Argentina // 2019-08-11
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PASO 2019
La Argentina empieza a definir su futuro
Las primarias que se celebran hoy en todo el país son el primer paso de la disputa en las urnas de dos modelos contrapuestos. La influencia del resultado en la elección general de octubre. La polarización, el rol de los jóvenes y la pelea bonaerense, entre las claves de la elección.


 Algo más de 32 millones de ciudadanos están habilitados a votar hoy en las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO) que comenzarán a definir quién gobernará la Argentina a partir del 10 de diciembre próximo, en comicios donde el oficialista Juntos por el Cambio y el opositor Frente de Todos aparecen como favoritos y expresión de dos modelos contrapuestos.

Un total 32.064.323 electores de todo el país están habilitados a seleccionar los candidatos a presidente y vicepresidente, que se presentan en diez fórmulas diferentes, además de 130 diputados y 24 senadores nacionales, y postulantes a gobernador (provincia de Buenos Aires, Catamarca y Santa Cruz, las dos primeras PASO; jefe de Gobierno, en Buenos Aires) y legisladores provinciales en algunos distritos.

Los candidatos deberán superar el 1,5% de los votos válidos emitidos para poder participar de los comicios del 27 de octubre próximo y si bien en ninguna de las fuerzas que se postulan hay competencia interna para definir la fórmula presidencial, el resultado marcará lo que ocurra dentro de dos meses.

Esto se debe a la polarización que se produciría entre las dos fuerzas mayoritarias, que según distintos analistas convertirían a los comicios de hoy en una suerte de primera vuelta y la elección de fin de octubre en la ronda definitoria.

Para que esto ocurra deberán verficarse algunos supuestos, como por ejemplo que Juntos por el Cambio y el Frente de Todos concentren entre el 75 y 80 % de los sufragios. Además, será importante el grado de concurrencia a las urnas, la proporción que alcance el voto en blanco y lo que ocurra en la elección bonaerense, distrito que concentra el 37 % del padrón electoral.

Polarizados

Empujado por la crisis económica y con pocos resultados para mostrar en ese terreno, Juntos por el Cambio apostó a la polarización con el kirchnerismo y a la relativa calma que le dio el control de la cotización del dólar y de la suba de precios. Por ese camino volvió factible la reelección de Mauricio Macri.

La fórmula que integra además el senador de origen peronista, Miguel Pichetto, buscó antagonizar con Cristina Kirchner y dicotomizar el debate (corrupción/honestidad; mafias/transparencia; obras/relato), evitando todo lo que pudo la discusión sobre la economía y recurriendo a una campaña agresiva y con un gran despliegue mediático y en las redes sociales.

Desde el peronismo el primer movimiento lo hizo la ex presidenta, quien decidió secundar a Alberto Fernández en la fórmula del Frente de Todos y facilitar que gobernadores, el Partido Justicialista y referentes sociales y sindicales coincidan en un espacio amplio y de signo claramente opositor al macrismo.

Con una campaña basada en interpelar la política económica vigente desde 2015 y en algunas propuestas concretas para salir de la crisis, el peronismo fortaleció la polarización y llega como favorito a los comicios de hoy. Aunque persiste la duda sobre la eventual distancia respecto al oficialismo (en la Casa Rosada habría satisfacción si esta noche “se pierde por poco”), aspecto que puede ser clave para lo que ocurra en octubre.

En este escenario el “camino del medio” quedó desdibujado. Recién a partir de las 18 horas de hoy (o las 21, cuando comiencen a conocerse los primeros resultados) se verá en qué medida Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey (Consenso Federal) pueden convertirse en árbitros de la elección del futuro presidente.

Algo similar, aunque en menor medida, se desprenderá de la elección que realicen José Luis Espert (Unite-Despertar) y Nicolás del Caño (Frente de Izquierda de los Trabajadores). No en vano el gobierno buscó todos los caminos, algunos más transparentes que otros, que el economista ultraliberal no se presente.

Abstención, voto blanco y voto blando

Entre las claves que dirimirán los comicios de hoy se encuentra el nivel de participación. Todavía está muy fresco lo ocurrido en las presidenciales de 2015, cuando en las elecciones generales votaron 2 millones de personas más que en las PASO, en las que había participado el 74,9% del padrón electoral.

En las PASO de 2015 el Frente para la Victoria (Daniel Scioli-Carlos Zannini) obtuvo el 38,6% de los votos frente al 30,1% de Cambiemos (Mauricio Macri-Michetti). Pero en la primera vuelta la distancia se redujo de 37 % a 34,1 %. En el balotage Macri dio vuelta la elección y se impuso 51,3 % a 48,6 %.

El oficialismo entiende que su elector no está entre los más politizados y que va a ir a votar masivamente cuando el triunfo esté en riesgo. Por eso apuesta a adelantar los tiempos y dedicó el final de la campaña a llamar a la participación en la jornada de hoy.

El temor en la Casa Rosada es que, si esto no ocurre, la diferencia a favor de la fórmula Fernández-Fernández sea mayor (esto es a partir de 7 puntos) y el resultado sea casi irreversible en octubre.

Otro aspecto central a dilucidar hoy es qué eligió finalmente el llamado “voto blando”. Es decir, quienes no tienen hasta último momento una decisión firme sobre a quién elegir y que según distintos analistas pueden representar a tres de cada diez votantes.

Junto a esto aparece el impacto que puede tener el voto en blanco. No porque se prevea que este exprese un porcentaje alto sino porque el voto en blanco se computa diferente en las PASO y las generales. 

En las primarias los votos en blanco son parte del total sobre el que se calculan los porcentajes de cada partido, mientras que en las generales se cuentan sólo los votos afirmativos. Esto acerca a ganar en primera vuelta al candidato que quede a tiro del 45% más uno de los votos que se necesitan para evitar el balotaje.

Si los pronósticos previos se cumplen el postulante que más votos obtenga hoy estará aproximadamente a tres puntos de esa “cifra mágica”, diferencia que en octubre puede alcanzarse con la misma cantidad de votos porque el porcentaje, en este caso, será mayor.

Jóvenes y adultos primero

Otra de las claves de la elección estará dada en los extremos de la pirámide etaria de los votantes. Distintos relevamientos indican que, así como los mayores de 65 optarían mayoritariamente por el oficialismo, quienes votan por primera vez (16 y 17 años) lo harían por la oposición, ya que es un sector donde el presidente registra un alto nivel de rechazo.

Tanto para los primeros votantes como para los mayores de 70 el voto no es obligatorio, por lo que una participación masiva de uno de los segmentos, o de ambos, puede tener consecuencias en una elección que a priori se estima pareja.

Con esta certeza el gobierno anunció la semana pasada un aumento del 12,2 % para los jubilados. Si bien la cifra surge del cálculo que establece la ley de movilidad jubilatoria y se paga en septiembre, se oficializó el miércoles a través del Boletín Oficial. Es decir, a cuatro días de la elección.

Sin embargo, los primeros votantes representan el 2,8 % del padrón y su nivel de participación es mayor que el de los mayores de 70 años. Según un informe difundido por Unicef en base a datos de cuatro provincias la tasa de asistencia electoral entre los adolescentes es de 50,3%, mucho más baja que el 86% de la población de 18 a 69 años, pero más alta que el 41% de los electores de 70 años o más.

Incluso, según el mismo trabajo, el 64,3% de los adolescentes quisiera darle su opinión a los gobernantes sobre los temas que le interesan y el 78,6 % dice que hay pocos o no hay espacios para expresar sus opiniones. Por esta razón Unicef lanzó una campaña para que los más jovenes vayan a votar en la jornada de hoy, algo que preocupa al oficialismo.

Buenos Aires, la provincia

Con más de 12,5 millones de ciudadanos habilitados para votar (el 37 % del padrón nacional) la provincia de Buenos Aires es otra de las llaves que puede definir la elección presidencial.

Es allí donde el oficialismo tiene a su referente más popular, la gobernadora María Eugenia Vidal, quien tiene la difícil misión de ser reelecta en un distrito en el que no hay segunda vuelta y de sumarle votos a Macri donde este recibe la mayor cantidad de rechazos, en el conurbano bonaerense.

En cuanto al peronismo tiene en Axel Kicillof a un precandidato a gobernador muy carismático y cuyas chances pueden crecer si se confirma la diferencia que el Frente de Todos le sacaría al oficialismo en los distritos más populosos del Gran Buenos Aires.

Lo que comenzará a dilucidarse en la jornada de hoy es, en definitiva, si Vidal impulsa hacia arriba a Macri o si este es un salvavidas de plomo para la gobernadora. Y, de darse esta última opción, si la diferencia en la elección presidencial es tan grande que ni siquiera pueda contrarrestarla un triunfo de Juntos para el Cambio en otros grandes centros urbanos, como Córdoba, Mendoza y, por supuesto, la Ciudad de Buenos Aires.

También se sabrá esta noche si la popularidad que tiene la ex presidenta Cristina Kirchner en territorio bonaerense logra que su ex ministro de Economía infrinja una derrota que tanto desde lo cuantitativo como desde lo simbólico puede ser letal para el oficialismo de cara a octubre.

A contar los votos

A última hora del miércoles la jueza federal con competencia electoral María Romilda Servini designó veedores judiciales para controlar la transmisión digital de los resultados desde cada lugar de votación al centro de cómputos.

Lo hizo en respuesta a las objeciones que el Frente de Todos realizó contra la empresa Smartmatic, encargada de proveer el software que se utilizará para realizar el escrutinio provisorio.

El escrutinio provisorio es el que arroja los resultados que se conocerán esta noche, ya que los números definitivos, que son los que tienen validez legal, se difundirán recién dentro de diez días.

El temor de la oposición es que se manipule el programa de modo tal que los resultados que se conozcan sobre el cierre del día de hoy (el ministro Frigerio dijo el viernes que a medianoche se conocerá una tendencia definitiva) no se correspondan con la realidad, algo que terminaría por conocerse más de una semana después cuando ya quede instalado otro resultado.

Lo que está en juego, en definitiva, más que la posibilidad de fraude, es quién impone la narrativa de lo que sucedió en la elección. Es que, en una elección cerrada, o donde la diferencia entre el primero y el segundo no sea definitoria, la cantidad de votos es tan importante como la interpretación de esos votos que se logra imponer.

En una elección presidencial donde está en juego la fisonomía que tendrá la Argentina en los próximos lustros el capital simbólico resulta tan importante como el real. Y también allí, está noche, se dará la primera batalla.


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