Columnistas // 2019-10-16
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PANORAMA POLÍTICO
Gendarmes sí - gendarmes no
La postura del oficialismo sobre la presencia de Gendarmería es contradictoria. Dos días antes de que los gendarmes desembarcaran en Cutral Co la Legislatura aprobó, con el voto del MPN, una declaración en contra de que esa fuerza se instale en Plottier.


Paradoja. El mismo pueblo que en 1996 rechazó el envío de la Gendarmería, que venía a reprimir la primera pueblada, es el que acaba de pedir -y conseguir- que esa fuerza desembarque en su localidad para conservar el orden.

En 1997, la segunda pueblada de Cutral Co, la del asesinato de Teresa Rodríguez, también comenzó con la Gendarmería, que vino a desalojar el puente carretero donde se habían instalado los docentes. Estos se trasladaron luego a Cutral Co, y esa fue la chispa que encendió nuevamente la pradera.

Fue el gobierno neoliberal de Menem el que metió la Gendarmería a reprimir conflictos internos y controlar el delito. Y es el gobierno neoliberal de Macri el que ha convertido en un ícono de la represión social al cuerpo tradicionalmente encargado de cuidar las fronteras.

En el caso de las puebladas, aquellos contingentes de Gendarmes fueron enviados por el señor Corach con el visto bueno del gobierno provincial y esta vez ha sido a pedido de los interesados pero al menos con la aquiescencia de las autoridades neuquinas.

Algo curioso también, porque dos días antes de que los gendarmes desembarcaran en Cutral Co la Legislatura aprobó por mayoría, con el voto del Movimiento Popular Neuquino, una declaración en contra del pedido de Plottier para que esa fuerza de seguridad establezca un destacamento permanente en la localidad. La razón esgrimida por el oficialismo de boca de uno de sus diputados es que ese desembarco implicaría “un avasallamiento” a los derechos de la provincia.

Claro que Cutral Co es un territorio irredento, una espina clavada en el corazón del MPN, que no ha podido recuperar esa ciudad desde aquellas puebladas, hace ahora 23 años, y que no ve con malos ojos los aprietos que ahora pasan en materia de seguridad sus jurados adversarios políticos, los Rioseco.

Pero ese sentimiento del MPN respecto de la Gendarmería es en esencia contradictorio. En marzo de 2018, cuando el gobierno nacional anunció su intención de destacar en forma permanente 400 gendarmes en la provincia para custodiar Vaca Muerta, en el gobierno local no dijeron que no pero tampoco que sí. Y el tema hasta ahora no se terminó de concretar.

Pero un año antes, en 2017, cuando a raíz de una huelga por el despido de 1.700 petroleros los trabajadores pusieron en riesgo el bombeo de crudo y el gobierno nacional envió 200 gendarmes, ni el gobernador ni el líder partidario Jorge Sapag durmieron en toda la noche.

La cosa luego se arregló. El partido que gobierna hace más de medio siglo la provincia confía plenamente en su capacidad de negociación -después de todo acá nadie se queda con las manos vacías-, pero no le gusta que nadie venga a meter las narices en su territorio.

No vaya a ser que la imprudencia de una fuerza cebada por un gobierno cruel y torpe termine provocando una muerte, como la de Santiago Maldonado o Rafael Nahuel. En la provincia de Fuentealba todos saben muy bien que una calamidad como esa se puede llevar puesto al gobierno.

De manera que para el gobierno de Neuquén Gendarmería “Ni” o “Psi… pero no tanto”.

Falta saber, empero, que hará de llegar al poder una fuerza que, como el Frente de Todos, se declara nacional y popular. Porque la inseguridad que invocan los vecinos es real. Pero ya se ha visto también que los problemas sociales no se arreglan a punta de fusil. 


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