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El ministerio de Cultura de la Nación dio a conocer a mediados de enero la noticia de que el Ballet Nacional de Danza Clásica, dirigido por Iñaki Urlezaga, no continuaría. De este modo, se quedan sin trabajo 60 bailarines, además del cuerpo técnico, médico, músicos y maestros.
En defensa de sus fuentes de trabajo, decenas de bailarines de la disuelta compañía nacional realizaron una clase abierta a pocas cuadras del ministerio de Cultura. Bajo la consigna “No al cierre del Ballet Nacional de Danza”, bailaron pasajes de La traviata y El lago de los cisnes como forma de protesta contra el cierre de la compañía.
El ballet de Danza por la inclusión fue fundado en 2013, en el marco de una programa del ministerio de Desarrollo Social. Nació con el propósito de acercar la danza clásica a un público no tradicional y formar bailarines del interior del país, es decir, con un carácter federal. Por esta razón, impartía funciones gratuitas y clases abiertas en lugares no tradicionales. Además, el elenco de 60 bailarines se conformó mediante audiciones realizadas en todo el país y sus obras se presentaban también en el interior.
Sin embargo, a fines del 2016 la compañía pasó de la órbita de Desarrollo Social a manos del ministerio de Cultura. Según comentaron los bailarines, luego de ese traspaso, sufrían atrasos de 10 meses en los sueldos y escasa actividad. El presupuesto para 2017 era de 30 millones de pesos, de los cuales el 70% era destinado a recursos humanos y el resto a producción.
En ese marco, el ministro de Cultura, en línea con el ajuste llevado a cabo en todos los organismos estatales, aseguró que se discontinuará ese financiamiento. “El ballet era un proyecto con características más bien sociales, por eso su nombre relacionado con la inclusión, y hoy el Estado no tiene recursos para poder llevarlo adelante”, argumentó Avelluto.
Además, el Ministro aseguró que “este no era un cuerpo oficial del Estado argentino” y explicó que se financiaba “a través de un mecanismo un tanto particular, que son los contratos de asistencia técnica a través de universidades, en este caso con la Universidad Nacional de San Martín”.
Sin embargo, desde el Ballet Nacional advirtieron que “el ministro miente al asegurar que era una compañía privada que recibía subsidio estatal” ya que “fue convocada por el Estado nacional hace 4 años”.
“Era la primera vez que se creaba un ballet clásico nacional”, se lamentaron los bailarines que pertenecían a la compañía y aseguraron que se bajó un ballet entero sin buscar alternativas. Además, “se le quitó a los ciudadanos el acceso al arte, y la posibilidad a generaciones futuras, de formar parte de un ballet clásico nacional y federal”.
En ese sentido, un dato importante es que el país cuenta con una ley vigente desde la presidencia de Raúl Alfonsín que dispone la conformación de un tercer ballet nacional, dedicado a la danza clásica. Sin embargo, esa ley no está reglamentada y los bailarines manifestaron que “era más fácil bajar el ballet”.
Por su parte, Iñaki Urlezaga expresó su opinión mediante una carta en Facebook: “Impotencia, tristeza, desolación son las primeras palabras que vinieron a mi cabeza cuando me comunicaron desde el Ministerio la decisión de bajar al ballet nacional Danza”, aseguró el director.
“¿Por qué no se fortaleció el espacio en lugar de quitar una fuente de trabajo y lugar de expresión logrado solo con esfuerzo y trabajo de calidad? ¿Cómo no sentirme vacío como artista y argentino después de todo lo que me consta que los integrantes de la compañía dimos para que el país tenga un espacio nacional para la danza clásica? ¿Cómo no sentir una mutilación frente a una realidad contraria a la cultura?”, se preguntó Urlezaga.
El Ballet Nacional terminó el 2017 con funciones de La Traviata en el Coliseo, una gira por el interior del país y la presentación de El Lago de los Cisnes en el anfiteatro del Parque Centenario.