las falsedades de la prensa para perseguir, en sintonía con los planes del gobierno, a los opositores y a los susceptibles de encarnar una alternativa.

Por si hiciera falta algo más, está la amenaza del garrote para los que no agachen la cabeza. Primero con las fuerzas de seguridad y ahora con la pretensión de poner a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior.

Los planes del grupo defraudador coinciden con el libreto de la potencia hegemónica para el continente. Una suerte de “nunca más” gobiernos populares y nacionales que vale igual para lula en Brasil, Correa en Ecuador, o Cristina Kirchner en la Argentina.

En este plan, el endeudamiento y el drenaje permanente de divisas operan como un cerrojo para garantizar el sometimiento a largo plazo. El país queda inerme y así como ayer vinieron por las empresas públicas, hoy vienen por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses y Vaca Muerta, y en el futuro será por el agua o, quién sabe, acaso por el propio territorio.

El ex vicepresidente Boudou fue condenado a casi seis años de prisión sin prueba ninguna en una causa vidriosa, pero en realidad está preso porque les arrebató a los mismos que hoy gobiernan el negocio de las AFJP y eso permitió que los jubilados volvieran a cobrar un haber digno y se sumarán al beneficio más de tres millones de personas.

Milagro Sala está presa porque supo organizar a los sectores populares para gestionar sus propias necesidades de vivienda, salud y educación. Lo que hizo no tiene perdón.

El escándalo de las fotocopias -los “cuadernos” no aparecen por ningún lado- surgió justamente cuando el grupo gobernante estaba contra las cuerdas por los aportes truchos a la campaña y la imagen presidencial se precipitaba al abismo. Es una gran cortina de humo y está destinada a cerrar el paso a una oposición consecuente.

No cabe duda de que si es necesario, el grupo que hoy gobierna y lleva a la práctica el libreto de Estados Unidos, también encarcelará a Cristina.

Cuando se piensa en las similitudes del actual gobierno con momentos oscuros de la historia argentina como la “Libertadora” -poseída de similar afán revanchista e igual desprecio por las mayorías-, se tiende a pensar que aquello fue mucho peor. Pero los hechos están demostrando que lo actual es más perverso y rebuscado, porque se hace en nombre de la democracia.

El pueblo argentino tiene una larga tradición de lucha y resistencia, hoy eso se expresa en la vitalidad de los movimientos sociales, en la combatividad de los docentes y de otros sectores agredidos por el modelo defraudador, y también en la fortaleza de movimiento de mujeres, de una magnitud que sorprende al mundo entero.

Este modelo es tramposo y también violento, sus protagonistas parecen no conocer límites. Lo que proponen es una democracia condicionada, limitada, sin equilibrio de poderes y sin rendir cuentas a nadie.

Después de la peor dictadura de América Latina, la sociedad argentina conquistó una democracia que es su bien más preciado.

Está por verse si es posible gobernar indefinidamente a este pueblo a través del engaño.


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