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La industria petrolera ya se prepara para los nuevos horizontes en la Casa Rosada, con el convencimiento de que el futuro gobierno deberá apostar al desarrollo de Vaca Muerta como una fuente de divisas que necesitará imperiosamente para hacer frente a la pesada deuda externa que dejará Mauricio Macri.
La semana pasada se realizó en Buenos Aires la Exposición Oil & Gas, organizada por el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG), el organismo técnico que nuclea a las principales empresas de la actividad. El tradicional evento comercial de la industria petrolera también funciona como un foro que los directivos del sector aprovechan para delinear sus demandas al sector político.
Los CEO de las principales operadoras con intereses en Vaca Muerta protagonizaron un ciclo de conferencias donde repitieron los grandes ejes sobre los cuales, según sus intereses, debería girar la política energética. Las condiciones que reclaman son conocidas: reglas de juego claras y estables; alineamiento del precio del petróleo interno con el internacional; libre disponibilidad de divisas; políticas a largo plazo y el desarrollo de infraestructura para exportar gas.
La apertura de la exposición estuvo a cargo del secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, quien pronunció un errático discurso en el cual ponderó el incremento de producción de petróleo y gas durante la gestión de Cambiemos en contraposición de la escasez de energía durante el kirchnerismo.
El funcionario nacional, claramente, obvió que ese camino comenzó a transitarse en el último gobierno de Cristina Fernández, y que si bien hoy sobra gas, también cayó la demanda por el desastre de la economía macrista. Como un relator de sucesos sobre los cuales el gobierno pareciera no tener injerencia, Lopetegui apenas mencionó que la “fragilidad macroeconómica perturba todos los logros”.
Más allá de que nadie está obligado a declarar en su contra, lo llamativo del mensaje del secretario de Energía fue la ausencia de señales a futuro. No hubo promesas, ni mucho menos anuncios de un posible plan para la salida del congelamiento del barril y los combustibles. El que dio Lopetegui a la industria petrolera sonó más a discurso despedida que a uno de integrante de un gobierno que aspira a continuar en el poder.
Por eso es que en esta edición del encuentro comercial más importante del sector hubo consenso en que habrá que esperar al resultado de las elecciones presidenciales para empezar a vislumbrar las próximas reglas de juego. Se mira atentamente los movimientos de Alberto Fernández, quien ha delegado en el economista Guillermo Nielsen la elaboración de un proyecto de ley para apalancar el desarrollo del gas no convencional.
El próximo presidente tendrá dos grandes desafíos en materia de política energética. Por un lado, estará obligado a establecer un nuevo esquema de tarifas que desarme la pesada herencia de precios impagables para industrias, comercios y hogares, que sucumbió ante las sucesivas devaluaciones por los precios dolarizados del gas en boca de pozo y del costo de la generación eléctrica. Por otra parte, necesitará convertir a Vaca Muerta en una fuente de generación de dólares que, junto con el agro, permita hacer frente a la restricción externa.
La gran incógnita, entonces, pasa por cuáles serán las herramientas mediante las que se intentará sostener el equilibrio entre tarifas accesibles que brinden competitividad a la industria y liberen los castigados bolsillos de los trabajadores, y precios del petróleo y el gas que estimulen las inversiones en los yacimientos neuquinos.
Todo indica que los equipos técnicos buscarán consensos con los principales jugadores del sector para arrancar con el pie derecho.