Columnistas // 2021-10-08
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La inclusión como enriquecimiento de la democracia en América Latina
En vísperas del día del Respeto a la Diversidad Cultural, asoma en Latinoamérica un intento de reivindicarse con la identidad de los pueblos originarios.


Los debates abiertos más importantes de la asamblea constituyente de Chile –y todavía no resueltos– giran en torno al régimen político, la distribución de los poderes del Estado y, sobre todo, al carácter unitario –o no– de la nación, lo que incluye la cuestión de la autonomía territorial de los pueblos originarios. Nueva Zelanda y Canadá son un claro ejemplo de haber integrado, la declaración de la ONU sobre derechos de los pueblos indígenas a su legislación, el modelo que proponen los mapuches para Chile.

Chile y Uruguay son de los pocos países de la región que hasta ahora carecen de provisiones constitucionales en ese sentido. Bolivia y Ecuador, en cambio, consagran el carácter plurinacional del Estado en sus constituciones. Los pueblos originarios chilenos quieren ir más allá, impulsando además una agenda medioambiental “ecocéntrica” para limitar las industrias extractivas, responsabilizar al sector privado de la protección de los ecosistemas y desprivatizar los derechos del agua.

Como lingüista, Loncón, quien preside la asamblea, privilegia la educación intercultural bilingüe como un factor de integración social. Los mapuches, dice, creen que a través de la lengua “respira la tierra”. En 1990, participó en la creación colectiva de la wenufoye, la bandera mapuche, recogiendo símbolos, colores y elementos culturales que unifican a las 300 comunidades de las diversas etnias mapuches chilenas y argentinas –tehuelches, pehuenches…– reunidas en el Consejo de Todas las Tierras, en un proceso que Loncón llama de “descolonización a partir de la reconstrucción de la memoria”.

Nada, sin embargo, va a ser fácil. Hasta hace unas décadas, el 12 de octubre se celebraba en muchos países de la región el llamado Día de la Raza. Así, en singular, para subrayar una única raza: la que llegó en las naves. Los libros escolares argentinos suelen conjugar en tiempo pasado a los pueblos nativos: “habitaban, cazaban, creían…”. Es decir, ya no existen y si aparecen, deben ser guaraníes paraguayos, kollas bolivianos o mapuches chilenos. Elisa Loncón, dice tener un sueño: que en las escuelas públicas chilenas se enseñé mapudungún, su lengua materna. Ello representaría, un acto de reparación histórica en una nación cuyas élites siempre han tenido una relación ambigua –cuando no conflictiva– con los pueblos originarios.

Un gran avance de ello se ha podido estos últimos días, en Perú, donde el quechua, el segundo idioma más hablado en el país, vivió un renovado protagonismo en los medios de comunicación y la política, especialmente desde que el Gobierno del izquierdista Pedro Castillo lo activó como herramienta para subrayar las diferencias que subsisten en el país andino. En Perú, un 13 % de su población, más de 3,8 millones de personas, tiene al quechua como lengua materna, un idioma que se hablaba ya cientos de años antes del imperio incaico y de la llegada del español en el siglo XVI. Según la Constitución vigente, el quechua y el aimara son lenguas oficiales de Perú "allí donde predominen".

El pasado 26 de agosto, Guido Bellido, el ahora ex presidente del Consejo de Ministros, se dirigió en las lenguas quechua y aymara a los congresistas y les pedía la confianza para su nuevo gobierno, lo cual provocó gritos de protesta y reproches desde la bancada opositora. La presidenta de la Cámara, María del Carmen Alva, le pidió que redujera su intervención en las lenguas originarias y usara el español. "Se acordó con la mesa que usted lo iba a traducir", le dijo, y añadió: "Los demás no le entendemos". Bellido, finalmente, completó su mensaje en español, no sin antes recordar que la Constitución peruana reconoce la oficialidad de las lenguas originarias del país y que muchos peruanos no entienden ni hablan el español.

"Cuando nosotros no hablamos el quechua, y nuestros hermanos no hablan castellano y solo hablan quechua, estamos prácticamente dejándolos de lado".
Bellido tras un intento fallido de incorporar el Quechua en las escuelas de educación primaria, días antes de su renuncia, anunció que el gobierno lanzaría una plataforma nacional de formación complementaria virtual para enseñar el idioma quechua a nivel básico, intermedio y avanzando, para que el país pueda consolidar y profundizar la identidad cultural, y hacer uso de sus idiomas. Lo que cabe preguntarse es, si seguirán estas políticas inclusivas en agenda, tras el intempestivo cambio de gabinete, de Bellido por Mirtha Vázquez, el cual es descripto como ¨un gabinete más conciliador y que puede satisfacer también a un sector progresista¨.

¨Si educamos para aceptar la diversidad como algo normal, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia¨.
 


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