El mundo // 2017-06-19
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Pensar América Latina
“Los Estados Unidos no están en condiciones de darnos lecciones”
En el marco de la re organización de la derecha en América Latina, que interrumpe un intenso proceso de movimientos progresistas en el continente, Estados Unidos tiene como principal objetivo la caída del gobierno de Nicolás Maduro, y la intervención en el proceso de la Revolución Cubana, que lleva más de cuarenta años de desarrollo.

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El presidente Donald Trump anunció un “reajuste" en la política de Estados Unidos con Cuba, que echa por tierra algunos de los principales puntos acordados entre el gobierno de Raúl Castro y la Casa Blanca durante la presidencia de Barack Obama.

Por supuesto, Trump eligió dar este anuncio en lo que se llama la “pequeña Habana” en Miami, donde residen cubanos anti castristas que dejaron su país para asentarse en Estados Unidos, y desde allí realizar acciones que contribuyan a la intervención política, económica y militar del gobierno estadounidense en Cuba. De hecho, el día que el líder de la revolución, Fidel Castro, murió, festejaron en la llamada “Calle 8” algunos de estos cubanos auto exiliados.

En un mundo que ya es multipolar, y en el que asoma el poderío económico y tecnológico de países como Rusia y China, el presidente Trump necesita poner orden en aquellos países del continente que aún desean mantener su independencia y soberanía, y mejorar las condiciones de vida de sus sociedades. El Presidente, que a pesar de haber ganado las elecciones goza de poca legitimidad, tiene la mira puesta especialmente en Venezuela y en Cuba. En el primero de los países, alentando a través de diversos actores locales la violencia civil y el desgaste extremo del gobierno de Nicolás Maduro, y sosteniendo una guerra económica, y en Cuba queriendo nuevamente dar marcha atrás en el avance que hubo en la relaciones diplomáticas de ambos países, en una Cuba que comenzó hace tiempo a abrir sus puertas, y a desarrollar relaciones comerciales con otros países, crecer en su economía y mejorar las condiciones de vida de toda la población, a pesar de ser un país sin desnutrición ni analfabetismo.

Cuba está pasando por uno de los mayores duelos de su historia, luego de perder a su máximo líder revolucionario, y durante décadas protector e ingeniero político de las diferentes estrategias de unidad latinoamericana para resistir ante el siempre avance constante de la Casa Blanca en los países latinoamericanos. Ahora, el actual presidente Raúl Castro, prepara también su salida de la presidencia para dejar el mando en manos de otro dirigente del Partido Comunista.

En este marco, Trump decidió restringir parcialmente los viajes de los estadounidenses a la Isla y prohibir las transacciones comerciales con las corporaciones militares cubanas. Sin embargo, mantuvo la reapertura de la embajada de los Estados Unidos en La Habana, los viajes de cruceros y el permiso a los vuelos comerciales regulares. Tampoco restituyó la “política pies secos, pies mojados”, ni decidió incluir nuevamente a Cuba en los países que patrocinan el terrorismo.

"Una Cuba libre es lo que nosotros pronto vamos a lograr", "prometí ser una voz en contra de la represión. Ustedes escucharon ese juramento y salieron a las urnas y votaron. Y aquí estoy yo, como les prometí (...) Es mejor para Estados Unidos tener libertad en el hemisferio, en Cuba y en Venezuela", agregó el Presidente, retomando la vieja retórica al estilo de Ronald Reagan o George Bush, que es la de Estados Unidos como autoridad moral del mundo, y defensor de los derechos humanos.

En este sentido, aseguró que perseguirá la mejora de las condiciones en materia de derechos manos y la implementación de reformas democráticas en Cuba, y que colaborará con Cuba en temas de interés mutuo que promuevan los intereses nacionales de Estados Unidos, como migración, operaciones antidroga, protección medioambiental y tráfico de personas, entre otros.

Es que Estados Unidos, está hace tiempo ansioso por cambiar el sistema democrático que tiene Cuba al estilo de todas las democracias occidentales, cuando en realidad el sistema democrático cubano es de tipo participativo. Uno de los intereses fundamentales es que puedan existir otros partidos, ya que actualmente el único existente es el Partido Comunista.

Para demostrar la paradoja, es válido comentar que en Cuba existen elecciones generales, en las que se elige a los Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, su Presidente, Vicepresidente y Secretario, al Presidente, Primer Vicepresidente, Vicepresidentes, Secretario y demás miembros del Consejo de Estado, a los Delegados a las Asambleas Provinciales y Municipales del Poder Popular y a sus Presidentes y Vicepresidentes. Estas elecciones se llevan a cabo cada cinco años. Por otra parte, cada dos años y medio se realizan las elecciones parciales, en las que se elige a los Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular y sus Presidentes y Vicepresidentes.

En ambas elecciones, el nivel de abstención en las votaciones es bajo, generalmente de un 10%, mientras que en Estados Unidos, en la última votación en la que salió ganador Donald Trump, la abstención fue del 50% del total de la población estadounidense.
Esta es la triste ignorancia occidentalista, de creer que los sistemas por ellos mismos creados, que además a las claras no están funcionando, son los únicos posibles.

La buena noticia, es que continúa vigente la autorización de exportaciones y la importación de bienes a Cuba, y la exportación de artículos que contribuyen a mejorar el sistema de telecomunicaciones cubano.

Como desde 1959, el Gobierno cubano no se deja amedrentar, y responde con altura y firmeza el discurso hostil de Trump: “En lo que constituye un retroceso en las relaciones entre los dos países, Trump pronunció un discurso y firmó en el propio acto una directiva de política denominada “Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba” disponiendo la eliminación de los intercambios educacionales “pueblo a pueblo” a título individual y una mayor fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba, así como la prohibición de las transacciones económicas, comerciales y financieras de compañías norteamericanas con empresas cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los servicios de inteligencia y seguridad, todo ello con el pretendido objetivo de privarnos de ingresos. El mandatario estadounidense justificó esta política con supuestas preocupaciones sobre la situación de los derechos humanos en Cuba y la necesidad de aplicar rigurosamente las leyes del bloqueo, condicionando su levantamiento, así como cualquier mejoría en las relaciones bilaterales, a que nuestro país realice cambios inherentes a su ordenamiento constitucional”.

Trump derogó asimismo la Directiva Presidencial de Política “Normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba”, emitida por el presidente Obama el 14 de octubre de 2016, la cual aunque no ocultaba el carácter injerencista de la política estadounidense, ni el objetivo de hacer avanzar sus intereses en la consecución de cambios en el orden económico, político y social de nuestro país, había reconocido la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba y al gobierno cubano como un interlocutor legítimo e igual, así como los beneficios que reportaría a ambos países y pueblos una relación de convivencia civilizada dentro de las grandes diferencias que existen entre los dos gobiernos. También admitía que el bloqueo era una política obsoleta y que debía ser eliminado”.

“Nuevamente el Gobierno de los Estados Unidos recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar medidas de recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962, que no solo provoca daños y privaciones al pueblo cubano y constituye un innegable obstáculo al desarrollo de nuestra economía, sino que afecta también la soberanía y los intereses de otros países, concitando el rechazo internacional”.

Las medidas anunciadas imponen trabas adicionales a las muy restringidas oportunidades que el sector empresarial estadounidense tenía para comerciar e invertir en Cuba.

“Los anuncios del presidente Trump contradicen el apoyo mayoritario de la opinión pública estadounidense, incluyendo el de la emigración cubana en ese país, al levantamiento total del bloqueo y a las relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos. En su lugar, el Presidente estadounidense, otra vez mal asesorado, toma decisiones que favorecen los intereses políticos de una minoría extremista de origen cubano del estado de Florida, que por motivaciones mezquinas no desiste de su pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo, por ejercer el derecho legítimo y soberano de ser libre y haber tomado las riendas de su propio destino”.

“El Gobierno de Cuba denuncia las nuevas medidas de endurecimiento del bloqueo, que están destinadas a fracasar como se ha demostrado repetidamente en el pasado, y que no lograrán su propósito de debilitar a la Revolución ni doblegar al pueblo cubano, cuya resistencia a las agresiones de cualquier tipo y origen ha sido probada a lo largo de casi seis décadas”.

“El Gobierno de Cuba rechaza la manipulación con fines políticos y el doble rasero en el tratamiento del tema de los derechos humanos. El pueblo cubano disfruta de derechos y libertades fundamentales, y exhibe logros de los que se siente orgulloso y que son una quimera para muchos países del mundo, incluyendo a los propios Estados Unidos, como el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, el salario igual por trabajo igual, los derechos de los niños, y el derecho a la alimentación, la paz y al desarrollo. Con sus modestos recursos, Cuba ha contribuido también a la mejoría de los derechos humanos en muchos lugares del mundo, a pesar de las limitaciones que le impone su condición de país bloqueado”.
“Los Estados Unidos no están en condiciones de darnos lecciones. Tenemos serias preocupaciones por el respeto y las garantías de los derechos humanos en ese país, donde hay numerosos casos de asesinatos, brutalidad y abusos policiales, en particular contra la población afroamericana; se viola el derecho a la vida como resultado de las muertes por armas de fuego; se explota el trabajo infantil y existen graves manifestaciones de discriminación racial; se amenaza con imponer más restricciones a los servicios de salud, que dejarían a 23 millones de personas sin seguro médico; existe la desigualdad salarial entre hombres y mujeres; se margina a emigrantes y refugiados, en particular los procedentes de países islámicos; se pretende levantar muros que denigran a vecinos; y se abandonan los compromisos internacionales para preservar el medio ambiente y enfrentar el cambio climático”

“Asimismo, son motivo de preocupación las violaciones de los derechos humanos cometidas por los Estados Unidos en otros países, como las detenciones arbitrarias de decenas de presos en el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo en Cuba, donde incluso se ha torturado; las ejecuciones extrajudiciales y las muertes de civiles causadas por bombas y el empleo de drones; y las guerras desatadas contra diversos países como Irak, sustentadas en mentiras sobre la posesión de armas de exterminio masivo, con consecuencias nefastas para la paz, la seguridad y la estabilidad de la región del Medio Oriente”.

Para terminar, el Gobierno reafirma, una vez más, su soberanía e independencia a la hora de tomar decisiones que conduzcan los destinos de su historia: “Los cambios que sean necesarios en Cuba, como los realizados desde 1959 y los que estamos acometiendo ahora como parte del proceso de actualización de nuestro modelo económico y social, los seguirá decidiendo soberanamente el pueblo cubano. Como hemos hecho desde el triunfo del 1ro. de enero de 1959, asumiremos cualquier riesgo y continuaremos firmes y seguros en la construcción de una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible”.

Esa pequeña Isla del Caribe, es y será la demostración de que en América Latina, la libertad es posible.
 


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