El mundo // 2021-09-06
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Bolsonaro en una nueva aventura autoritaria
A medida que se acerca el 7 de septiembre crece la tensión en Brasil. Son evidentes las intenciones de Bolsonaro y sus seguidores más radicales de desafiar a las instituciones democráticas y a la voluntad popular.


A cinco años de su derrocamiento, la expresidenta brasileña Dilma Rousseff afirmó que el mandatario Jair Bolsonaro tiene la intención de "dar un golpe dentro del golpe", entendiendo que la ruptura de la democracia inició en 2016 con el juicio político que la quitó del cargo ese año. La ex mandataria manifestó que las movilizaciones convocadas para el próximo 7 de septiembre, en apoyo a Bolsonaro, están dirigidas por asociaciones de sojeros, policías y grupos evangelistas.

El 31 de agosto, entonces, se cumplieron cinco años del derrocamiento de Dilma Rousseff en Brasil a través de un “impeachment” que sirvió para desalojar del gobierno al Partido de los Trabajadores, luego, avanzar con los juicios contra Lula da Silva, llevarlo a la cárcel, y finalmente, impedirle ser candidato en las elecciones de 2018 para dejarle el camino liberado a la presidencia a un desconocido, en aquel momento, Jair Bolsonaro.

Vale la pena recordar, porque aun hoy existe esa confusión en gran parte de la población, que la presidenta Dilma Rousseff no fue destituida por actos de corrupción, sino por aplicar un mecanismo en la elaboración del presupuesto similar al que ya había sido utilizado por otros presidentes sin que tuviera ningún tipo de consecuencias.

Bolsonaro se hizo famoso en el juicio político contra Dilma, cuando en su voto a favor del derrocamiento celebró que la presidenta hubiera sido torturada en la dictadura militar, reivindicando al jefe de la policía secreta del régimen, Carlos Ustra. "Mi voto es en homenaje a Carlos Alberto Ustra", sostuvo. Hoy cuenta con el respaldo de iglesias evangélicas, la mayor parte de los integrantes de las Policías Militares y la parte más concentrada del sector exportador y financiero. Ellos anuncian que estarán en las movilizaciones en defensa del gobierno y contra “los comunistas” que pretenden volver a partir de las elecciones de 2022.

El presidente brasileño afirmó que las movilizaciones convocadas para el martes 7 de septiembre, cuando se celebra el Día de la Independencia del país, serán un “ultimátum” para jueces del Supremo Tribunal Federal (STF). “Tengo tres alternativas para mi futuro: ser arrestado, morir o la victoria”, dijo el mandatario en declaraciones a una reunión de líderes evangélicos. En seguida, aclaró que nadie podrá detenerlo, que la muerte depende de la voluntad de Dios y la victoria depende de “ustedes, el pueblo”. 

Sin nombrar a nadie, denunció el abuso de “dos señores” que se sienten autorizados a adoptar medidas que violan derechos constitucionales, en alusión a Alexandre de Moraes y Luis Roberto Barroso, integrantes del Supremo Tribunal Federal y del Tribunal Superior Electoral. Moraes está a cargo de investigaciones sobre la sospecha de que el presidente estaría vinculado a una organización delictiva que produce y divulga fake news desde el conocido como “Gabinete del Odio”, el cual funcionaría en el Palacio del Planalto. Bolsonaro sostiene que el juez violó la Constitución al iniciarle una causa. Por otra parte, la justicia de Rio de Janeiro investiga a su hijo Carlos, concejal, acusado de peculado y lavado de dinero a partir del desvío de fondos de empleados fantasmas en el Consejo Deliberante que puede haber llegado a 1,3 millón de dólares.

El martes 7 de septiembre, a 199 años de la Declaración de la Independencia, Bolsonaro hablará en dos actos políticos. El primero en Brasilia y por la tarde en la avenida Paulista, la más importante de San Pablo. Activistas de extrema derecha convocaron a los actos en los que proponen concurrir armados, invadir los palacios de Justicia, el Congreso y reivindicar la implantación de un gobierno militar con Bolsonaro al mando. Según el mandatario la movilización será un récord histórico con 2 millones de personas.

Este clima de tensión y provocación a la violencia, coincide con la publicación de encuestas que ratifican para Bolsonaro un escenario de derrota ante el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva para las elecciones presidenciales de 2022. Es por esto que ha cuestionado el sistema de votación electrónica y ha amenazado con no aceptar los resultados. Asimismo, ha pedido el uso de boletas impresas, ya que en su opinión la votación electrónica es vulnerable al fraude, sin presentar evidencias al respecto. El sistema de votación electrónica en Brasil, vigente desde 1996, fue el que lo consagró presidente y funciona hace 25 años sin haberse constatado fraude ni haber recibido una sola denuncia. 

Ante la fuerte posibilidad de no ser reelecto como presidente, Jair Bolsonaro tensa la situación política y ataca las instituciones, amenazando con no entregar el gobierno al candidato que sea electo si no se modifica el sistema electoral. Lo hace aprovechando su base de apoyo más fanatizada, entre ellos, el pastor evangélico Silas Malafaia, conocido por sus posiciones de extrema derecha, como defender el golpe de Estado y predicar contra el aislamiento social y el cierre de los templos durante la pandemia.

La verdad es que Bolsonaro está en su peor momento en la consideración de sus electores, como consecuencia de la gravísima situación económica y horrible tratamiento de la pandemia. Sin embargo, cuenta con el acompañamiento de casi un tercio de la población, y dentro de ese grupo, forma parte un núcleo radicalizado de evangélicos, las policías estaduales, y un sector de las Fuerzas Armadas, a su vez apoyados y financiados por grandes grupos económicos, entre los que sobresalen grandes exportadores y el sistema financiero.

En ese camino, el presidente brasileño pretende dar una demostración de fuerza que le permita profundizar su plan, en su ya conocido tono violento y apocalíptico, en una nueva aventura autoritaria.
 


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