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De un tiempo a esta parte, no para de recibir elogios de propios y ajenos. Mariano Cócolo tiene esa sensibilidad de artista que hace que sus historias, sus palabras y sus anécdotas las sientas cercanas como si fueras parte de ellas. En esta entrevista Mariano nos cuenta sobre cómo le va en su vida dedicada plenamente al cine.
- Contanos sobre Negrx San Martín
- Surge de un proyecto de la Secretaría de Cultura, donde se presentaban una serie de trabajos y elegían a cuatro para filmar cortometrajes sobre historias relacionadas al bicentenario del Cruce de Los Andes.
Tenía ganas de escribir sobre los negros en Mendoza, la historia de los afrodescendientes en nuestra provincia. Me acordé de Tati (Tatiana Pino) de las Mafia Madre, escribí el guion sobre ella sin saber que íbamos a ganar. Le comenté a Mariana Guzzante de Diario Los Andes porque había trabajado hace poco en un documental sobre los senegaleses. Le comenté, le re copó la idea y a partir de eso quedamos en juntarnos a guionar. A partir de la idea que yo tenía, con la Tati y demás guionamos la historia.
Estuvo bueno porque hasta que ganamos no le había dicho nada a la Tati. Y ella no tenía ni idea, le dije “mirá, escribí esto sin saber que íbamos a ganar. Ganamos y ahora estoy en el apuro de que si vos no agarras estoy en el horno”. A ella le encantó la idea, se re copó.
La historia cuenta sobre una mujer en la actualidad mendocina, que es afrodescendiente y se pregunta, junto a su hijo, por qué no hay negros en Mendoza. ¿Qué fue lo que pasó? Y comienza a investigar. Tenemos esas dos líneas narrativas: su vida cotidiana en la montaña, con su hijo, que lo lleva a la escuela. Ella se empieza a hacer preguntas a partir de un acto de León, el nene más chiquito que va a salir de granadero. Entonces el nene le empieza a preguntar y a ella se le despierta la curiosidad sobre los afrodescendientes de esa época.
Descubre a varios personajes como Oscar Miremont, que escribió “Negradas”; Mariana Baizán que hace un álbum de figuritas con todas las mujeres que participaron, afrodescendientes, originarias y demás. Pero mujeres importantes de la época que se llama libertarias. Y Marcelo Marcese que dibujó a la orquesta que acompañó a San Martín, era toda integrada por negros. También dibujó al negro Tejeda, que es quien abatanó –proceso por el cual se impermeabilizaban los trajes militares- e hizo los uniformes para pasar la montaña.
- ¿Por qué este tema en particular?
- Estamos tocando un tema que es real, no estamos inventando nada. La idea era que la Tati investigara, que fuera viendo y captar qué le pasaba. De hecho, conocimos muchas realidades de ella charlando, como esto de ser negra en Mendoza. Ella dice que la discriminaron una bocha, que ella sufrió el prejuicio de la negritud y el africanismo en su piel por la sociedad mendocina.
Lo lindo de esto, es que también hay un estudio del CONICET, que es algo que también dispara el documental es que el 10% de la composición genética de la sociedad mendocina es afrodescendiente. Todo el mundo lo tiene, pero acá en Mendoza por esa situación de esclavitud y guerra que hizo que estos afrodescendientes desaparecieran. No es casualidad que justo en los límites sigue habiendo negros: Uruguay, Brasil, o en Bolivia también.
- ¿Cuándo se estrena este trabajo?
- Todavía no hay fecha, terminamos de rodar, y el 15 de agosto hacemos una primera entrega. Seguramente habrá devolución y el estreno seguramente terminará siendo en septiembre u octubre.
Quiero destacar primordialmente a todo el equipo que trabajó. A Tatiana Pino, la protagonista; León Pino, el hijo y otro protagonista; Margarita Morales en producción, Mariana Guzzante en co-guion y asistencia de dirección, Bru Ne en dirección de arte, Alejandrina Roitman en cámara, Nico Woloshin en sonido y Nati de la Vega en la preproducción.
- A tu trabajo anterior, “Al Silencio” le ha estado yendo bien ¿Cómo sigue la vida de ese corto?
- Participamos del 31º Mar del Plata International Film Festival, Argentina donde obtuvimos el premio a Mejor Director de Cortometraje. En el 34º Busan International Shortfilm Festival, Corea. No ganamos, pero ya el hecho de haber sido seleccionados, me pone muy contento por el equipo en general. No siento el corto como mío, sino de los que participamos: la productora Nati de la Vega, Lucas Calic en sonido, amigos que ayudaron, el actor Luis. Fue el único corto argentino en Corea, elegido entre 5000 cortos de todo el mundo. Y quedaron 30 nada más, hay un reconocimiento, a alguien le llamó la atención.
Luego estuvimos en el 21º FAM, Florianópolis Audiovisual Mercosur, Brasil. En el 39º UNCIPAR, Argentina- donde obtuvimos premios a mejor cortometraje y mejor corto argentino. Luego fuimos al 3er Festival Nacional de Cine de General Pico, Argentina y al 28º Festival Internacional de Curtas-Metragens de São Paulo, Brasil.
- ¿Qué se viene ahora?
- Participamos del festival de Santiago del Estero, de Viña del Mar y del Film Festival Della Lessinia en Italia y el de Piriápolis en Uruguay.
- ¿Qué te genera el reconocimiento?
- Es algo relativo. Por ejemplo, en Pinamar ganamos el premio al mejor corto del INCAA y la esposa de un señor que estaba detrás mío se quedó dormida. Y ella le dice “qué pasó, me quedé re dormida”, y el responde “nada, un boliviano que entierra al hijo, no te perdiste de nada”. Es imposible querer que le guste a todo el mundo.
Todos los que hacemos cosas en el ambiente del arte si logramos entender esto, que es difícil porque el ego del artista es algo complicado, se hace algo divertido y mucho más fácil el intercambio, se baja esto de la competencia que es terrible.
- Estás viviendo en Buenos Aires, ¿Cómo te llevás con eso?
- La verdad es que me entusiasmaba la idea de vivir en Buenos Aires y está bueno. No subestimo nuestra provincia para nada, creo que está en un momento hermoso del cine y creo que puede y va a ser mejor. Pero, por ejemplo, yo estoy escribiendo un largometraje con Celina Murga, la directora de La Tercera Orilla, ella tiene una asesoría de guion. Me junto con ella a escribir, es una chica que tiene 7 u 8 películas. Y esas herramientas acá todavía no están. Lamentablemente por cómo se han dado las cosas y la industria cinematográfica en la Argentina, se ha centralizado en Buenos Aires. Lo sabemos todos los que laburamos acá. Sabemos que es difícil, pero que se están acercando las herramientas acá y se está empezando a hacer mucho más cine del que se hacía hace 5 años; pero hace 10 era peor y hace 15 era la nada.
Por eso uno decide acercarse a donde está el quilombo y está bueno. Es divertido y tiene tiempo de caducidad, no creo que viva ahí, me encanta Mendoza y la montaña. Buenos Aires es lindo lugar de paso para aprender, sacarle el jugo y eso.
- Al regreso a Mendoza no sólo rodaste, sino que participaste del homenaje a Rodrigo “Cebolla” Cara…
- Participé desde varios lugares. Con el Cebo compartimos muchísimo desde las bandas y la amistad. De hecho, él, la primera vez que tocó el trombón, lo hizo con nosotros, con una banda que yo tenía con el Negro Yayo que casualmente ahora es el guitarrista de La Skandalosa. Compartimos muchas cosas desde muy chicos y de lo que era la música en esa época que era muy diferente a lo que es ahora. Si bien no hay lugares para tocar en Mendoza, en esa época era mucho más difícil. Tocábamos en lugares que ni siquiera estaban preparados para tocar. Ahora veo que los pibes se las rebuscan y está buenísimo.
- Filmaste un documental sobre él
- Cuando yo estaba en Buenos Aires, el año pasado, el Cebo me escribió porque se iba a hacer unos estudios y ahí empezó toda esta historia del comienzo de su despedida, en abril del año pasado. No sé qué fue que nos tocamos algunos cables pelados que tenía él y que tenía yo e hicimos un contacto energético muy zarpado y desde ahí no paramos. En junio o julio yo me vine a Mendoza por un tiempo, sin saber qué hacer acá. Y publiqué una foto y él me llamó y a partir de eso filmamos el documental que él quería hacer para dejar acá.
Pasamos un adelanto en el homenaje y me animé a tocar en la guitarra un tema que había quedado fuera de la lista, era un tema que el Cebo le dedicó a la mamá. Dije “yo lo toco” y recluté a dos valientes al colo Bru Ne y al Eze Stocco que lo cantó. Costó, lo hicimos con mucho amor y no fue el tema más virtuoso de la noche, pero si fue muy sentido. Y fue, de alguna manera, soltarle la mano mi amigo.
- Fue un homenaje concurrido y con gente de distintas ramas de la música y el arte. ¿Por qué crees que se generó eso?
- Lo que genera el Cebolla es increíble, lo charlé con un amigo que lo veía un poco de afuera en ese momento. Emi Vega, que me decía “loco, ¿sabés qué pasa? Vos te das cuenta al toque que este chabón lo que logra es unir gente”. En muchos casos hay gente que se va de otra manera o se ha tomado el camino o la vida de otra manera y pasan por ahí más desapercibido.
Este chabón si bien es re contra humilde y muy humano es muy respetado por el medio, por la gente, por todos. Era muy sincero, muy transparente, muy humano y muy buena gente.
- ¿Cuáles son los próximos desafíos de tu carrera?
- Tenemos que terminar lo de San Martín. La edición, el color y la posproducción en general. Grabar algunas voces en off de la Tati.
Ganamos el Mendoza Filma, así que voy a filmar mi segundo corto de ficción. Que se llama Alfredo y es la historia de una mujer que es ucraniana y vive en Mendoza, sola con un perro en un departamento. Tiene que hacer un viaje y por sus cuestiones de vida que es una mina sedentaria, obesa y su perro también, pone excusas para no hacerlo. Ese es el próximo desafío.
Después de eso, seguir escribiendo el largometraje, seguir corrigiéndolo, ya tenemos la primera versión del guion. Y yo lo quiero filmar lo antes posible, si me gano el telekino lo filmo ya.
- Cada vez recoges más reconocimientos ¿Qué pensás del éxito? ¿Dónde está?
- Yo creo que estamos viviendo situaciones muy jodidas, estamos en un momento muy complicado del país y la verdad es que a mí particularmente me va bien. Voy andando en la bici y veo los precios, y veo el noticiero, y veo el quilombo que hay acá y que hay en Buenos Aires. Creo que indudablemente me va bien. Me levanto y tengo agua caliente.
Veo a los estudiantes de cine y hago lo que quiero, tengo la posibilidad de ganar unos mangos con eso. Ahora puedo vivir de eso, no tengo otras responsabilidades más que mí mismo. Tengo la suerte de hacerlo y creo que el éxito es un poco disfrutar lo que uno está haciendo. Es estar bien con la gente con la que uno labura, el éxito es terminar un laburo, es mirar atrás y tener la conciencia tranquila de que hiciste las cosas bien y no cagaste a nadie. De que tus logros no son personales sino colectivos y que no tuviste que cagar a nadie ni chuparle la sangre para que eso sucediera.
Después si al corto le va bien o no le va bien. O si la vieja de atrás se queda dormida, me tiene sin cuidado y cada vez lo disfruto más. Me ponen muy nervioso las proyecciones y demás, pero me parece que es parte de esa adrenalina y nada más. Pero creo que ese es el verdadero éxito. Lo demás son laureles raros que vienen y van, que hoy están y mañana no. El hacer es el disfrute verdadero.
Así va Mariano Cócolo, en su bicicleta, con una sonrisa y un abrazo para quien se cruce en su camino. Con la cabeza creando historias que veremos en la pantalla grande. Reconocido y destacado en distintas partes del mundo, no cambia esa esencia y energía que lo destaca entre tantos. Como dice la canción de La Skandalosa “Siguiendo mis instintos. Persiguiendo los sueños. Si algo me enseñaron es que de ellos ya soy dueño”.