Columnistas // 2021-10-03
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El tiempo es hoy
Una de las grandes falacias que intenta instalar la coalición UCR-PRO es que la crisis que atraviesa nuestro país es consecuencia de 70 años de peronismo y no el resultado de las políticas neoliberales aplicadas, con algunos intervalos de excepción, desde los años 60.


Los mismos que viven de la política, del Estado y con pretensiones de conquistar a las grandes masas del pueblo,  muestran un profundo desprecio por lo popular y por el rol central que debe cumplir el Estado.

La crisis que pretenden achacarle al peronismo es global. En Argentina y en el mundo se traduce políticamente en un cuestionamiento a las democracias representativas y a las formas tradicionales de esas representaciones; en lo económico y social en una acumulación de la riqueza cada vez en menos manos y con escandalosos índices de desigualdad, agravados hoy por la pandemia; y en lo ambiental con el calentamiento global, crisis hídricas y energéticas, agronegocios,  por mencionar solo algunos de los temas.

No se trata de un fenómeno de la naturaleza, no ocurre cuál lluvia o tormenta; hay responsables, siempre hay responsables y por supuesto niveles de responsabilidad.
Pero falseando y escondiendo responsabilidades, nos quieren hacer creer que la culpa de todos los males la tiene el populismo.

Así, la culpa la tienen los mismos que el sistema expulsa porque sobran, porque no alcanzan el nivel educativo adecuado ni visten como se debe y fundamentalmente porque no hacen falta: se generan más recursos con la especulación financiera que con la producción y el trabajo.

La meritocracia es una bosta. Te hacen creer que sólo con esmero te salvarás del destino choriplanero y así, al fracasar, la culpa de todos los males es tuya, es nuestra.

Con más elegancia lo explica el filósofo surcoreano Byung-Chul Han cuando dice: “Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede, y si no se triunfa, es culpa nuestra. Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado. Es la alienación de uno mismo, que en lo físico se traduce en anorexias o en sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio.”

Yo agregaría además que se traduce en una apatía y descreimiento de las poderosas herramientas de transformación que son el voto y la organización, herramientas que se potencian cuantas más voluntades se suman.

A Mendoza “hay que cuidarla” dicen,  mano en pecho,  los que se erigen en representantes de la  república. Quieren “cuidarla” del populismo, de la política, del peronismo. No vaya a ser nuestra la culpa de perder la (ficticia) Mendoza modelo que nos dice el relato, la misma que quisieron escindir de la república que tanto defienden.

Pero dato mata relato y resulta que  Mendoza, después de seis años de gobierno cambiemita es la provincia más pobre de todo cuyo. 

Veamos algunos índices que pueden corroborarse: En el segundo semestre de 2020, según la medición de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, Mendoza tiene un 60,8% de pobreza infantil, entrando en los primeros diez puestos del país y superando a San Juan y San Luis.

-44% de pobreza en el Gran Mendoza, según la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, correspondiente al segundo semestre del 2020.

-42,4% de pobreza en toda la provincia, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), correspondiente a 2020.

-26,1% de personas con inseguridad alimentaria, que han disminuido en los últimos 12 meses involuntariamente la cantidad de veces que comen al día, según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA.

-31,9%, no tienen ingresos por empleo registrado ni por jubilación o pensiones contributivas en Mendoza. Se trata de trabajadores informales o que realizan changas  y según el Observatorio de la Deuda Social Argentina con sede en Mendoza de la UCA se trata de 396.858 personas.

Y esto son solo algunos indicadores, que no incluyen la desocupación, el cierre de industrias y comercios, los salarios por debajo de la línea de pobreza y otros ítems importantes de nuestra economía provincial como son el marcado endeudamiento y las malas negociaciones con los acreedores.

Las PASO debieran dejarnos varias enseñanzas, una de ellas la importancia de fortalecer el Estado y brindar asistencia a quienes más sufren las consecuencias de ambas pandemias (neoliberalismo y Covid19) y la otra que el peronismo no se trata de un partido tradicional, es un movimiento nacional y popular que debe dar respuesta en cada uno de los territorios a las demandas populares.

Seguramente luego de las elecciones habrá mucho que analizar respecto de los resultados, pero hoy necesitamos en nuestra provincia un peronismo que salga de su zona de confort y se ponga al frente de las necesidades de la gente. Un peronismo opositor al proyecto que encarnan Suarez y Cornejo y que más que realizar acuerdos se dedique a denunciar cada una de las políticas y de los negocios que perjudican al pueblo de Mendoza.

Al relato malintencionado de cuidar a Mendoza del populismo hay que oponer la urgencia de recuperar cada voto perdido y conformar una propuesta que vuelva a enamorar a nuestro pueblo. El tiempo es hoy.


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