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Los economistas del “establishment”, la mayoría de los medios de comunicación y los funcionarios del gobierno insisten con una serie de afirmaciones sobre la economía que no corresponden a la realidad. Veamos algunos ejemplos:
1- El actual gobierno evitó una crisis que, con la política anterior, era inevitable
Esta tesis la viene repitiendo el presidente Macri, inclusive durante su último viaje a Europa, y la sostienen sus ministros, como Peña, que decía que el gran logro del gobierno fue “evitar una gran crisis económica… y tratar de estabilizar al país con el menor costo social posible”. No han aportado ningún dato concreto que avale ese juicio; en realidad el PBI entre 2011 y 2015 creció el 7,53% anual de promedio, el 2,65% el último año, según datos del Indec bajo la actual conducción, mientras que el endeudamiento externo era uno de los menores de América y de la historia contemporánea argentina, la inflación aparecía como controlada y resultó menor que la soportada en los primeros años del nuevo gobierno.
Lo que realmente ocurre es que necesitaban una crisis para justificar el ajuste neoliberal; inclusive en el período de transición entre las elecciones y la transferencia del poder, las futuras autoridades económicas adelantaron la fuerte devaluación que proyectaban con el objeto de generar una corrida bancaria y crear incertidumbre que, suponían, desembocaría en la crisis consecuente. Pero la fortaleza de la economía evitó la crisis. Entonces, ante su inexistencia, la inventaron y anunciaron.
Por el contrario, el riesgo de una crisis se ha instalado ahora, debido a la política de endeudamiento seguida estos dos años, cosa que ya alertaron inclusive desde el FMI y del mismo oficialismo: el diputado oficialista Mario Negri dijo recientemente que “si no logramos bajar un punto el déficit primario hay dos escenarios posibles: los acreedores nos suben la tasa de interés y tenemos una crisis a mediano plazo, o los acreedores no nos prestan más y tenemos una crisis inmediata”.
2- Las inversiones productivas externas no venían al país debido a la desconfianza que generaba la política “populista”
Falso. Las inversiones productivas vienen si ven la posibilidad de ganancias, es decir, si hay crecimiento económico y un horizonte de tranquilidad social y económica y no por el signo de las políticas locales. La prueba está que en el año 2015 ingresaron por este concepto (según Indec) 9.577 millones de dólares mientras que, con el nuevo gobierno y sus medidas de disminución impositiva y beneficios al capital, en el 2016 fueron de solamente 3.687 millones y el año pasado de 8.280 millones. En ambos casos menos que con el gobierno “populista”.
3- Las empresas no invierten ni aumentan la ocupación laboral debido a los altos impuestos
No es cierto. Con las empresas locales ocurre lo mismo que con las extranjeras: buscan la mayor ganancia. Con los intereses actuales es mucho más rentable la especulación financiera que la inversión productiva, por eso el auge de la “bicicleta financiera”. Tampoco es cierto que la disminución de impuestos esté acompañada de una mayor ocupación: lo prueba el agro pampeano a quien le eliminaron (o redujeron para el caso de la soja) las retenciones a la exportación y, sin embargo, no aumentaron el empleo registrado.
4- El déficit fiscal actual es consecuencia del “despilfarro populista” y es parte de la “pesada herencia recibida”.
La verdad es que el fuerte aumento del déficit fiscal es consecuencia directa de la política actual. El déficit fiscal total del año 2015 (incluyendo intereses) era de 5,2% del PBI mientras que el del año 2017 subió al 6,07%; para el año actual se prevé un déficit total de 701 mil millones de pesos lo que, si se cumplen las proyecciones de crecimiento del producto, equivaldría al 6,7% del PBI (un punto y medio más que en el 2015). El déficit creció por la política de eliminar impuestos (la supresión y reducción de las retenciones a las exportaciones del agro y de la minería representaron una pérdida de ingresos públicos por unos 55 mil millones de pesos) mientras aumentaban los gastos de consumo del estado que, medidos en pesos constantes de 2004 y según datos oficiales del Indec, pasaron de 520 mil millones de pesos en 2015 a 532 mil millones en el 2017 y el endeudamiento creciente del estado disparaba el monto de intereses a pagar.
5- Al déficit fiscal antes se lo cubría con emisión monetaria; en cambio, ahora se busca una financiación genuina como es el endeudamiento externo.
Este juicio tiene, al menos, dos inexactitudes. La primera es que el déficit fiscal es en pesos y, por lo tanto, se financia con deuda en pesos y no en moneda extranjera. El incremento de la deuda externa no se debe al déficit fiscal sino al exceso de importaciones (de mercaderías y de servicios, como el turismo), al ahorro en dólares, a la fuga de capitales y al aumento de los intereses en moneda extranjera; en ese endeudamiento externo está el punto débil de todas las experiencias neoliberales en nuestro país, que terminaron en medio de una fuerte crisis externa. El segundo error es que la cantidad emitida de dinero no ha variado sensiblemente estos años; la Base Monetaria aumentó 161 mil millones en el 2015, 198 en el 2016 y 179 mil millones en el 2017; la diferencia está en que la deuda en pesos se disparó: en Lebacs superó el billón de pesos, importe mayor a la Base Monetaria del país.
Y podríamos continuar…