Argentina // 2025-06-04
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La alimentación saludable en la infancia: la base invisible del futuro base invisible del futuro
En un país donde el 13,1 % de los niños menores de 5 años sufre de sobrepeso (según datos de UNICEF Argentina), la alimentación saludable desde la primera infancia se vuelve un tema urgente, más allá de la mesa familiar. Es una cuestión de salud pública, de futuro y de equidad.


Los primeros años de vida son una ventana crítica para el desarrollo físico, emocional y cognitivo de los niños. Durante este tiempo, el cerebro crece a un ritmo vertiginoso, y el cuerpo establece los patrones metabólicos que influirán por décadas. Por eso, lo que comen —y lo que no— importa más de lo que parece.

Alimentación saludable no es solo “comer frutas y verduras”

La alimentación saludable implica una nutrición balanceada, con variedad de alimentos frescos y mínimamente procesados, adaptados a cada etapa de desarrollo. Implica enseñar con el ejemplo, sentarse a la mesa sin pantallas, evitar el exceso de azúcar, sal y ultraprocesados, y garantizar el acceso equitativo a alimentos de calidad.

“Lo que ofrecemos a los chicos no es solo comida: es información genética, inmunológica y emocional”, señala la nutricionista infantil Mariana Lobos. “La comida construye cuerpo, pero también construye vínculos y hábitos.”

El rol de las familias y el Estado

Mientras muchas familias enfrentan dificultades económicas y de tiempo para ofrecer una alimentación equilibrada, el Estado tiene un rol central. Políticas públicas como el etiquetado frontal, la regulación de la publicidad infantil y el fortalecimiento de los comedores escolares son claves para revertir la tendencia creciente de malnutrición infantil, que abarca tanto el sobrepeso como la desnutrición.

Además, en un país con alta inflación, el acceso a alimentos saludables no puede depender solo del poder adquisitivo: debe garantizarse como un derecho.

Comer bien desde el comienzo: una inversión social

Estudios de la Organización Mundial de la Salud indican que una buena nutrición durante los primeros mil días (desde la gestación hasta los dos años) tiene efectos positivos en la salud cardiovascular, el rendimiento escolar y la prevención de enfermedades crónicas.

Invertir en una alimentación sana desde la primera infancia es, en definitiva, invertir en el futuro de una sociedad más saludable, más equitativa y más inteligente.


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