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(…)
yo quisiera ser travesti
porque las travestis son crisálidas
que se matan por vivir.
Pol Ajenjo
Llegué a Pol por Naty Menstrual, escritora, performer, artista, y mentiría si dijera que supe de ella por mera casualidad. El fin de semana pasado me la pasé tecleando “transexual” y “transgénero” en el buscador de Google y YouTube, sin saber bien qué esperaba encontrar.
Quizás buscaba un sitio en el que al hacer click apareciera un cartel gigante que dijera “andá a terapia” o una entrevista con alguna persona trans que desmintiera los dichos populares: “la esperanza de vida de las personas travesti y transgénero-transexuales es extremadamente corta”, “están al fondo de la pirámide social de la comunidad LGBTTTIQ+”, “son la bolsa de boxeo de los varones heteronormativos con masculinidad frágil”. Tal vez buscaba una esperanza, una idea, una solución.
Quizás es solo una duda, una crisis que no atravesé cuando debía, pero las lágrimas que lloré esas noches y en mi cita con mi terapeuta fueron auténticas. Lloré de miedo y odio. Miedo al rechazo, a la burla, a los de afuera, y odio hacia mí por pensar en eso, por ir en contra de la genética y de lo que se supone es bueno para mí.
La realidad de la población trans es dura, aun contando con leyes que validan y protegen su integridad en algunos países. Hoy en día, existen trece naciones del mundo en las que ser trans es penado: Brunéi, Gambia, Indonesia, Jordania, Kuwait, Líbano, Malawi, Malasia, Omán, Tonga, Emiratos Árabes Unidos, Nigeria y Sudán del Sur.
En los códigos penales se menciona ser trans o vestirse con prendas del sexo opuesto como un agravante a la hora de ser juzgado por delitos, que van desde “inmoralidad” o “molestia pública” hasta “falta a las buenas costumbres”. Las supuestas bases para una sociedad ordenada impuestas por estas naciones, especialmente los Emiratos, son contradictorias si se tiene en cuenta que el tráfico de personas, el abuso hacia la mujer y el trabajo infantil siguen siendo moneda corriente a pesar de las promesas vacías, gobierno tras gobierno, de terminar con esto.
“Vos y yo somos distintas, somos distintas las dos. Pero creés que solamente la diferente soy yo. Te da pánico el espejo, cuando mirás lo que soy. Qué ¿Me tenés miedo a mí, o te tenés miedo a vos?” dice Susy Shock, mujer, trans y sudaca, como se define ella.
“Nuestro problema no es ser travas, es lo más maravilloso que me pudo pasar. El problema es lo que le pasa al mundo con esto” confiesa, y además cuenta que le era más fácil “tener sexo en un lugar público” que subirse a un colectivo. Las miradas acusadoras, cortan, queman y dejan cicatriz.
El Salvador, 68 mujeres transexuales asesinadas entre 2016 y 2019. Honduras, 21 crímenes de odio a la población trans en diez años. Brasil, la esperanza de vida de un o una trans es de 35 años, en un año 123 asesinatos. México, el 87% de las personas trans sufre violencia física y/o psicológica. Argentina, el 77,4% de las víctimas de crímenes de odio son trans. La lista sigue, y eriza la piel.
Hoy se cumple otro aniversario de la muerte de Lohana Berkins, argentina trans, que quiso un futuro mejor para sus compañeros y compañeras travestis y transgénero/transexuales. Fundó y presidió de la Asociación Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT), presidenta de la primera escuela cooperativa para travestis y transexuales «Nadia Echazú» y coordinadora de investigaciones cuantitativas y cualitativas sobre las condiciones de vida de la comunidad travesti en el país. Lohana se fue, pero la lucha sigue.
“Soy hombre, soy mujer. Soy clítoris y glande, soy Mr. Hyde y Frankenstein, un cielo nublado y mil estrellas, un cielo azul y una feroz tormenta. (…) soy blanca y negra, macho y hembra, trava perversa, mujer santa y bruja vieja. Soy lo que creen y lo que creo. Soy dios y el diablo, soy mierda y perlas, (…) el zapato transparente de Cenicienta. Soy una reina, una sirvienta (…) soy mar abierto y soy riachuelo. Soy puta y casta, soy sucia y nueva. Me parieron la luna y el sol, por eso soy, lo que quiera ser, a la hora que sea.”
Naty captura la esencia de lo que dice Pol. Naty escribe por y para las trans. Ojalá muchas personas la hayan encontrado, navegando en Google, buscando respuestas a lo que no entienden, pero les quema el pecho. La construcción de la identidad no debería costar la vida, subir a un colectivo no debería provocar vértigo, la sexualización de las identidades no debería existir, porque al ver a una persona aparentemente cis, no nos preguntamos sobre su vida sexual.
Las travas no deberían sentir que poner un pie afuera de su casa supone tratar de sobrevivir. Los niños y niñas trans no deberían sentir que cortarse las muñecas o colgarse de una soga son viables antes que hablar con sus padres. Los adolescentes trans no tienen por qué empezar a sudar frío cuando pasan cerca de un grupo de varones, rogando que no lo reconozcan. Yo no debería tener miedo de tener dudas.
“Milonga queer, soy lo que soy. Te gusta, bien, y si no, no” dice Susy, y bailamos todos, todas, todes.
Yo quisiera ser travesti, sudaca, puta, hembra y macho, luna y sol. Ojalá todxs lo fueran.