Columnistas // 2018-07-15
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La nueva bicicleta financiera
En dos años y medio, el actual gobierno se ha endeudado a un ritmo desconocido, aumentando el endeudamiento en 80.000 millones de dólares en los primeros dos años. El mayor incremento se dio en la deuda externa, que superó por su monto a la interna


Cuando se trata el problema de la deuda pública es necesario distinguir entre la deuda externa y la interna. La diferencia entre ambas radica en que la primera está dada en moneda extranjera (mayoritariamente en dólares pero también en euros y yenes) mientras que la segunda está nominada en moneda nacional. En este último caso, son obligaciones de pago futuro que ciudadanos radicados en nuestro país deberán efectuar (mediante el pago de impuestos) a otros ciudadanos también radicados aquí; se trata de transferencias entre contemporáneos; como los receptores de ese ingreso normalmente son inversionistas, es muy probable que lo destinen a nuevos documentos de deuda pública, de forma tal que ellos mismos financien –al menos en parte- el pago de la obligación anterior; además, como el estado cuenta con el poder de emisión de dinero y cuenta con varios recursos de la política monetaria para cumplir con los pagos. Por el contrario, en la deuda externa el pago de intereses y la devolución del capital debe realizarse en monea extranjera, que es un elemento escaso y vital para la economía nacional.

Obsérvese que para Estados Unidos, que tiene el privilegio de emitir moneda aceptada internacionalmente, toda la deuda pública se puede asimilar a interna (por eso a nadie le preocupa que la deuda pública de Estados Unidos haya superado el 100% del PBI); un caso inverso es el europeo con la unión monetaria: para estos países, como no tienen el manejo de su moneda, toda la deuda pública puede ser tratada como externa. Posiblemente por esta razón los tratados de economía (en su mayoría escritos en esos países y pensando en sus realidades) tratan a la deuda pública como una unidad. Pero no es nuestro caso, donde resulta claro que es siempre preferible el endeudamiento interno al externo.

En el tema deuda pública los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández tienen el mérito de 1) Haber bajado el endeudamiento del país, mediante el canje con importante quita efectuado en el año 2005 y completado en el 2010 y con el pago total anticipado al FMI, con lo que nos liberamos de su tutela hasta este año; y 2) Haber convertido en interna gran parte de la deuda total (en el año 2002 la deuda externa representaba el 95,3% del PBI, mientras que en diciembre del 2015 (la neta, sin incluir la que está en poder del mismo estado) alcanzaba al 12,5%.

El actual gobierno ha emprendido el camino inverso: 1) en dos años y medio se ha endeudado a un ritmo desconocido, aumentando la deuda en 80.000 millones de dólares en los primeros dos años; y 2) el mayor incremento se dio en la deuda externa que superó por su monto a la deuda interna.

Y ahora, directamente y con el mecanismo de las Letes, están canjeando deuda en pesos por deuda en dólares.

Al principio de la gestión, para favorecer el ingreso de capitales especulativos, se ofrecieron inversiones en letras a corto plazo (Letras del Banco Central, Lebac) con una tasa de interés anual superior al 25% anual, lo que les garantizaba una ganancia en dólares mayor al 10%; los dólares se convirtieron en pesos y terminaron en el Banco Central a cambio de las Lebac, evitando el excedente monetario. Con el crecimiento de la deuda pública externa y con este procedimiento de captar capitales especulativos entraron los dólares necesarios para cubrir el déficit comercial y la demanda de divisas para turismo y ahorro, en particular una incrementada fuga de capitales al exterior.

Ese ingreso, que hubiera sido una solución temporaria, se convirtió en hábito permanente, sumando inversores locales a la “bicicleta financiera”: se invertía en letras, se cobraba a corto plazo el capital y un elevado interés, que se volvía a invertir en un espiral especulativo que, no puede haber otra salida, crece hasta “explotar”. El monto de la deuda en Lebac llegaba al billón trescientos mil millones de pesos.

La “bicicleta” continuó hasta este año, en que comenzaron las dificultades para obtener financiación internacional para el endeudamiento público; la desconfianza prendió en los especuladores (tanto externos como locales) que pretendieron salir de la posición en Lebac para retirarse en búsqueda de otro mercado o para refugiarse en el dólar. Fue la principal causa que llevó a la corrida cambiaria reciente. El Banco Central elevó la tasa de los Lebac al 40% y luego al 47% (tasas impagables para la actividad productiva) pero no pudo retener a la totalidad de los inversores, por lo que el gobierno recurrió a un “salvavidas de plomo”: el FMI.

El FMI exige al gobierno fortalecer al Banco Central mediante la recompra de letras intransferibles en poder del BCRA y la reducción del stock de Lebac.

Para lograrlo y para bajar la demanda de dólares que presionaba su valor, el gobierno recurrió a la emisión de la Letes (Letras del Tesoro) nominadas en dólares y a un plazo de 210 ó 360 días. La nueva deuda en dólares se puede suscribir en pesos, Lebac o dólares, a la elevada tasa del 5,5% a un año (el año pasado estaba a 3,5%).

Con esta operatoria quieren desinflar a la bicicleta financiera de los Lebac, que es en pesos, y simultáneamente quieren retirar pesos de circulación para evitar que presionen sobre la cotización del dólar (que no llegue a los $ 30). Pero para hacerlo están creando una nueva bicicleta financiera, pero esta vez en dólares.

Cambiamos deuda en pesos por una mayor en dólares. Y estamos creando otra bicicleta financiera. ¡Lindo negocio!


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