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Una dura campaña se vivió en Brasil durante las últimas semanas. El ultraderechista presidente Jair Bolsonaro se enfrentaba al ex mandatario Lula da Silva. Tras un frustrado intento de volver a la presidencia en 2018, truncado por una causa judicial que lo llevó a la cárcel, Lula ganó la primera vuelta y era el favorito para ganar el balotaje.
La diferencia de 6 millones de votos se fue achicando mientras pasaban los días. Según mostraban los analistas, Jair Bolsonaro puso al servicio de su propia campaña todos los instrumentos del Estado brasilero. Sin embargo, tras una jornada electoral plagada de denuncias por violencia institucional y aprietes, no le alcanzó.
Lula se impuso por un leve margen y, de esta manera, volverá a estar al mando del poder ejecutivo del gigante brasilero. Su llegada al Gobierno abre todo un nuevo panorama. Babel lo analiza junto a tres entrevistados: el periodista especializado en política, Pedro Rafael Vilela, el artista plástico Francisco “Chico” Monteiro y el docente universitario Jairo Faría.
Según analizan los entrevistados, se vivieron tiempos tensos en la previa de las elecciones. Por eso, el paso de las mismas y el triunfo de Lula dejó una serie de sensaciones distintas a las de cualquier otra elección.
Pedro Rafael Vilela asegura que “es una mezcla de emociones. Primero, un alivio porque una relección de Bolsonaro sería el fin de la democracia en Brasil como la conocemos. El triunfo de Lula recupera este horizonte democrático”.
En ese sentido, el periodista apunta que la campaña de Lula se entró en temas como el combate a la miseria, desempleo, rescate de las inversiones públicas en salud, educación. “Bolsonaro amenazaba las instituciones más básicas del régimen democrático, como la Suprema Corte, sus miembros. Además, fue un hecho histórico porque nunca un presidente en su función había perdido una disputa de reelección”.
El docente Jairo Faría asegura que “la sociedad está aliviada. La democracia está aliviada, los que quieren una democracia y luchan por derechos ciudadanos están aliviados”. Sin embargo, apunta que “casi la mitad de la población votó a Bolsonaro. Ha sido una mezcla de sentimientos en Brasil. No solo la izquierda, quienes defienden las instituciones democráticas están aliviados y felices”.
Chico Monteiro asegura que “fueron cuatro años de una tensión permanente. Hubo mucha violencia política, violencia institucional. Se atacó a los derechos humanos, así como a distintos derechos conquistados en la historia democrática de Brasil”.
“Nunca antes en la historia de Brasil se había abusado tanto de la estructura de gobierno para fines electorales, es un escándalo”, advirtió Vilela. Este domingo, por ejemplo, la Policía Federal Rodoviária, responsable de las rutas, realizó operativos para obstaculizar el movimiento de votantes en zonas donde más se vota a Lula. “Hubo muchas situaciones similares en los últimos meses. Más de 2 mil empresas están denunciadas por acosar sus empleados para votar a Bolsonaro. En las iglesias neopentecostales, lo mismo. Entonces, en este sentido, es un gran triunfo”, señala el periodista.
“Fueron años muy difíciles para quienes somos demócratas en Brasil. La campaña fue muy difícil, con diversas amenazas de Bolsonaro a la democracia. Amenazas de golpe, intentando tensionar las relaciones institucionales, ataques a las instituciones democráticas, al poder judicial. Vivimos periodos de mucha tensión”, apunta el artista.
“Esta victoria de Lula viene a coronar un proceso muy doloroso y ahora sentimos alivio, pero todavía no acaba. Bolsonaro no reconoce la derrota, los camioneros están cerrando las rutas, las fuerzas armadas también son una amenaza”, continúa Monteiro.
Las expectativas del nuevo Gobierno de Lula
Cuando Lula asumió en 2002, el panorama en Brasil era muy distinto a como es hoy. El frente del que formaba parte, el contexto global y la situación en el propio parlamento brasilero eran muy distintos a lo que son hoy.
Veinte años después se recuerda ese gobierno por ser el que más gente sacó de la pobreza en la historia de Brasil. La gestión de Lula, con sus matices, se transformó en un faro para futuras generaciones dentro de Brasil y toda la región.
Por ese motivo, las expectativas ante la nueva llegada de Lula da Silva al gobierno aumentan. Pese a eso, los entrevistados apuntan que hay que tener cautela.
“Es un gobierno de Frente Amplio. Lula reunió alrededor de su candidatura a distintos grupos políticos pero que tienen en común la defensa de la democracia. Entonces, será un gobierno de coalición, no solamente del PT (Partido de los Trabajadores)”, explica Vilela.
“Creo que, a diferencia del 2002, no hay una expectativa que sea un gobierno súper de izquierda y que vaya a transformar la sociedad. Estamos luchando para reestablecer términos democráticos en nuestra sociedad”, añade Jairo Faría.
Monteiro, por su parte, explica que “va a ser un gobierno muy difícil. Va a tener un congreso muy complejo, va a tener que negociar muchas cosas. Es difícil de componer un gobierno de coalición como el que tiene ahora”.
En ese sentido, Vilela apunta que “el Congreso Nacional es el gran desafío. Las izquierdas son un cuarto o menos, entonces Lula tendrá que negociar con fuerzas políticas de centro y centro-derecha. El Bolsonarismo logró elegir un banco parlamentário fuerte de senadores y diputados que harán ruido”.
En tanto que apunta: “Bolsonaro también podrá ser juzgado por crímenes (pandemia y otros escándalos) ahora que no tendrá más foro privilegiado. Pero, de momento, seguirá siendo el único que organiza al mismo tiempo todos los sectores de la derecha y la ultraderecha: anticomunistas, evangélicos fundamentalistas, ultra-liberales y conservadores de todo tipo”.
En este momento, hay casi 20 bloqueos de rutas nacionales importantes como la que conecta Río de Janeiro a San Pablo. Se trata de conductores de camión bolsonaristas que no aceptan el resultado y piden intervención militar. “Lula fue rápidamente legitimado por todas las naciones importantes. Bolsonaro hasta el momento no ha reconocido el resultado, incluso tras su conferencia. Yo creo que no intentará hacer algo como la invasión del Capitolio, incluso porque Bolsonaro puede estar en una situación aún peor con la Justicia”, advirtió Vilela.
“El Bolsonarismo está muy fuerte. Pero la gente va a ver que Lula no es el demonio que han creado, no va a transformar Brasil en Venezuela o Cuba”, subrayó Faría.
Ante este contexto, Monteiro señala el panorama que queda tras el enorme gasto realizado en las elecciones. “El gobierno de Lula tiene que arreglar un agujero fiscal enorme. Bolsonaro quiso conquistar el voto de los pobres y generó grandes gastos en la campaña, eso ha generado un desequilibrio fiscal enorme. Lula hereda un país en una situación difícil, va a tener que arreglar cuestiones desde el punto de vista económico y con una situación política compleja. Bolsonaro deja tierra arrasada”, sentenció.
América Latina y el liderazgo de Lula
El presidente electo brasilero fue un líder regional durante sus anteriores mandatos. En ese contexto, muchos presidentes de América Latina se expresaron ante el triunfo del líder sindical.
“La visita de Fernández a Lula ilustra bien esta retomada de la integración regional. Bolsonaro es un extremista de derecha y siempre ha seguido una política internacional subordinada y basada en ideologías extremistas. Por eso se ha convertido en este paria internacional”, explicó Vilela.
Ante esto, asegura que “este retorno implica una reaproximación regional más fuerte, con más integración entre los países, una mirada Sur-Sur. Yo creo que Lula volverá a ser un líder regional, recuperando el protagonismo de Brasil en las agendas latinoamericanas”.
Por su parte, Jairo Faría explicó que “lo que gobernaba en Brasil era algo antidemocrático. No hablamos de izquierda y derecha, estamos hablando de reestablecer la democracia o seguir en un modelo muy peligroso para romper todo lo que se ha construido en instituciones democráticas. No ha ganado el PT, ha ganado una concertación”.
Finalmente, Chico Monteiro destacó que “para América Latina, Brasil siempre tuvo un papel muy protagónico. Tras cuatro años de un gobierno de extrema derecha, ha sido complicado para todos los países de la región”.
Y, en ese sentido, explicó que “Brasil estaba tan aislado durante estos cuatro años, va a retomar su actuación en las relaciones internacionales. Va a recuperar el liderazgo de la región. Brasil no ha votado un gobierno de izquierda, ha votado un gobierno de implicaciones relevantes en lo democrático. No un alineamiento automático hacia los Estados Unidos y más un acercamiento con los países de América Latina”.