Columnistas // 2018-04-29
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América: la fragmentación
Tras romper con España, las sociedades latinoamericanas se dividieron en unidades políticas territoriales. Hubo intentos de integración centrados en la perspectiva comercial. Unasur inauguró un ámbito de resolución de conflictos con independencia de la OEA y de Washington. Pero Argentina y otros cinco países se retiran.


La unidad en la diversidad ha sido en América Latina más un horizonte saturado por el deseo que una realidad. Tal vez porque el rasgo que domina su historia política ha sido el hecho colonial que también le dio origen.

Fue la fragmentación, una vez roto el vínculo con España, el aspecto sobresaliente en la trayectoria de estas sociedades. La pregunta no es por qué esa unidad llamada América se dividió en unidades políticas territoriales, sino por qué no lo hizo más aún. Razones suficientes eran las diferencias étnicas, geográficas, económicas, sociales y culturales preexistentes.

Las Independencia puso esa heterogeneidad de manifiesto. La historia del siglo XIX muestra que la mayor dificultad que encontraron los nacientes Estados fue reestablecer una autoridad central capaz de frenar las fuerzas disgregadoras internas en su pelea por los recursos, y al mismo tiempo resguardar la integridad territorial frente a las ambiciones de las nuevas metrópolis del capitalismo naciente. La única estrategia posible de defensa continental y local solo podía provenir de la política.

Los primeros intentos de unidad fueron efímeros. América Central se separó de México en 1823 y formó la Federación Centroamericanaque sobrevivió hasta 1838, año en que se fragmentó en cinco países: El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras y Costa Rica. La Gran Colombia -constituida bajo la impronta de Simón Bolívar- terminó disuelta en 1830 dando origen a Venezuela, Colombia y Ecuador. La Confederación peruano boliviana colapsó en 1839, y a su vez el Virreinato del Río de La Plata terminó dividido en Argentina, Uruguay y Paraguay.

La desintegración territorial tuvo efectos negativos en términos de eficiencia económica. Los vínculos comerciales entre regiones dejaron de estar asegurados; el acceso desigual a los recursos naturales se tradujo en inestabilidad política; la recaudación aduanera se convirtió en la columna vertebral de los nuevos sistemas fiscales -consolidando la supremacía de las elites portuarias- y los costos de defensa tendieron a duplicarse; dato relevante si se tiene en cuenta que las potencias coloniales de la época eran Gran Bretaña y Francia.

El siglo XX trajo la supremacía de los Estados Unidos cuya política exterior para América Latina tuvo dos pilares básicos: la penetración económica y diplomática por un lado, y la dominación militar por el otro. Esto modificó la impronta de las relaciones interregionales e instaló nuevos alineamientos geopolíticos.

Igualmente hubo intentos de integración regional -en especial en la segunda mitad de la centuria pasada- que estuvieron centrados básicamente en la perspectiva comercial y del intercambio. Lo que faltó en esa trayectoria fue pensar la política de la integración más allá de los ámbitos socio-económicos o las llamadas “áreas de baja política”. Ello se logró recién a comienzos del presente siglo con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas.

La Unasur reservó los aspectos del intercambio en el Mercosur e inauguró un ámbito político de resolución de conflictos con independencia de la OEA y de Washington. Así lo hizo en la crisis de Bolivia en el 2008, en Honduras en el 2009 y en la casi ruptura colombiana-venezolana en el 2010. Fue el intento más definido por trazar una geopolítica regional frente a la llamada globalización neoliberal.

A pesar de esto, hace apenas unas semanas la Argentina junto a Brasil, Chile, Paraguay, Colombia y Perú decidieron retirarse del organismo. ¿Las razones esgrimidas? Cierto estancamiento de la entidad comunitaria. Las razones profundas, habrá que buscarlas en la biografía económica de sus presidentes y en las preferencias políticas de sus gobiernos. La integración o la fragmentación de América siempre expuso de manera convincente el vínculo entre la ‘política doméstica’ y el amigo internacional con quien aliarse.

  


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