Mendoza // 2017-11-22
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Mendoza afronta su octavo año con crisis hídrica
La provincia tendrá, una vez más, que pasar un verano con escasez de agua. Este fenómeno al que ya nos hemos acostumbrado debe generar más conciencia en la población para que se optimice el uso de los recursos y no se derroche esto que resulta tan importante para la vida de la población.

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 Desde el verano del año 2009 que la provincia de Mendoza pasa por consecutivas emergencias hídricas. ¿Qué significa y qué implica estar en emergencia hídrica? En primera instancia, explica el Departamento General de Irrigación que emergencia hídrica significa que el agua que escurre hacia los ríos de Mendoza transportan un volumen de agua que no superará la media histórica, debido a las escasas nevadas caídas durante los últimos años. Esto se traduce, según los técnicos de Irrigación, en un año hidrológico que variará entre “seco” y “pobre”. Considerándose “seco” a los valores de derrame por debajo del 65% del valor promedio histórico. En cambio será “pobre” cuando el derrame esté entre el 65% y 85%, por debajo de la media histórica. En la mayoría de los ríos provinciales, las mediciones de nieve evidenciaron que se está a un 50% de los valores medios históricos.

El mero hecho de estar en “emergencia hídrica” implica la necesidad de una toma de conciencia por parte de la sociedad en su conjunto. Es preciso un esfuerzo de todos los actores sociales; instituciones públicas, privadas, productores y población en general. Cada uno, desde el lugar que ocupa y las posibilidades que tiene, debe colaborar activamente en el cuidado del recurso hídrico, evitando el derroche y la contaminación del mismo, a fin de que el agua disponible sea suficiente para satisfacer todas las necesidades de la Provincia. Por ello, es vital recordar que venimos y somos parte de un desierto, a fin de ser capaces de cuidar el oasis en el que vivimos. Según los estudios del IANIGLA (Instituto Argentino de Nivología y Glaciología), Mendoza continuará en emergencia ante la escasez de recurso hídrico.

A mediados del mes de octubre se realizó en Mendoza el Congreso Internacional sobre Aguas, Ambiente y Energía donde distintos especialistas del país y el extranjero disertaron sobre esta problemática que preocupa tanto a Mendoza como a otras ciudades. En dicho congreso, los especialistas llamaron a tomar medidas para el desarrollo de energías alternativas que no contaminen el medioambiente y cuidar los recursos hídricos.

Según explican los especialistas, “Todo esto está asociado a las actividades humanas”. Esto se debe fundamentalmente “a la concentración de gases, el nivel de dióxido de carbono y la quema de combustibles como causantes de deforestación que han alcanzado niveles que nunca existieron en el planeta en el último millón de años”.

El retroceso de los glaciares

Según explica el sitio “Ciencia hoy”: El retroceso de los glaciares en numerosas regiones montañosas del mundo es uno de los signos convincentes del calentamiento de la superficie terrestre acaecido en las últimas décadas. Los Andes centrales (donde estarían incluidos San Juan y Mendoza) no son una excepción. Por décadas los científicos han documentado la retracción generalizada de los glaciares en los Andes y advertido una clara aceleración del proceso desde mediados del siglo XX.

Por ejemplo, los glaciares de mayor extensión en la cuenca del río Las Vacas, un afluente del Mendoza, como los glaciares Las Vacas y Güssfeldt, han retrocedido alrededor de 3 y 5km respectivamente desde 1900. Retrocesos de similar magnitud han sido constatados para los glaciares Juncal, Beta y Gamma, en las nacientes del río Plomo, también tributario del Mendoza. Más al sur, en la cuenca del río Atuel, fotos históricas complementadas con otras evidencias han permitido establecer retracciones de más de 3 y 4km respectivamente para los glaciares La Laguna y Del Humo.

Los glaciares son componentes vitales de los sistemas hidrológicos de montaña y reservas de agua para las zonas bajas adyacentes (la ley nacional 26.639 de preservación de glaciares los llama ‘reservas hídricas estratégicas’). Así, en 1968, cuando la cobertura de nieve en los Andes centrales sólo alcanzó en promedio el 5% de sus valores medios históricos, el caudal de los ríos fue aproximadamente el 40% de su media histórica. Los cuerpos de hielo contribuyeron así a contrarrestar la falta de nieve, pues debido a un mayor derretimiento aportaron al caudal de los ríos y arroyos que descienden de los Andes. Situaciones similares se vivieron en otros años con sequías invernales, como 1996, 1998, 2004 y 2010, entre otros. La reducción de los cuerpos de hielo en la cordillera implica también una disminución de su capacidad reguladora de los caudales y, por consiguiente, un aumento en la vulnerabilidad de los oasis irrigados ante los cambios ambientales causados por el calentamiento global.

¿Cómo sigue este fenómeno?

Los especialistas marcan que la tendencia es a un continuo retraimiento de los glaciares y las nevadas no han aumentado en estos años. Ante la persistencia de este fenómeno es preciso generar conciencia en la población para un extremo cuidado de los recursos.


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