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Un paraíso de aventuras con nieve para volar con tu tabla de snowboard y un lugar increíble con lagos cristalinos y cascadas misteriosas. ¿Querés kitesurf, cabalgatas, canopy, paddle? ¿Querés jugar al golf, cerveza artesanal, un picnic en el bosque y trekking? Entonces vení a Bariloche”.
Quien conozca Bariloche confirma que el folleto turístico sabe a poco. Emplazada en uno de los paisajes más bellos de nuestro país fue bautizada como la ‘Suiza Argentina’. Imaginada como una villa sólo poblada por pioneros e inmigrantes centroeuropeos, una impronta aristocratizante y elitista la diseñó en tiempos de los hermanos Exequiel y Alejandro Bustillo Madero. La arquitectura de sus casas, su catedral, el imponente hotel Llao Llao y su Centro Cívico con el monumento a Julio Argentino Roca hablan de una aldea de montaña soñada para el descanso y contemplación de una naturaleza menos pretensiosa que sus clases dirigentes.
El turismo social con sus hoteles sindicales llegaría después de 1945. Poco a poco la exclusiva calma se iría perdiendo al tiempo que el desarrollo turístico y recreativo con su creciente demanda de servicios atraería nuevos pobladores, migrantes internos y de países limítrofes.
Detrás y en las márgenes de la ciudad frente al lago Nahuel Huapi fue creciendo otra. Una de barriadas pobres donde la nieve se sufre y el trekking o senderismo, antes que pasatiempo, resulta la única forma de llegar a la escuela para muchos niños y adolescentes. Dos ciudades, dos modos de percibirse y percibir un mismo entorno natural.
Una comunidad que se desenvuelve levantando fronteras internas entre quienes se consideran descendientes de esa Argentina bajada de los barcos y esos ‘otros’ que cruzaron la cordillera hace tiempo o que llegaron no hace tanto o que siempre estuvieron allí. Algo que se pone de manifiesto en sus dos Fiestas de Colectividades: una europea y otra latinoamericana. La primera tradicional y concurrida, la segunda escasamente reconocida.
Una sociedad que en ocasiones se enfrenta a sí misma cuando muestra sus preferencias sin eufemismos. Como cuando a algunos le disgustó la detención de un criminal nazicomo Erich Priebke -o Erico como se lo conocía- por ser un ‘vecino ejemplar’ director del Instituto Cultural Germano Argentino Bariloche y su colegio primario y secundario. Un ex SS responsable de la masacre de las Fosas Ardeatinas en las que fueron asesinados 335 ciudadanos italianos durante la segunda guerra. Aún hoy se escucha no tan bajo algún que otro elogio.
Una sociabilidad aldeana capaz de generar una campaña para borrar los pañuelos blancos pintados en el centro cívico porque ‘afea’ la vista desde arriba. Justificación que evita seguramente dar otras razones, tal vez las mismas que llevaron en estos últimos días a unas 500 personas a rechazar la presencia de mapuches en sus calles e iglesias y movilizarse en respaldo a la militarización de la ciudad desde el asesinato de Rafael Nahuel.
Rafael Nahuel era del Bariloche de atrás. Un joven de 21 años al que una bala -similar a las utilizadas por el grupo Albatros de Prefectura- lo impactó también de atrás provocando su muerte. Nahuel estaba con la comunidadLof Lafken Winkul Mapucuando las fuerzas de seguridad irrumpieron con orden judicial de desalojo de tierras que reclaman como propias.
Que la justicia haya determinado que Rafael Nahuel no disparó una sola bala. Que tampoco se hayan encontrado esas armas de grueso calibre de las que habló la ministra de Seguridad de la Nación y que no haya existido ningún ‘enfrentamiento’ como difundieron los medios, tal vez no sea relevante para quienes desde hace tiempo comulgan con la exclusión en la pequeña Suiza argentina. Pero seguramente lo es para la otra Bariloche. Para quienes salieron a reclamar por mujeres y niños mapuches precintados después del desalojo, para los que corrieron a informar de la cacería desde medios alternativos y para esa Iglesia católica que esta vez no desconoció el primer mandamiento.
El folleto turístico sabe a poco. Bariloche es más que nieve y lagos cristalinos. Que la postal y la cerveza artesanal no te oculte la historia.