Argentina // 2019-10-06
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Elecciones presidenciales
Macri, el “núcleo duro” y una nueva identidad política
El incremento de la pobreza, la suba de precios y la caída de la economía no hace mella en quienes encuentran en Juntos por el Cambio la expresión de sus ideas. La búsqueda de una nueva identidad política más allá del resultado electoral. La oposición que viene.


 El presidente Mauricio Macri cree que todavía tiene chances de forzar un balotaje en los comicios del 27 de octubre. A pesar de la contundente derrota en las PASO (quedó a más de 15 puntos de Alberto Fernández) y de lo que dicen las encuestas (si la elección fuese hoy la diferencia podría ser aún más amplia), en la Casa Rosada se ilusionan con dar vuelta el resultado.

Apuestan a que la movilización del “núcleo duro” que apoya a Macri provoque un efecto contagio en los votantes que lo acompañaron en 2015 y ahora se sienten defraudados. De eso se trata la campaña “Si se puede”, que desarrolla actos, muchos de ellos muy numerosos, en distintos puntos del país.

El puntapié inicial de esta estrategia se produjo el sábado de la semana pasada con un masivo acto en Barrancas de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires, que resultó una continuación de la contundente movilización a Plaza de Mayo del #24A, poco después de que el oficialismo perdiera las primarias. 

La pregunta por estas horas es si esta estrategia del oficialismo abre una posibilidad real de ganar la elección o debe conformarse con convertir a Juntos por el Cambio en la expresión político-electoral permanente de los sectores que se movilizan. Una deuda que la derecha liberal tiene con la democracia.

“El oficialismo tiene escasas posibilidades de revertir el resultado de las PASO, más bien al contrario, es probable que la brecha entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio se amplíe en octubre”, dijo a Va Con Firma la socióloga Gisela Brito. 

“La erosión de Macri no es coyuntural, sino que expresa un quiebre en la confianza por parte de la ciudadanía que se viene profundizando desde que en 2018 anunció la vuelta al FMI.  Macri dejó de ser un dirigente creíble y lo que el oficialismo viene haciendo tras las PASO es orientar su campaña a su núcleo duro de votantes, en esa lógica se inscriben las marchas del ‘Sí se puede’”, agrega.

Sin embargo, la experta asegura que “Macri está logrando aglutinar esa identidad en proceso de construcción”, aunque advierte que “hay que ver cuál será el impacto de la presumible derrota electoral en estos sectores”.

Ellos o nosotros

“La construcción de una identidad política es un proceso siempre abierto que implica construir solidaridades a partir de sentidos comunes y articularlos en una narrativa que le dé sentido a un ‘nosotros’ en contraposición a un ‘ellos’ “, asegura Brito, quien también es máster en Análisis Político por la Universidad Complutense de Madrid. 

Según la analista, “hasta ahora lo que estamos viendo es que el sector de la sociedad argentina portadora de valores y sentidos comunes de derecha tiene un carácter más refractario que afirmativo; hasta ahora tienen claro el ‘ellos’, lo que rechazan, que es el peronismo en sentido amplio en todas sus manifestaciones y particularmente en su componente popular y plebeyo, pero le falta nitidez al ‘nosotros’ “.

La constitución de ese “nosotros” abreva en la tradición del llamado “antiperonismo” y busca actualizar los dos grandes proyectos modernizadores del último cuarto del siglo XX: la dictadura cívico-militar (1976-1983) y el menemismo (1989-1999).  

Los valores e ideas que buscan alimentar esa identidad política todavía en formación pueden entreverse en una encuesta realizada por el Centro Estratégicos Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), que sirvió a Brito para analizar el perfil del votante macrista.  

En su trabajo la analista tomó los resultados de la encuesta de la CELAG en cuatro ítems (rol del Estado, políticas sociales, xenofobia laboral y gatillo fácil), de donde se puede inferir el sistema de creencias sobre los que la derecha busca articular una propuesta visible e identitaria.

Estado y algo más

De acuerdo al relevamiento de la CELAG el 76% de los argentinos considera que la intervención del Estado es necesaria para disminuir las injusticias sociales, mientras que el 19% cree que lo óptimo es dejar funcionar libremente al mercado. 

A la hora de desagregar esos porcentajes Brito encuentra que “entre los votantes K, la proporción de ‘intervencionistas’ crece hasta 89%” pero entre los que votan a Macri “cae hasta el 62% y aumenta considerablemente el porcentaje de los que están a favor del libre mercado: 32%”.

 “Los datos son significativos teniendo en cuenta la tradición histórica del país y el acuerdo transversal sobre la importancia asignada al Estado”, explica.

Respecto a las políticas sociales Brito asegura que “se observa fuertemente el componente ideológico del votante macrista: en el universo M, el 72% cree que los ‘planes sociales hacen que la gente sea vaga’, mientras que un minoritario 20% cree que ‘son imprescindibles para que los pobres tengan una vida digna’. Entre los votantes del universo K la distribución es exactamente inversa: 19%/75%”.

Está perspectiva pone en juego el díptico individualismo-colectivismo, muy presente en la oposición histórica entre peronismo y antiperonismo. Brito da cuenta de la presencia del discurso meritocrático en el votante de Mauricio Macri al señalar que “el 68% de los votantes M considera que ‘los resultados de cada quien en la vida dependen exclusivamente de su esfuerzo personal’, mientras que el 30% opina que ‘nadie puede triunfar en la vida si el Estado no garantiza derechos y oportunidades’ ”. 

Entre los votantes K –consigna- la proporción es inversa: 73% de “colectivistas” versus 25% de “individualistas”.

Siempre según los datos del sondeo, en el eje xenofobia laboral “el 68% de los votantes de Macri cree que los argentinos deberían tener prioridad frente a los extranjeros en contextos de crisis, mientras que el 30% considera que los inmigrantes deben tener exactamente las mismas oportunidades de empleo que los argentinos”.

Finalmente, al ser consultados sobre el gatillo fácil, Brito explica que las opiniones de los argentinos se encuentran divididas entre aquellos que justifican el uso de armas de fuego en situaciones de fuga (47%) y quienes creen que no existe justificación alguna para que las fuerzas de seguridad hagan un uso desmesurado de ellas (48%). 

Al desglosar estas posiciones según la intención de voto observa que “entre los votantes de Macri la proporción de los que justifican el gatillo fácil escala hasta el 70%”.

¿Un macrismo sin Macri?

Macri es un líder coyuntural, en los últimos cuatro años quedaron en evidencia las falencias del marketing político para dar solidez a un dirigente incapaz de enunciar un proyecto político claro. No pareciera que su liderazgo pudiera perdurar más allá de octubre”, asegura Brito.

Para la analista, después del 10 de diciembre “más que un macrismo sin Macri lo que hay es un espacio disponible en busca de un liderazgo, representado por un segmento de la sociedad que sí tiene un proyecto de país, unos valores y una ideología clara, aunque hasta el momento no encuentra una representación política”.

La identidad y representación política de quienes se sintieron expresados por el macrismo se continuará fraguando al calor de la oposición al posible gobierno de Alberto Fernández, en la que se plantearan dilemas similares a los que se le presentaron a quienes se oponían en las calles al gobierno de Cristina Kirchner.

Para Brito, “una característica que tienen estos sectores es que detrás de un discurso republicano, de defensa de las instituciones, esconden una pulsión profundamente antidemocrática que tiene que ver con la aniquilación del otro, con la expulsión del adversario (leído en términos de enemigo) del espacio público”. 

“En esa lógica – asegura- se inscribe la estigmatización del ‘kirchnerismo’ que se promovió desde el oficialismo durante estos cuatro años y que seguirá operando en la oposición a Alberto Fernández”. 

La analista cree que si esto se repite sobrevendrá “la paradoja de que en lugar de republicanismo lo que hay ahí es una fuerza antisistema, que al no aceptar al adversario como un oponente legítimo obstruye la posibilidad de una confrontación de ideas y de proyectos políticos mediante mecanismos institucionales, instancia en la que deberían dirimirse las diferencias en una democracia más consolidada”. 

“La derecha argentina -concluye Brito- tiene hasta el momento posiciones prepolíticas, recurre al odio en lugar de la palabra. El desafío para la democracia argentina es lograr que se integren de manera política a debatir en el espacio público sus posiciones”. 


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