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El 2018 ha comenzado con alto voltaje político. Las pretensiones reeleccionistas de Macri, Vidal y Rodríguez Larreta, expresadas en el arranque del año, enfrentan el embate de un peronismo que hace fuerza para juntarse y tornarse competitivo.
La economía muestra síntomas alarmantes que ponen al gobierno nacional y a sus socios provinciales ante el desafío de conjurar la amenaza de una crisis de gran envergadura que no está claro si podrán contener y sortear. Resulta evidente que crece el descontento social y en ese contexto se prepara la marcha del 21 de febrero que tiende a articular a los sectores que son víctimas de las políticas del macrismo.
La iniciativa política a nivel nacional y en Mendoza fue protagonizada esta semana por un peronismo que busca recuperarse del duro resultado de la última elección legislativa.
Un “Encuentro por la Unidad” en la UMET que los medios oficialistas no pudieron invisibilizar
La foto de la semana fue, sin lugar a dudas, la del primer ensayo significativo de unidad del peronismo. Tras las elecciones de medio término, es la primera vez que aparecen juntos dirigentes de peso que integran tres vertientes que en las últimas PASO fueron divididas en la provincia de Buenos Aires: el kirchnerismo de Unidad Ciudadana estuvo representado en la mesa de apertura por Agustín Rossi, Daniel Filmus y Víctor Santa María; el randazzismo de Cumplir puso en la escena a Alberto Fernández y Fernando “Chino” Navarro; por el massismo del Frente Renovador –el más titubeante de los espacios al momento de jugarse por esa muestra de unidad- se sentaron al frente de convocatoria Felipe Solá y Daniel Arroyo. En los paneles de debate estuvieron legisladores y ex legisladores como Cristina Álvarez Rodríguez, Guillermo Carmona, Carlos Tomada, Mario Cafiero, José Carlos “Conde” Ramos, Alejandra Rodenas y Juan Manuel Abal Medina, la ex candidata randazzista a diputada nacional Florencia Casamiquela, sindicalistas como Hugo Yasky y Vanesa Siley (quienes convocaron a que el peronismo se sume a la marcha del próximo 21), el rector de la UMET Nicolás Trotta y los intendentes y conductores del PJ bonaerense Gustavo Menéndez y Fernando Gray. También acompañaron la movida el presidente del PJ nacional José Luis Gioja, el ex gobernador de Entre Ríos Sergio Urribarri y la ex diputada nacional y ex embajadora Alicia Castro, entre otras figuras importantes del peronismo. Pocos auguraban el éxito de la movida, pero a juzgar por la cobertura mediática alcanzada terminó siendo un hecho de altísimo impacto, a tal punto que ni los medios oficialistas pudieron disimularlo.
Agustín Rossi tiró por tierra las típicas exclusiones que en el peronismo han estado a la orden del día expresadas con la frase “mi límite es tal o cual” al remarcar en su alocución que “nuestro único límite para la unidad es Cambiemos. Milito las 24 horas para que el 10 de diciembre de 2019 sea el último día que gobierne la derecha en Argentina”. Se abre así un amplísimo campo para la articulación de distintas vertientes peronistas, populares y progresistas en un proyecto común.
El gobierno de Mauricio Macri enfrenta en el arranque de su tercer año de mandato el peor momento desde diciembre de 2015. La profundización de una crisis política, económica y social resulta cada día más grave y evidente, ante lo cual el gobierno no atina a encontrar respuestas al deterioro que provocan sus decisiones. En ese contexto el peronismo se plantea el desafío de la unidad como paso previo para ofrecer una alternativa al modelo neoliberal. No resulta esta una tarea sencilla ya que las tensiones internas se ven muchas veces potenciadas por las operaciones divisionistas que siembra el oficialismo entre los gobernadores, los intendentes y dentro del Congreso Nacional. Un escenario con el peronismo unido puede generar la expectativa de que una fuerza popular que pone énfasis en las políticas de bienestar y en la calidad y condiciones de vida dignas de los argentinos y argentinas se transforme en una opción de gobierno.
El gobernador puntano Alberto Rodríguez Saa parece haber acertado al afirmar que “hay 2019 para el peronismo” parándose como la contracara de quienes desde posiciones complacientes con el macrismo habían afirmado que habría que prepararse para esperar a probar suerte en el 2023. El mensaje optimista del Alberto ha calado hondo en la militancia peronista por estos días. Sostuvo que “El peronismo es un lugar donde la gente viene a depositar sus sueños. ¿Cómo le vamos a decir que no al 2019?, ¡carajo! ¡Hay 2019!”.
Sin embargo, el camino no está aún allanado. La unidad del peronismo sólo podrá constituirse con ideas en común, y deberán salvarse diferencias del pasado. Están dándose recién los primeros pasos en ese sentido, lo que requiere de dirigentes que estén especialmente dispuestos a darle continuidad, previsibilidad y sustancialidad a ese proceso. Al respecto, el mendocino Guillermo Carmona planteó en el encuentro un cambio de mirada como forma de empezar a visualizar que hay nuevos desafíos por delante: “en mi espacio de pertenencia dentro del peronismo cantamos fervorosamente la consigna ‘vamos a volver’. El desafió que tenemos ahora es convencernos de que ‘vamos a llegar’. Eso incluye a los que fuimos parte de los últimos gobiernos populares de la Argentina y a los que no lo fueron. Hay viejos y nuevos compañeros de ruta y con ellos nos tenemos que proponer llegar al gobierno para terminar con el neoliberalismo elitista, deshumanizante, antipopular y autoritario que representa el macrismo”, sostuvo.
El Encuentro por la Unidad ha sido en lo esencial lo que su nombre propuso: una convocatoria para construir la unidad. No es “la unidad” hecha realidad porque los peronistas saben que la unidad, considerada como objetivo, habrá que conquistarla si se pretende generar la articulación de un amplio movimiento popular que tenga chances reales de ser gobierno.
Por lo pronto surgen dos aspectos críticos que deberán abordar los impulsores de la iniciativa: mayor federalismo en los criterios de integración de la mesa de referentes nacionales (en el encuentro de la UMET, con la excepción de Rossi todos eran porteños o bonaerenses) y mayor presencia de mujeres tanto en los ámbitos de organización y decisión como en la puesta en escena (resultó muy evidente que la paridad de género todavía está poco asumida en el peronismo).
Signos de vitalidad en el peronismo de Mendoza
En Mendoza los aprontes en favor de la unidad del peronismo también se van haciendo evidentes. La semana pasada el peronismo logró mostrar en la Legislatura provincial una lógica similar a la propuesta en la UMET. Los 19 diputados justicialistas votaron en contra el tratamiento sobre tablas del consenso fiscal y emitieron un documento trascendental para poner límite a la proyección de Cornejo, en el que reafirmaron la común voluntad de rechazar la ampliación del número de jueces de la Suprema Corte de Justicia, que impulsa Cornejo, última carta para intentar forzar –en contra de lo que prescribe la Constitución provincial- una habilitación de su reelección como gobernador.
El pacto fiscal constituye una defección del gobernador en favor del gobierno nacional y de los dos más grandes bastiones del macrismo: la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En el debate parlamentario las dos voces más potentes que se alzaron en la Cámara de Diputados contra el atropello del centralismo fueron las de Patricia Galván y Omar Parisi. La diputada sureña denunció que “con este pacto fiscal de Macri y Cornejo la provincia de Mendoza quedará como la última en coparticipación per cápita. Los mendocinos y mendocinas pagaremos con mucho sufrimiento y esfuerzo esta decisión contra los intereses de Mendoza adoptada por el gobernador Cornejo.” Parisi, por su parte, consideró que “Mendoza pierde recursos por impuesto a las ganancias que no son totalmente compensados; las provincias pierden autonomía ya que, por ejemplo, limita exenciones y alícuotas de impuesto a los Ingresos Brutos; beneficia a Buenos Aires y CABA siendo evidentemente inequitativo con Mendoza, y el resto de las provincias y renuncia a dos Procesos Judiciales contra la Nación".
La dirigencia peronista mendocina comenzó el 2018 con buen nivel de diálogo, un buen síntoma si se toma en cuenta que fueron agrias las discusiones internas por la autorización del endeudamiento que provocaron la división del voto en las votaciones de fin de año. Referentes de diversas expresiones consultadas por VCF Mendoza señalaron que crece la idea de generar ámbitos de encuentro de los principales dirigentes peronistas en las próximas semanas y que intentarán exhibir un peronismo fortalecido y unido en la Vendimia, oportunidad en la que ya se entusiasman con contar con la presencia de algunas de las figuras nacionales de las que estuvieron en la UMET y de otras que no llegaron hasta ese encuentro.
Coinciden las miradas dentro del peronismo de que en Mendoza el desafío no es llegar juntos a las PASO –cosa que no lograron los bonaerenses y porteños- sino conservar lo logrado en las primarias en las elecciones generales. Algo que los peronistas pudieron conseguir en 2015 y se desvaneció en el 2017, y que precisamente tendrán que proponerse lograr en 2019 si quieren ganar la provincia.
Mientras tanto … cruje la economía y crece la deuda de Mendoza
Entre los factores que comienzan a preocupar de manera cada vez más generalizada están los efectos nocivos que tiene sobre los ingresos familiares el constante aumento del dólar. En particular, cualquier ama de casa promedio de nuestro país sabe que, cada vez que aumenta el dólar, esto se traslada inmediatamente a las góndolas del supermercado, generando más inflación. Paradójicamente, el gobierno de Cambiemos repite hasta el cansancio que una de las principales razones de ser de su modelo económico es el combate de la inflación y del déficit fiscal.
Como buenos monetaristas que son, los referentes económicos del “mejor equipo de los últimos 50 años” están convencidos de que mientras menos dinero haya circulando menor va a ser el consumo y, en consecuencia, los precios tenderán a bajar. Por eso hacen uso y abuso de una costosísima aspiradora de dinero llamadas LEBACS que sirve tanto para eliminar billetes del mercado como también para controlar el precio del dólar.
Sin embargo esta criatura se está transformando en un verdadero Frankenstein. Son tan altas las tasas que paga el Banco Central por estos bonos que ya rondan los 800 millones de pesos por día, solo en concepto de intereses. Pero cada vez que el gobierno quiere bajar las tasas de las Lebacs, automáticamente los inversores se van al dólar y provocan corridas como la de esta semana que llevó el billete a 20,36 pesos, a la que el ministro Frigerio trató de minimizar diciendo que no hay ninguna posibilidad de una corrida cambiaria, ya que el Banco Central "tiene espaldas como nunca antes en la historia para intervenir en el mercado”. De lo que no habla el ministro es del gigantesco pasivo y el déficit cuasi fiscal que le genera tamaña cantidad de bonos en la calle. También silencia el ministro que una porción elevadísima de las reservas del Banco Central son propiedad de los tenedores de LEBACS.
La falta de coordinación y la pelea política que tiene Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, con los funcionarios políticos de la Casa Rosada agravan significativamente la crítica situación que por estos días vive la economía argentina. Esta disputa quedó blanqueada en el pasado diciembre con el papelón del “recalibramiento” de las metas inflacionarias, y se repitió esta semana cuando fue Rogelio Frigerio quien salió a dar la cara por la suba del dólar.
El contexto internacional, que se sabía que se vería modificado con el cambio de las autoridades de la Reserva Federal de Estado Unidos, genera un escenario previsiblemente complicado para los planes oficiales. Es que el aumento de las tasas de interés decidida por los Estados Unidos aumenta el costo del endeudamiento que tienen tanto el Estado nacional como las provincias. La exorbitante e insostenible deuda externa tomada por Mauricio Macri, que representa casi un 35% más de lo que se adeudaba hace dos años, es un amenaza que se cierne sobre la cabeza de todos los argentinos. El incremento de la tasa de interés en los Estados Unidos, no caben dudas, generará un insostenible encarecimiento del costo de financiamiento para nuestro país.
La cada vez más endeudada Mendoza también cae en las generales de la ley. Solo para ir midiendo la evolución del endeudamiento, se puede afirmar que la deuda de la provincia tomada en dólares ha crecido calculada en pesos desde el último 15 de diciembre al día de hoy alrededor de un 16% si tenemos en cuenta que el dólar escaló, en ese periodo, de 17,50 a los 20,36 pesos. A diferencia del gobierno nacional las provincias solo perciben pesos por lo que el pago de sus deudas tomadas en dólares sufren la fluctuación de la cotización de la moneda estadounidense. Fuertes voces se levantaron en la provincia advirtiendo sobre el riesgo de caer en la situación que actualmente se presenta. En consecuencia, también hay que decir que el presupuesto provincial aprobado para el 2018 ya quedó desactualizado. Al gobernador y a quienes acompañaron en la Legislatura la decisión de tomar el endeudamiento en dólares les tocará asumir el costo de este ruinoso negocio de comisionistas amigos del gobierno que tendremos que pagar todos los mendocinos.
Pero no solo lo financiero se encuentra en Mendoza en situación crítica. La economía de Mendoza presenta un panorama calamitoso que afecta gravemente a la vitivinicultura, la olivicultura, la fruticultura, la metalmecánica, el comercio y la actividad hidrocarburífera, el que ha sido desarrollado por Jorge Poblette en la nota publicada ayer en VCF Mendoza bajo el título “Mendoza: Informe: Informe de la Situación”.
El panorama es poco alentador. Más inflación (20% como mínimo); déficit comercial y de cuenta corriente (por endeudamiento, fuga de capitales, caída de las exportaciones y aumento de importaciones, etc), caída del empleo y de la actividad productiva. Con este clima económico, si el gobierno nacional no modifica el rumbo, la tormenta será inevitable.
La perlita de la semana
La nota de color esta semana se la llevó sin dudas Fernando de la Rúa, quien afirmó en diálogo con TN que “Macri está haciendo todo lo que no terminamos de hacer”. Este diario intentó escuchar la nota completa, pero sospechosamente no figura en ningún medio. Sin embargo, pudimos captar el momento de la nota:
La sugestiva frase del fallido ex presidente De la Rúa tal vez permita explicar por qué Macri, por momentos, se le parece tanto.