_

La dolarización de la moneda argentina es una idea que se puede rastrear en artículos académicos de la década de los años 1970, aunque la amenaza concreta de aplicarla aparece en los momentos de crisis económica y financiera profunda, como fue la del año 2001 o la que estamos viviendo.
En un rápido repaso de antecedentes, necesariamente incompleto, podemos citar:
1-A principios del año 1999, cuando la convertibilidad mostraba signos de agotamiento pero Menem buscaba algún resquicio legal para una nueva reelección o, al menos, la digitación de su sucesor, trascendió un plan de dolarización sobre el que se hicieron sondeos en Estados Unidos para su posible implementación (El Día de La Plata, 4-3-99): básicamente consistía en cambiar las reservas internacionales del país, que estaban en bonos del gobierno de Estados Unidos, por billetes dólar, que, a su vez, se canjearían por los pesos en circulación (recuerden que el principio de la convertibilidad era que la emisión de pesos era igual a las reservas internacionales como respaldo del 1 a 1 como tipo de cambio con el dólar), y se pedía que el gobierno norteamericano siguiera pagando el interés que se cobraba en ese momento por las reservas, en compensación al señoreaje cedido. El señoreaje es el ingreso o utilidad que percibe un gobierno o autoridad monetaria como resultado de su poder monopólico para la emisión de moneda.
2-La segunda ola se produjo en el año 2001. Según informó Clarín a principios de diciembre, “el presidente y su ministro de Economía, Domingo Cavallo, estudian hoy la dolarización y confían en que pueda evitar el colapso inmediato de la economía —y del gobierno— pese a los altos costos que, según muchos reconocen, podría tener en el mediano plazo. Aunque la economía local ya está regida por la moneda norteamericana, la dolarización total podría cambiar la vida de los ciudadanos: la política monetaria estaría atada a la de EE.UU. y el Estado podría pagar sueldos y cobrar impuestos en dólares”. Según parece, la idea era esperar a principio del año siguiente para, una vez superada la crisis, hacer el anuncio correspondiente. La magnitud de la crisis lo impidió y luego de la renuncia del presidente De la Rúa y su equipo, la presión vino del lado del sector financiero y sus voceros, que propusieron la dolarización como salida a la profunda crisis de ese momento, a lo que se opusieron los industriales y los sectores relacionados con la economía real y, felizmente para la Argentina, el gobierno interino de Duhalde.
3- Ahora, con la profundización de la crisis, ya comenzaron las voces en favor de lo mismo.
-Según informa El Cronista del 17-1-18, Cachanosky y Ravier propusieron la dolarización de la economía o, como alternativa, un nuevo cambio de la moneda nacional, el dólar argentino, convertible a las demás monedas en función de la cotización de los dólares de Canadá y Australia (en una combinación de, por ejemplo, 50% y 50%), ya que estos países tienen similitud con el comercio internacional argentino.
-El 7 de mayo el economista ultra-liberal Roberto Cachanosky insistió con su idea en una entrevista del Panamá Post, que le pidió 5 sugerencias para el presidente Macri; la última propuesta fue “generar una reforma monetaria que incluya competencia de monedas o dolarización”.
-El 10 de mayo Cristiano Rattazzi, CEO de la Fiat, en un programa televisivo de CNN en español, “puso de nuevo sobre la mesa tres palabras que hacía mucho no sonaban en la Argentina: … ‘dolarizar la economía’". (Fuente “Perfil” 11-5-18)
-El 3 de julio Jorge Ávila publicó en Ámbito Financiero un artículo que tituló “No todo está perdido, Sr. presidente; hay un plan B”, que consiste en la dolarización de nuestro sistema monetario.
-Por último de este rápido repaso de opiniones, está la conocida revista económica internacional Forbes que, con un artículo de su director-propietario, Steve Forbes, elocuentemente titulado “Cry For Argentina: The IMF is Coming” (“Lloren por Argentina: el FMI está llegando”) sostiene que “El presidente conservador, Mauricio Macri está buscando un acuerdo con el FMI … (porque) desde su sorpresiva victoria en 2015, ha sido indiferente a la hora de abordar el gasto descontrolado, los préstamos masivos y el amiguismo desenfrenado”. Para solucionarlo “cuando la crisis pase, Macri debería considerar algo realmente radical: hacer del dólar la moneda oficial de la Argentina”. En el artículo esboza algunas ideas para llevar a cabo la dolarización total.
Son los sectores ultra-liberales asociados a los intereses financieros locales y externos los que la promueven y que se beneficiarían si se aplicara. Se puede suponer que, a medida que se agrave la crisis, se va a incrementar la campaña en pro de un dolarización de nuestra economía.
Hay que tener en cuenta que la dolarización tiene costos muy altos y donde el menor es la pérdida del señoreaje. Significa la renuncia a la soberanía monetaria; a partir de esa medida no existe posibilidad de política monetaria alguna y se establece la absoluta dependencia a las decisiones que tomen autoridades extranjeras en función de los intereses de su propio país. Además, no es un seguro completo contra la inflación, ya que el dólar también está sometido a una permanente desvalorización en el tiempo, claro que a tasas para nosotros muy moderadas.
Y para completarlo, como dice Jorge Fontevecchia (diario Perfil del 12-5-18), “de la convertibilidad se salió con una ley; de la dolarización, casi es imposible salir”. Lo prueba el caso de Rafael Correa que no puso salir de la dolarización a la que se sometió Ecuador.
En el calvario argentino, la dolarización es lo último que nos falta.