_

Mercedes Marcó del Pont, economista y ex presidenta del Banco Nación y del Central durante los gobiernos de Cristina Kirchner expresó que ve la situación económica “con enorme preocupación” porque se “aceleran los tiempos de la crisis y el mercado ya le ha bajado el pulgar” al gobierno.
“Por más que le están ofreciendo rendimientos fantásticos a las colocaciones financieras en pesos, no están viniendo los dólares”, remarcó.
La directora de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) consideró en diálogo con que “el tema del default aparece como un riesgo enorme” y aunque “este año el gobierno ha cubierto la brecha de financiamiento” si el año que viene “sigue esta dinámica de fuga no hay financiamiento del fondo que alcance”.
Para del Pont, “hay que barajar y dar de vuelta, y plantear un proyecto económico que vuelva a generar reglas donde al capital le convenga producir y no especular; donde se cuiden los dólares” y no se genere “esta lógica tan perversa en la que se ha entrampado el gobierno de especulación financiera”.
-¿Cómo analiza la actualidad económica del país?
-La veo de la misma manera que la gran mayoría de los argentinos, con enorme preocupación, por las consecuencias en la vida cotidiana, de los precios, las tarifas, la pérdida de empleo, de la capacidad de compra de las asignaciones familiares y de las jubilaciones. Estos números que saca el Indec, por ejemplo de la caída muy fuerte de actividad económica, reflejan una situación que empeora día a día. Hay que tener en claro que lamentablemente la perspectiva hacia adelante en este contexto de ajuste brutal que el gobierno comprometió con el Fondo Monetario Internacional no va a hacer más que agudizar el problema recesivo y sabemos por experiencia histórica que esto no va a resolver ninguno de los problemas estructurales; ni del sector externo, ni de la cuestión fiscal, menos aún el tema del crecimiento. Estamos viendo que la política económica está metida en una encerrona y que cada paso que dan para tratar de poner un parche empeoran las condiciones de fondo: de vulnerabilidad externa, de solvencia fiscal y de crecimiento económico.
-¿Cambió algo la llegada de Luis Caputo al Banco Central?
-No, no es un problema de nombres, ni de personas, es un problema de modelos económicos, de perspectivas ideológicas y de política económica. Acá lo que está claramente fallando, y que lo anticipamos cuando a fines del 2015 se empezaba otra vez en la Argentina a desplegar un modelo económico neoliberal, que volvía a plantear las mismas condiciones que en otras etapas históricas, desde la dictadura hasta el modelo de la convertibilidad; de apertura comercial unilateral, de desregulación financiera, de desregulación de capitales especulativos, de desregulación absoluta del mercado de cambios y eso, como en otras etapas, sabíamos que iba a generar una situación de timba financiera como la que se está viviendo en la Argentina; pero además de creciente empeoramiento de la restricción externa. Y esta contracara del endeudamiento que otra vez en la Argentina está entrando no para financiar y mejorar la capacidad de repago sino para alimentar y retroalimentar este proceso de negocios financieros que son los que hoy hegemonizan el funcionamiento de la economía argentina.
-¿Cree que el país va hacia un default?
-Hay que ser en eso muy cauteloso y muy responsable. Hasta hace un poco más de dos años era impensable esto, que después de todo el proceso tan doloroso de salida del default del 2001, de lo que fue el proceso de reestructuración, de desendeudamiento; porque este gobierno recibió una economía por primera vez en una transición democrática sin problemas de deuda externa y de deuda pública, que en dos años y medio se ha acentuado de tal manera que ya no hay parche que alcance. Porque estos recursos que entraron del FMI, con contrapartidas tan dolorosas en términos de ajuste fiscal, restricción monetaria y elevadas tasas de interés, en realidad se están fugando de la Argentina. Lo que uno advierte es una situación de deuda que cuando le saca una foto, si bien aumentó mucho el endeudamiento; todavía los ratios, las relaciones, no son tan preocupantes en una perspectiva histórica o regional. Sí lo son en términos de dinámica porque ya en menos de dos meses se consumieron, se desangraron las reservas internacionales en más de 8.000 millones de dólares de los 15.000 que desembolsó el fondo. Y no fueron a pagar fundamentalmente el servicio de la deuda, fueron a garantizar que una parte de los ahorros de las empresas físicas y jurídicas de una minoría de los argentinos, se dolaricen y salgan de nuestra generación de riqueza y empleo. Entonces el tema del default, que no parecía como una situación posible, ahora cada vez más aparece como un riesgo enorme. Este año está cerrado, el gobierno ha cubierto la brecha de financiamiento, pero el año que viene si sigue esta dinámica de fuga, porque los últimos datos del Banco Central indican que hasta el mes de julio 35.000 millones de dólares se compraron para fuga, no hay financiamiento del fondo, ni la segunda cuota que va a venir a partir de septiembre que alcance. Ahí si se empiezan a poner en duda la capacidad de conseguir los dólares para pagar la deuda. Porque este es el problema. No es fiscal como dice el gobierno. Recursos fiscales, capacidad para financiamiento en pesos, para encarar los gastos en pesos; existen. El problema es de dólares, como siempre le ha ocurrido a la economía Argentina, los problemas pasan cuando se quedan sin dólares. Y este gobierno ha exacerbado hasta el límite que no imaginábamos este problema de vulnerabilidad externo.
-¿Ve una política del ministerio de Hacienda o del gobierno que apunte a solucionar este problema?
-No, porque están generando más deuda en dólares. Han dolarizado gran parte de la deuda, que antes era en pesos. Lo que tiene que cambiar es el modelo. Esto es importante sobre todo para todas las fuerzas de la oposición que aspiran a construir una alternativa de cara al 2019. Este es un esquema de política económica que hay que cambiarlo de raíz. Nada de lo que está pasando es producto del azar, ni de las herencias, ni del problema de Brasil, ni del problema de la lira turca, fundamentalmente es problema de la política económica, que como pasó con Menem en los noventa, frente a cimbronazos externos, la repercusión externa es mucho más grande porque estamos mucho más expuestos. Hay que barajar y dar de vuelta, y plantear un proyecto económico que vuelva a generar reglas donde al capital le convenga producir y no especular; y donde se cuiden los dólares porque toda economía subdesarrollada tiene que administrarlos en función de sus prioridades productivas y distributivas y no de esta lógica tan perversa en la que se ha entrampado el gobierno de especulación financiera.
-En el mismo sentido, ¿Cree que el dólar va a seguir subiendo con los impactos que tiene?
-Sí, mientras siga este problema estructural de insuficiencia de dólares, por más que el gobierno trata de dar señales a los mercados, hacer todos los ajustes, darle todas las pruebas de amor que le pide el mercado, de ajuste, de reducción de jubilaciones, de menor inversión pública, de menos transferencia a las provincias, donde cambian las reglas de juego todo los días; lo que hacen es profundizar las tendencias recesivas. Lamentablemente el escenario es de presiones cambiarias permanentes, no hay límite para el dólar en una situación estructural de insuficiencia de dólares y fuga de capitales. Insisto, de los 15.000 millones de dólares del fondo, más de 8.000 se utilizaron para alimentar esta fuga; cuando el FMI le tendría que plantear al gobierno que hagan algo, porque hasta ahora les ha dicho que no vendan tantos dólares, y que lo deje flotar. Pero el dólar no tiene techo y sabemos lo que significa después en términos de inflación, de aumento de precios de los alimentos, de tarifa de los combustibles. Veo la situación con enorme preocupación porque veo que se aceleran los tiempos de la crisis y el mercado ya le ha bajado el pulgar. Los datos del Banco Central muestran que por tercer mes consecutivo, hasta julio, se fueron los capitales especulativos. Por más que le están ofreciendo rendimientos fantásticos a las colocaciones financieras en pesos, no están viniendo los dólares; los peores dólares que la economía puede traer que son los especulativos. El presidente aspira a reunirse con dos fondos timberos internacionales como Templeton y Black Rock, para decirles: vení a la Argentina a especular. Es lo único que puede ofrecerle este gobierno a los inversores extranjeros.
-¿Cree el año que viene pensando en las elecciones va a pesar más esta discusión económica que la cuestión de la corrupción y de los cuadernos que buscan instalar?
-Sí. Hay una declaración que hizo el ministro Frigerio Nieto, que expresa lo que está tratando de hacer el gobierno, y él decía que la corrupción no busca tapar los problemas sino que la corrupción es el origen de los problemas. Es una expresión que puede sonar muy linda pero es muy tramposa. Es otra vez echarle la culpa a cuestiones externas como ha hecho el gobierno desde el primer día, no hacerse cargo de los errores y de la lógica perversa de su política económica. El problema que están sufriendo la mayoría de los argentinos que ven deteriorarse su poder adquisitivo, que no pueden pagar las tarifas, que no pueden competir con la presión de los bienes importados, que no pueden bancarse estas tasas de interés de usura que les están cobrando los bancos; no tiene que ver con los cuadernos. Tiene que ver con el modelo económico. Y esto no significa de ninguna manera ningunear el problema de la corrupción y de la claridad que uno tiene que tener políticamente a la hora de decir que este es un tema que los argentinos tenemos que discutir y tener tolerancia cero. Pero también entender que lo que está pasando hoy en la Argentina, esta combinación de avanzada política, mediática y judicial no tiene nada que ver con una lucha sincera en contra de la corrupción o en búsqueda de la verdad sino que fundamentalmente entiendo como una gran persecución política y en particular a la ex presidenta. De cara al 2019, nosotros tenemos la obligación de armar una coalición política, social, sectorial muy articulada, con mucho contenido, propuestas y con mucha vocación de transformación y de desandar todo este proceso tan perverso. Hay que tener conciencia de que cuatro años más de esta política pueden dejar muy dañada a la Argentina y a veces los trenes de la historia pasan y no nos dan otras oportunidades.