Columnistas // 2018-06-17
_
¿Qué pasó con el dólar?
Es cierto que la devaluación va a disminuir la cantidad demandada de dólares para el turismo y para las importaciones de mercaderías pero la aumentará en su carácter de instrumento financiero.


  El  gobierno pensaba que el simple anuncio de un acuerdo “Stand-by” con el FMI con un auxilio total de 50 mil millones de dólares iba a calmar a los mercados, pero no fue así: el dólar que al asumir este gobierno estaba a $ 10 (9,98 para la venta) comenzó este año a $ 17,50, subió a $ 25,50 al iniciar junio y se “desbocó” en la última semana llegando a $ 28,85 la unidad, arrastrando en la vorágine al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger ¿Qué pasó?

La respuesta es que se comenzó a conocer los términos del acuerdo propuesto por el gobierno nacional al FMI, que consiste en dos objetivos: 1) El equilibrio fiscal; para ello el gobierno se compromete a un fuerte ajuste del gasto público para llegar al déficit primario “cero” en el año 2020 (seguiría el déficit por los altos interesas generados por un endeudamiento irresponsable equivalente al 2,3% del PBI); el ajuste propuesto incluye la liquidación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses, con la venta de las acciones de las principales empresas argentinas en su poder y que con la administración anterior tuvo buenos resultados, en una medida de gravedad institucional que no debería pasar desapercibida; y 2) La independencia del Banco Central, con la prohibición expresa de financiar directa o indirectamente al tesoro nacional (el déficit no se podrá cubrir con emisión monetaria); el mercado fijaría libremente el tipo de cambio.

Se sabe que si se lograra cumplir con las pautas comprometidas, cosa que parece en principio muy difícil, generará una fuerte recesión económica, con cierre de empresas y fuerte aumento de la desocupación, efecto reconocido por el Fondo en el borrador del comunicado oficial y párrafo finalmente eliminado por pedido del gobierno argentino. La consecuencia directa de la libre flotación del tipo de cambio tiene, como efecto inmediato, un aumento de la cotización del dólar y de la inflación.

El “mercado” se adelantó. Es que Argentina tiene una cultura bimonetaria en la que el dólar se usa en la función de conservar el valor (el ahorro en dólares se ha generalizado). En épocas de alta inflación, como la actual, se lo ve más como un instrumento financiero apto para el ahorro y la especulación que en su función monetaria.

En teoría, cuando los precios suben de una determinada mercadería disminuyen las cantidades demandadas y suben las cantidades ofrecidas. En este simple mecanismo descansa el principio equilibrador de la “mano invisible” del mercado. Y es lo que espera el FMI que suceda en el mercado cambiario con la cantidad de dólares ofrecida y demandada si hay libre flotación del tipo de cambio.

Pero con el dólar eso no ocurre. En cuanto instrumento financiero las subas de su valor actúan como incentivo para aumentar la demanda, lo que se agrava porque el incremento de la tasa inflacionaria viene acompañada de una mayor búsqueda de instrumentos que conserven el valor, a lo que se agrega que, con la recesión provocada, los sectores que tienen excedentes monetarios no encuentran atrayentes las inversiones productivas y también se vuelcan al dólar.

Es cierto que la devaluación va a disminuir la cantidad demandada de dólares para el turismo y para las importaciones de mercaderías (más por la recesión económica generada que por el efecto precio) pero la aumenta en su carácter de instrumento financiero. ¿Hay, finalmente, un nivel de equilibrio para la cotización del dólar? Se supone que sí (Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación y del riñón de “Cambiemos” lo estimó en $ 41) pero si se llegara alcanzar sería a un costo social y económico mayúsculo.

Hoy parece muy difícil que se logre un mínimo apoyo social y político que permita seguir adelante con ese acuerdo (que prevé revisiones trimestrales para analizar el cumplir con las pautas), pero si avanzara nos quedaría un panorama de desolación como dejó en Grecia, con una caída del PBI del 25% y una desocupación mayor al 27%.

Mientras tanto, lo que pasó con el dólar este semana es un anticipo de lo que viene. 


/ En la misma sección
/ Columnistas
Elecciones en México: balas y votos
/ Columnistas
Qué es el síndrome de burnout