Columnistas // 2020-07-19
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Pampa Azul, nuestra acechada provincia marítima
En el Espacio Marítimo Argentino se cruzan diversas dimensiones de la política nacional: la política exterior, de defensa y de seguridad y de desarrollo sustentable y científico, entre otras. La presencia británica en Malvinas y el interés que provoca en el mundo el potencial de nuestras riquezas naturales en esa región nos deben impulsar a incrementar la presencia nacional y a impulsar su desarrollo.


El espacio territorial que conforma lo que llamamos Mar Argentino es escenario de uno de los más grandes desafíos y oportunidades para nuestro país: La consolidación del dominio territorial del Estado argentino en un área estratégica para el desarrollo nacional. Con esta nota pretendo aportar una mirada desde la política exterior acerca del valor geopolítico del Espacio Marítimo Argentino en el contexto más amplio del Atlántico Sur e identificar las otras políticas que deben estar involucradas en un abordaje integral de lo que deberíamos considerar como la Cuestión del Atlántico Sur.

Múltiples circunstancias me han invitado a escribir sobre este tema en esta columna semanal: El tratamiento en el Senado del proyecto de Ley remitido por el presidente Alberto Fernández para establecer el límite exterior de la Plataforma Continental, la conmemoración –el pasado 16 de Julio- del Día de los Intereses Argentinos en el Mar y el haberse cumplido un año, el 18 de Julio, de la presentación del Informe Final de la Comisión Investigadora del Congreso sobre la tragedia del ARA San Juan. Como una sorprendente coincidencia me tocó dar una charla en un ciclo organizado por el Instituto Patria a la que había sido invitado a hablar sobre el Atlántico Sur, por lo que vuelco aquí algunas de las reflexiones que compartí con los más de 250 cursantes del curso. Una primera reflexión que me surge es que la escasa presencia en los medios de comunicación de la temática, en una semana marcada por hitos relacionados con nuestro mar, no es más que la evidencia de la poca importancia que le otorgamos los argentinos/as a las cuestiones estratégicas en general y a esta en particular.

La disputa por los espacios no ocupados del planeta

Al mencionar al Atlántico Sur, los argentinos/as tendemos inmediatamente a vincular la temática con Malvinas. Es muy importante que sea así ya que la Cuestión de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes “es un tema prioritario de la política exterior argentina, que refleja un mandato constitucional y se traduce en una política de Estado”, como sostiene el gobierno argentino.

Sin perder de vista esa prioridad, considero que es necesario que promovamos una perspectiva que tienda a jerarquizar a la Cuestión del Atlántico Sur como complementaria de la Cuestión Malvinas y de la Cuestión Antártica. Esta jerarquización permitiría compatibilizar la mirada reivindicatoria de soberanía sobre las islas y el espacio marítimo circundante usurpado por el Reino Unido con un conjunto de acciones que permitan potenciar el efectivo ejercicio de soberanía y el desarrollo económico sustentable del espacio marítimo argentino y de la extensa plataforma continental argentina en las áreas que están fuera de la disputa de soberanía.

Esta perspectiva toma en cuenta el triángulo geopolítico que representan el extremo sur del territorio continental argentino y su extensión natural sobre el espacio marítimo y la plataforma continental (Cuestión del Atlántico Sur), las islas emergentes en las Antillas del Sur, es decir  Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y su espacio marítimo circundante, (Cuestión de las Islas Malvinas) y la Antártida Argentina (Cuestión Antártica).

Muchas cosas han cambiado en el mundo en el tránsito histórico que se inicio con la llegada de los europeos a nuestro continente, en lo que marca el comienzo de la Edad Moderna, la potente expansión de los imperios coloniales con el comienzo de la Edad Contemporánea (la Era del Imperio para Hobsbaum), la apertura del proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial, hasta llegar a la configuración contemporánea de un mundo que tiende a la multipolaridad. Sin embargo, a pesar de los profundos cambios y reconfiguraciones ocurridos en esos periodos, perdura el valor estratégico que tiene el triángulo austral señalado en el párrafo precedente. La persistencia de la usurpación británica en Malvinas y el creciente interés mundial por las riquezas del Atlántico Sur y por el potencial del continente Antártico lo confirman.

La consolidación de la posición argentina en esa región resulta por tanto clave y puede ser un factor de relevancia estratégica de nuestro país en el futuro, especialmente en contextos de conflictividad internacional creciente como los que se preanuncian con las tensiones entre EE.UU. y China. Los pasos bioceánicos y sus las vías marítimas de comunicación tanto comerciales como de tránsito militar, la proyección y proximidad con la Antártida, las riquezas naturales del mar, del lecho y del subsuelo submarino, la enorme riqueza biológica, el creciente interés en los campos del turismo y la investigación científica en áreas y ambientes en algunos casos aún inexplorados, etcétera, marcan la relevancia de la porción de territorio nacional que comprende nuestro espacio marítimo.  

La más reciente mirada estratégica del desarrollo territorial de la Argentina ha sido aportada por el proceso de planificación territorial conducido por el Estado Nacional que dio lugar a la formulación del Plan Estratégico Territorial (PET) en el periodo de gobierno anterior a diciembre de 2015. Resulta muy interesante repasar la perspectiva geopolítica del PET que advierte que estamos ante “un escenario de creciente demanda en términos energéticos y alimenticios” en el que “gran parte de los mares costeros se están transformando en fronteras de disputas e intereses cruzados” y que “puede percibirse sutilmente una carrera por la ocupación de los últimos espacios geográficos no ocupados”.

En ese contexto, el PET plantea una visión estratégica que marca que “El Mar Argentino constituye, sin dudas, en términos de desarrollo, una de las grandes potencialidades del Estado argentino para el transcurso  del presente siglo XXI (…) este segundo centenario nos enfrenta a la necesidad de consolidar la soberanía argentina en la región marítima, contemplando tanto los aspectos productivos –la pesca y la explotación de hidrocarburos-, como la protección de los recursos, dando cuenta al marco normativo planteado por la ONU a través de la Convención del Mar (CONVEMAR)”. No resulta exagerado concluir, como lo sostiene el PET, que “En este escenario geopolítico, el Mar Argentino puede transformarse en una de las perlas más preciadas del planeta”.

Giro en la política exterior

El gobierno de Alberto Fernández impulsa un claro giro en la política exterior en relación con la gestión de su predecesor. Uno de los principales campos en los que cambia el enfoque es en el de las cuestiones vinculadas con la soberanía nacional.

El presidente no solo ha modificado la política relativa a la Cuestión Malvinas sino que ha dado un decisivo nuevo impulso a las políticas vinculadas con el Atlántico Sur y la Antártida. La primera señal fue restablecer la jerarquía de Secretaría de Estado al área de la Cancillería que se ocupaba de la Cuestión Malvinas, la que había sido degradada durante la gestión de Macri. Pero AF no se limitó a concretar una reedición de la Secretaría de Asuntos Relativos a Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur de la era CFK. Creó una Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, es decir un área que comprende a las tres cuestiones conexas que se juega la Argentina en el triángulo estratégico austral.

La segunda señal fue colocar al frente del organismo a Daniel Filmus, el impulsor de la jerarquización del área de Malvinas en la Cancillería durante la gestión de CFK y quien ocupó la secretaría por entonces, y que ahora es impulsor de la ampliación de la agenda del área hacia las otras dos cuestiones estratégicas.

Otra decisión estratégica ha sido la desactivación del bochornoso Acuerdo del 13 de setiembre de 2016 impulsado por Macri y la entonces primera ministra británica Theresa May, conocido como Pacto Foradori-Duncan. En contra de lo que generalmente se cree, tal acuerdo no se refiere solo a Malvinas. Si bien su cláusula más conocida es la que estableció el escandaloso compromiso de “remover los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las islas”, lo acordado se expandía hacia cuestiones vinculadas con el Atlántico Sur –especialmente relativas a pesca, cooperación militar e inversiones- y a la cooperación científica en la Antártida.

Como medidas positivas, en la búsqueda de cimentar una política de Estado, nuestro gobierno ha elaborado tres iniciativas que apuntan a endurecer las sanciones a la pesca ilegal en la región, conformar un consejo nacional multidisciplinario que elabore estrategias para reafirmar el reclamo de soberanía en Malvinas y establecer por ley la nueva demarcación del límite exterior de la plataforma continental argentina, avalada por la ONU.

Pero el giro más trascendental y tal vez menos perceptible que ha dado el nuevo gobierno consiste en hacer que las cuestiones de la soberanía hayan vuelto a ser debatidas en el Congreso Nacional, giro categórico respecto del gobierno precedente en la consideración del papel estratégico del parlamento en la definición de la política exterior y en las cuestiones relacionadas con la soberanía nacional.

La intensificación de la cooperación con países de la región, especialmente con los vecinos linderos, es otra de las líneas de actuación destacables de la actual gestión. La realización de la III Reunión de la Comisión Binacional Argentina –Chile de Cooperación en Investigación Científica Marina Austral, realizada de manera virtual a fines de junio, es un hecho auspicioso que merece ser destacado.

Nuestra Pampa Azul

Frecuentemente los argentinos damos la espalda al mar sin considerar que para mirar al futuro hay que ampliar las perspectivas e incluir a esa extensa región de nuestro país en la categoría de patrimonio nacional. Es por ello que los habitantes de las provincias del litoral marítimo deberían tener más en cuenta lo que representa que sus provincias sean las titulares de los recursos naturales dentro de las doce millas marinas que comprende el Mar Territorial y que, en tal carácter, sus gobiernos tengan en sus manos la concesión y otorgamiento de licencias para el aprovechamiento de esos recursos. Un dato que permite dimensionar la importancia de esa área es que el Mar Territorial –que comprende la franja que va de la línea de base (definida por la línea de las más bajas mareas a lo largo de la costa y las líneas rectas demarcadas por los puntos salientes de los golfos Nuevo, San Jorge y San Matías) hasta las 12 millas marinas- tiene una superficie algo superior a la Provincia de Mendoza.

Menos aún se visualiza que los beneficios actuales y futuros del desarrollo de actividades económicas más allá de esas doce millas marinas, a lo largo y ancho de la Zona Económica Exclusiva y en la plataforma continental, corresponde a todo el pueblo argentino por tratarse de recursos de la Nación que se encuentran bajo la jurisdicción nacional.

En estos asuntos se aplica aquello de que nadie valora ni ama lo que no conoce. El desconocimiento del valor estratégico y de la potencialidad económica y ambiental del espacio marítimo argentino atenta contra la posibilidad de que sintamos como propio lo que es patrimonio de más de 44 millones de argentinos.

En ese contexto, la consideración del espacio marítimo argentino como una provincia o región marítima resulta muy interesante. No se trata de una calificación de naturaleza constitucional o institucional sino de una figura que permite valorar la importancia de esa parte del territorio nacional, lo cual en ningún sentido obsta a la pertenencia formal y sustancial de gran parte del espacio marítimo argentino en la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur establecida en la legislación nacional.

En esa misma línea conceptual se encuentra la ponderación de ese territorio como una pampa azul, denominación felizmente adoptada para una ambiciosa iniciativa de articulación de actores institucionales a partir de la iniciativa del gobierno nacional. Se trata de esa otra rica pampa que tenemos los argentinos en el mar, en la plataforma continental y en el territorio insular argentino, la que puede parangonarse con la pampa continental, es decir con la pampa verde y la pampa seca propias de las llanuras argentinas, poseedoras de riquezas naturales, de producciones primarias y asiento de actividades industriales. En nuestro espacio marítimo se pueden desarrollar esas mismas actividades, con las lógicas y necesarias adaptaciones al hábitat marítimo: aprovechar recursos (pesqueros, hidrocarburíferos, minerales), “cultivar” sus riquezas mediante el desarrollo de la acuicultura marina, las políticas de protección del recurso pesquero y de conservación de la biodiversidad, e industrializar a sus productos.

Las costas y poblaciones del extenso litoral marítimo ofrecen la posibilidad de contar con plataformas logísticas y de servicios necesarias para el desarrollo de esas actividades, especialmente de las industriales destinadas a el agregado de valor a los productos y frutos del mar, de su lecho y de su subsuelo.

Ayuda a evaluar el valor estratégico del Espacio Marítimo Argentino la comprensión de sus componentes con una perspectiva geopolítica. El PET identificó a los Conjuntos Geopolíticos  del Espacio Marítimo Argentino a partir de la incorporación de un aporte del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa “Manuel Belgrano”, dependiente del Ministerio de Defensa, comprendiendo:

1. El Frente Marítimo Argentino: comprendidas por las áreas marítimas y oceánicas en las que la defensa de la soberanía nacional implica la contención de las amenazas exteriores, como son la pesca ilegal y las acciones de piratería naval. 

2. El Área Focal Litoral Bonaerense: abarca a los Puertos de Buenos Aires, estratégicos para el comercio exterior. Debe tenerse en cuenta que alrededor del 90 % del comercio exterior argentino se realiza por vía marítima.

3. Las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur: los desafíos que presenta la ocupación británica marcan un escenario de disputa de soberanía que se lleva adelante a partir de la acción diplomática. La creciente militarización del Atlántico Sur, el saqueo de saqueo de recursos naturales y el actual y potencial daño ambiental provocado a partir de las acciones unilaterales del Reino Unido plantean un desafío de largo plazo para la Argentina.

4. El Polo Patagónico Austral: se trata de un complejo geopolítico con enorme potencial logístico y energético.

5. La Antártida: espacio de soberanía en disputa latente a nivel mundial. La presencia argentina en el continente blanco y la cooperación científica con países de la región resulta vital para el sostenimiento de la soberanía sobre el Sector Antártico Argentino.

La complejidad de los componentes estratégicos que integran al espacio marítimo argentino exige la concepción de políticas integrales e integradoras que articulen programas de acción conjunta que involucren a distintos organismos del gobierno nacional, a las fuerzas armadas y de seguridad (especialmente de la Armada Argentina y de la Prefectura Naval Argentina), a las provincias con litoral marítimo, a universidades y a centros de investigación científica, etcétera. Las principales misiones a concretar se relacionan con el control y la fiscalización marítima, la investigación científica, el desarrollo de actividades de aprovechamiento de los recursos naturales y la protección del medio ambiente.

Como toda área estratégica para el desarrollo nacional, el espacio marítimo argentino requiere de la presencia efectiva del Estado Nacional. Para ello adquiere especial valor las acciones de control y patrullaje de una inmensa superficie marítima en el marco de la política de defensa nacional y de seguridad interior.

Cobra especial relevancia al respecto, el análisis de la Comisión Bicameral Especial Investigadora sobre la Desaparición, Búsqueda y Operaciones de Rescate del Submarino ARA San Juan sobre la relevancia de las tareas de control de mar que realizaba la embarcación antes de la tragedia, las que implican principalmente el resguardo de la soberanía nacional y la protección de los recursos naturales de la intrusión de embarcaciones no autorizadas por las autoridades argentinas.

En materia de investigación, el programa Pampa Azul es una iniciativa estratégica dirigida a promover el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la innovación productiva en el Atlántico Sur, aportando por este medio al desarrollo de una cultura del mar en la sociedad argentina. La iniciativa integra las capacidades científico-tecnológicas del estado nacional con el fin de fomentar la explotación sustentable de los recursos marinos y de fortalecer el crecimiento de las industrias vinculadas al mar.

La protección del medio ambiente se ha visto potenciada especialmente a través de la creación de áreas marinas costeras y, en los últimos años, de la creación de las primeras áreas de protección mar adentro. El Área Marina Protegida (AMP) Namuncura-Banco Burdwood, creada a instancias de un proyecto de ley que presentamos en la Cámara de Diputados de la Nación junto al hoy ministro de Agricultura Luis Basterra, ha sido pionera en la utilización de los instrumentos de protección que brinda la CONVEMAR y la legislación nacional de la riquísima biodiversidad del mar y del lecho submarino.  Su posterior ampliación en el AMP Namuncurá-Banco Burdwood II y la creación del AMP Yaganes marcan un camino de consolidación de la política de protección ambiental y desarrollo sustentable en nuestro espacio marítimo.

Por último quiero señalar la importancia de abordar las actividades de exploración y explotación de los recursos naturales bajo criterios de sustentabilidad ambiental y considerando a los recursos del lecho y el subsuelo marino como recursos estratégicos de la Nación. Cuestioné duramente desde la Cámara de Diputados las acciones del macrismo en relación con las concesiones para la exploración hidrocarburífera offshore. Es necesario un nuevo enfoque que ponga al Estado Nacional y a las provincias al frente de las iniciativas de aprovechamiento de esos recursos.

Asimismo presenté junto a otros colegas diputados un proyecto para la creación de Yacimientos Mineros Federales, una empresa nacional de minería que entre sus misiones debería jugar un papel fundamental en la evaluación del potencial minero en nuestra plataforma continental y en la protección de esos recursos y aprovechamiento en un proyecto de desarrollo nacional cuando el desarrollo tecnológico lo permita,  poniendo límites al avance de las iniciativas en ese campo de multinacionales que ya se visualiza en otras regiones del mundo.

El Día de los Intereses Argentinos en el Mar conmemora el nacimiento del Almirante Segundo Storni, uno de los impulsores de la promoción de una conciencia marítima en los primeros años del siglo XX. Storni decía que “La política naval es, ante todo, una acción de gobierno; pero es indispensable, para que tenga nervio y continuidad, que sus objetivos arraiguen en la nación entera, que sean una idea clara, un convencimiento de las clases dirigentes y una aspiración constante de todo el pueblo argentino”. 


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