Columnistas // 2022-05-24
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Inflación y crisis alimentaria global
La salida de la parálisis económica que significó la pandemia de Covid 19 y la guerra entre Rusia y Ucrania son las causas más importantes que explican el aumento del costo de vida en todo el mundo. En Argentina se suma a una ya elevada inflación histórica, pero crecen las exportaciones.


Las consecuencias de la pandemia de Covid-19 y los efectos de la guerra en Ucrania ha disparado los precios internacionales de la energía y los alimentos. A esto se suman los últimos confinamientos por rebrotes de coronavirus en Shanghái y otras ciudades chinas y el cierre de las exportaciones de trigo de la India, como las principales causas que están detrás de la creciente inflación a escala mundial. Los expertos sostienen que esta situación se prolongará hasta 2024, aunque de manera menos intensa a partir de 2023. 

Rusia es el principal exportador de algunos fertilizantes y de gas natural mundial, y el segundo exportador de petróleo crudo a escala global. Juntos, Rusia y Ucrania proveen 28% del trigo comercializado a nivel mundial, 29% de la cebada, 15% del maíz y 75% del aceite de girasol.

El conflicto bélico en Europa tiene como protagonistas a grandes exportadores de combustibles, alimentos y fertilizantes agrícolas, lo que se traduce en el incremento del precio de estos productos. 

Las exportaciones de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania se han detenido en su mayoría y las de Rusia están complicadas. Los precios del trigo, que subieron un 53% desde principios de año, aumentaron otro 6% el 16 de mayo, después de que India decidió suspender las ventas debido a una gran ola de calor y sequías en su territorio. El precio de la energía aumentará más de un 50% este año y el costo de los productos agrícolas y minerales está previsto que crezca un 20% hasta el 2024. El bloqueo de los puertos ucranianos, las sanciones comerciales a Rusia y la sequía en zonas de producción hacen que la situación se pueda volver catastrófica. 

El alto costo de los alimentos ya ha elevado el número de personas que no pueden estar seguras de obtener lo suficiente para comer de 440 millones, a 1600 millones y donde casi 250 millones están al borde de la hambruna. Si, como es probable, la guerra se prolonga y los suministros de Rusia y Ucrania son limitados, cientos de millones de personas más caerán en la pobreza. El 80% de la población global vive en países que son importadores netos de alimentos. El malestar político y el descontento social se extenderá por todo el mundo. 

Además, en Ucrania falta combustible y mano de obra para la próxima siembra. En Rusia, podrían faltar insumos y semillas que compra a la Unión Europea. El bloqueo de las vías terrestres y marítimas de exportación en Ucrania por los ataques de las tropas rusas o las sanciones impuestas por Estados Unidos y una parte de la comunidad internacional a Rusia, complican aún más la delicada situación, que se refleja en todo el globo. La inflación interanual estadounidense fue de un 8,5% en marzo de 2022, cerca de un 6% superior respecto del dato del mismo periodo en 2021, lo que supone el alza de precios más elevado desde hace 40 años. El mes de marzo fue el registro con el alza más elevada desde que empezaron las mediciones y desde la unificación monetaria en territorio de la Unión Europea.

La inflación alcanzó el 7,50%, notablemente por encima de las estimaciones, que lo situaban en el 6,60%. El índice de inflación en Reino Unido se disparó a 9% interanual en abril, una cifra récord en los últimos 40 años registrada particularmente por la fuerte suba en los precios de la energía que impacta de lleno en los demás elementos que hacen al costo de vida. El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, calificó la situación de "apocalíptica" para los precios de los alimentos y advirtió que la inflación se prevé de dos cifras a fin de año en ese país.

En síntesis, asistimos a un contexto global inflacionario y de crisis alimentaria que se prolongará por tres motivos principales: 

1-    El conflicto bélico en Europa, que mantendrá la presión sobre los precios de la energía y los alimentos. 

2-    La salida de la pandemia en algunos países (que incrementa fuertemente la demanda cuando aún no se recupera la capacidad de la oferta) combinada con la continuidad de la pandemia en otros (y la política de confinamientos, como en China), que extienden las dificultades en las cadenas de suministros globales.

3-    Los problemas derivados de la crisis climática (como olas de calor y sequías en la India y otros territorios) que supone mayor escasez y presión a los precios internacionales.   

Sin embargo, en Argentina el impacto es doble. Negativo, porque es imposible escapar al alza de los precios internacionales, aumentando el costo de vida. Pero también positivo, ya que permite mejorar cantidad y rentabilidad de las exportaciones. Argentina podría vender en 2022 por un monto de 87.000 millones de dólares, de los cuales 41.500 millones corresponden a envíos agroindustriales y 45.500 a sectores de la economía productiva y de servicios.

Durante 2020, las ventas agroindustriales cerraron en casi 24.000 millones de dólares.  En 2021, con el impulso económico del fin del confinamiento, el país pasó a exportar por 38.000 millones, mientras que para 2022 se prevé que lo hará por 41.500 millones. Esto representa un incremento de casi un 12% respecto de 2021, cuando el comercio exterior ya se había incrementado un 42%, midiendo las exportaciones en dólares, contrastando con 2020. 

Por supuesto, un incremento en los precios y las cantidades exportadas significa un mayor aporte tributario de las empresas del sector, en especial los derechos de exportación, lo que genera beneficios al conjunto de la sociedad, además de las propias ganancias de los vendedores. Un mundo inestable y con grandes dificultades se avecina. Argentina produce lo que el resto de los países necesita, pero que también lo requiere el propio pueblo argentino, agobiado por las dificultades provocadas por la deuda, la pandemia y la guerra. Administrar correctamente las tensiones entre precios internos, poder de compra del salario, y el impacto y las oportunidades del contexto internacional es el desafío más importante del gobierno nacional, el sector empresarial y los sindicatos en el presente y el futuro cercano.  


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