Argentina // 2019-10-13
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Elecciones presidenciales
¿Macri puede llegar al balotaje?
El presidente apuesta a forzar una segunda vuelta en base a movilizaciones masivas y promesas de campaña. Lo que dicen las encuestas. La pelea por el liderazgo en el Pro y de la futura oposición. El peronismo, en calma chicha.


Ados semanas de las elecciones del 27 de octubre el presidente Mauricio Macri asume el gasto. Busca forzar un balotaje que le dé chances de ser reelecto. La receta: actos masivos en distintos puntos del país, promesas de medidas con impacto social y la apelación de un futuro (ahora sí) venturoso.

Calculadora en mano, en la Casa Rosada apuestan “a quienes no fueron a votar en las PASO” y a que la sociedad confíe (ahora sí, nuevamente) en las promesas que el presidente-candidato derrocha en cada aparición pública.

La realidad parece conspirar contra el deseo presidencial. Los encuestadores consultados por Va Con Firma aseguran que “el escenario de las primarias está consolidado” y que sólo “un milagro” puede modificar el resultado en los próximos 15 días.

“No observamos cambios estructurales respecto a lo que sucedió en las PASO. Hay 18 puntos de diferencia entre Fernández y Macri, con 52 % para el Frente de Todos, 34 % para Juntos por el Cambio y 8 o 9 % para Lavagna”, dice Roberto Bacman (CEOP), a Va Con Firma.

Una encuesta difundida el viernes pasado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, sobre 2050 casos de todo el país y con modalidad cara a cara, ubica a la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner con una intención de voto del 48,5 % y a Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto con 30,7 %.

El mismo sondeo indica que Macri tiene una imagen negativa del 63,8 % y que despierta sentimientos de “decepción” o “rechazo” en el 70,3 % de los consultados. Un 58 % de los encuestados dicen que su situación económica familiar empeoró desde que el presidente llegó a la Casa de Gobierno. Además, al 71,9 % el primer mandatario le resulta “poco creíble” o “nada creíble”.

“El principal obstáculo de Macri para llegar al balotaje es la economía, que normalmente define las elecciones en todo el mundo, como se vio en las PASO”, advierte Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios para una Nueva Mayoría, a Va Con Firma.

“La inflación ha crecido -en setiembre fue casi del 6%- y tanto pobreza como desempleo han empeorado respecto a lo informado por el INDEC, con datos recogidos antes de las primarias”, amplia el consultor.

Cuestión de votos

Uno de los argumentos que sostiene la ilusión de la Casa Rosada es la participación de quienes no fueron a votar en las PASO. En el entorno del presidente explican que son esos nuevos votantes, acompañado de una caída del Frente de Todos, los que pueden llevar a Macri al balotaje.

Según el escrutinio definitivo de las primarias del 11 de agosto la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner obtuvo 12.205.938 votos, lo que significan el 47,78% de los "votos válidos" y el 49,49% de "votos afirmativos". En el caso del binomio Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto, los 8.121.689 sufragios obtenidos representan el 31,79% de "votos válidos" y 32,93% de "votos afirmativos".

Esto significa que aun repitiéndose el resultado de las PASO, lo que supone descartar los sondeos que indican que la diferencia en favor del candidato opositor “tiende a ampliarse”, Alberto Fernández será presidente en primera vuelta y con un porcentaje mayor al obtenido hace dos meses.

Esto es así porque a diferencia de las primarias, en la primera vuelta (y en un eventual balotaje) los porcentajes se calculan sobre los votos afirmativos de cada candidato. Es decir, sin contabilizar los votos en blanco.

Para ser presidente el 27 de octubre un candidato necesita el 45 % de los votos afirmativos o el 40 % con una diferencia mayor a 10 puntos con respecto a la fórmula que lo secunde. Sólo si esto no ocurre se repetirá lo ocurrido en 2015 y habrá segunda vuelta el 24 de noviembre.

Cuestión de números

“Hay que tener en cuenta que la diferencia es de 4.100.000 votos. Es una cifra muy difícil de dar vuelta. Tiene que ocurrir algo muy excepcional para que semejante diferencia se revierta”, asegura Bacman.

Según el analista “la gente está reafirmando el voto de las PASO. La mayoría ya definió su voto. Los indecisos se ubican en un rango muy bajo, del 3 al 5 %, y el voto en blanco en un 2 %”.

En tanto, Rosendo Fraga destaca que “Fernández ha obtenido el 49% de los votos en la PASO y Macri 33%. Para que haya segunda vuelta se requiere que el primero pierda 4 puntos -tenga un voto menos del 45%- y que Juntos por el Cambio un voto más que el 35% (suba dos puntos). Y ambas cosas deben suceder al mismo tiempo”.

En el macrismo se ilusionan con que eso ocurra gracias a una mayor participación en los comicios. En las PASO votó el 76,4 % del padrón, algo más que en las de 2015 (74,98 %). En la anterior presidencial el salto entre una instancia y otra fue de seis puntos: votó un 81,07 % en la primera vuelta.

“Aún si el porcentaje de quienes van a votar sube 4 o 5 puntos respecto a las primarias eso no significa que sean todos votos del oficialismo”, advierte Bacman, ya que “lo que se ve es que la gente que no votó en las PASO y dice que lo va a hacer ahora va a votar como lo hizo la que participó en agosto, casi en las mismas proporciones”.

En el peronismo también hacen cálculos. Estiman que al candidato del Frente de Todos le alcanzaría con sumar 140.344 votos más para superar el 45% si la asistencia a las urnas efectivamente se ubica en el 81% del padrón que sufragó hace cuatro años.

Recuerdan además que Daniel Scioli, entonces candidato del Frente para la Victoria, creció 617.917 votos en las elecciones generales respecto de las primarias. En un escenario desfavorable y con el macrismo encarnando la esperanza de cambio.

Si se puede, se puede

La apuesta fuerte del oficialismo para llegar al balotaje es la campaña “Sí, se puede”: 30 actos en 30 ciudades del país en el mes previo a la elección. La iniciativa tuvo el puntapié inicial el 28 de septiembre en Barrancas de Belgrano y ya recorrió Mendoza, Neuquén, Tucumán, Misiones y Santa Fe, entre otros distritos.

En el barrio porteño de Belgrano, corazón del macrismo, el oficialismo reunió una multitud. Lo que se repitió en Tucumán le lunes y en Misiones el miércoles de la semana pasada. La masividad de estos actos entusiasman a la Casa Rosada, que necesita recuperar, al menos en parte, a aquellos votantes que acompañaron a Cambiemos hace cuatro años.

“Las elecciones no las ganan las movilizaciones sino los votos”, asegura Bacman, quien cree que “lo que realmente puede cambiar el voto de la gente es que Macri convenza a la sociedad de que algo cambió”.

“El oficialismo – agrega- tiene su principal problema en que esto no es el 2015 y no alcanza con prometer que ahora empieza el crecimiento, el bienestar, etcétera porque, a diferencia de lo que ocurrió hace cuatro años, Macri ya gobernó”.

Dilema similar se le planteará al presidente en los debates que los candidatos mantendrán esta noche en Santa Fe y el próximo domingo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Todo lo que Macri diga se confrontará con lo que fue, y es, su gestión.

“El debate presidencial puede tener incidencia real en países con otras realidades y tradiciones. En Estados Unidos, por ejemplo, donde el voto no es obligatorio y puede generar una afluencia de votantes significativa”, estima Bacman.

Sin embargo, Juntos por el Cambio no tiene margen para intentar otro camino. “El que está haciendo la apuesta fuerte en esta campaña es Macri, no lo queda otra. Es el que tiene que asumir el riesgo, el que tiene que prometer que las cosas van a hacer diferentes y esperar que le crean”, resume el analista.

Para Rosendo Fraga, “Fernández tratará de no arriesgar y mostrar moderación. Puede correrse hacia el centro, sin temor a perder votos por izquierda. Macri, por su parte, debe arriesgar y ha decidido girar a la derecha, buscando los puntos que suman los candidatos que tienen el voto descontento de Cambiemos, que son Gómez Centurión y Espert”.

Calma chicha

La recta final de la campaña encuentra al peronismo en las antípodas del gobierno. Sentado sobre la seguridad que le dan las encuestas, Alberto Fernández actúa como un presidente a punto de asumir.

Según el mencionado sondeo de la Celag, el 51,7 % de los consultados cree que el candidato del Frente de Todos puede resolver la crisis económica y le saca casi 20 puntos de imagen positiva al presidente (51,4 % a 31,8 %).

Además, Fernández despierta “confianza”, “afecto” o “respeto” en el 53,1 % de los encuestados contra el 22,9 % de Macri en los mismos atributos.

Tal vez por todo esto el candidato peronista prioriza encuentros con empresarios, sindicalistas, gobernadores y referentes de la sociedad civil por encima de los actos masivos y declaraciones rimbombantes.

Lo curioso de esta situación es que el candidato oficialista promete como si fuera opositor. Y el opositor como si le alcanzara con mostrar lo hecho hasta ahora. La paradoja abre el interrogante de si Alberto Fernández no empezó la “luna de miel” de manera anticipada, con el desgaste prematuro que esto supone.

“El Frente de Todos está haciendo una campaña lógica para el que va ganando, que no arriesga. Una campaña sin hacer grandes movimientos. No lo necesita, como sí lo necesita Macri”, explica Bacman.

Para el titular del CEOP “Alberto está planteando algo que Macri no puede resolver: qué hacer, cómo hacerlo y cuándo. Y le marca esto al presidente, al mismo tiempo que da respuestas a esos interrogantes con propuestas sobre empleo, pobreza, pacto social, deuda, etcétera”.

El consultor cree además que otra fortaleza del Frente de Todos “es que salvo expresiones muy marginales, el voto peronista no está dividido. Lavagna le quita más a Macri que al peronismo, porque suma por el lado del macrista decepcionado que no quiere votar a Cristina”.

Además, el candidato opositor plantea un horizonte de expectativa. Bacman destaca que “en las clases baja y media-baja el retorno del peronismo despierta la expectativa histórica de un mayor bienestar”.

La otra batalla

Todo indica que las muestras de apoyo que el presidente recibe en sus actos de campaña no se traducirían en el caudal de votos necesarios para aspirar a reelección. Tampoco sus promesas.

Sin embargo, la campaña “Sí, se puede” muestra al macrismo como una expresión político-electoral competitiva, algo que la derecha liberal nunca tuvo en la Argentina. El porcentaje que finalmente obtenga Macri dentro de dos domingos determinará buena parte de su futuro político.

“Macri quiere sostener el ‘núcleo duro’ de sus votantes porque está perdiendo votos. Los necesita no sólo para llegar al balotaje sino también para encabezar Juntos para el Cambio como principal fuerza de oposición”, explica Bacman.

“Con una derrota ese liderazgo va a ser cuestionado, entrará en disputa, porque hay otros que intentarán conducir. Esto pasa en toda fuerza política. Le pasó a Cristina después de la derrota de 2015”, agrega.

Entre los rivales del presidente dentro del Pro asoman el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. La ventaja del primero es que puede ganar la elección. Vidal, según la encuesta de la CELAG, tiene una intención de voto del 32,1 % frente al 53,8 % de Axel Kicillof.

“De ser reelecto, Larreta se perfila como el nuevo líder del PRO en perjuicio tanto de Macri como de Vidal”, destaca Rosendo Fraga, quien subraya que “el radicalismo, si perdiera Larreta, adquiriría un rol más relevante como eventual eje de la oposición a un gobierno peronista”.

Con la vista puesta tanto en el frente externo como en el interno, Mauricio Macri jugará a partir de la próxima semana sus últimas fichas. En su entorno piensan en un cierre de campaña multitudinario que si no alcanzara para llegar al balotaje al menos lo coloque como líder de la oposición.

Apostarán a la modalidad de acto "espontáneo" y masivo, al estilo de la marcha del 24 de agosto. En eso ya están trabajando en las redes sociales, bajo la consigna #19OLaMarchadelMillón.

El macrismo sueña con un millón de personas en el Obelisco el sábado 19 de octubre, ocho días antes de los comicios. Y con un último acto en Córdoba justo antes del comienzo de la veda electoral.

Soñar, prometer, confiar. El camino del presidente ante el actual estado de cosas. 


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