Argentina // 2017-07-11
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Informe UCA
8 millones de niños son pobres en Argentina
La Universidad Católica Argentina, publicó el último informe Estudio del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, que evalúa el período 2010-2015. En el mismo, se destacan aspectos relacionados a la salud, el acceso a la vivienda, la educación y el trabajo infantil. Uno de los datos más alarmantes, es que seis de cada diez chicos menores de 18 años son pobres.


La Universidad Católica Argentina (UCA) publicó el último informe Estudio del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia en el que se evalúa el período 2010-2015. En el estudio, se tiene en cuenta la población de niños, niñas y adolescentes de 0 a 17 años residentes en ciudades de 80.000 habitantes y más. Los aspectos abordados, que están en relación con el marco de los estudios de la Serie del Bicentenario, abarcan alimentación, salud y hábitat; subsistencia; crianza y socialización; educación; información; y el trabajo infantil.

En relación a la alimentación, salud y hábitat, el informe explica que “la situación de inseguridad alimentaria, sin duda el problema más urgente que enfrentan los niños/as y adolescentes, afectaba en 2015 al 19,5% de esta población y al 7,7% en niveles graves. Aunque la evolución de las situaciones de hambre más extremas fue a la merma entre 2010 y 2015, todavía es un desafío pendiente erradicar el fenómeno del hambre en la infancia argentina”. En este sentido, señalan que la escuela funciona como una institución protectora en lo que atañe al acceso a los alimentos. Las cifras correspondientes a 2015 indican que la cobertura alimentaria directa a través de comedores escolares y comunitarios alcanzaba ese año al 26,6% de la infancia y adolescencia.

Además, se aclara que desde 2013 la cobertura alimentaria se ha incrementado de modo constante, fuertemente concentrada en los niños/as en edad escolar y en los sectores sociales más vulnerables en términos socioeconómicos y residenciales.
Respecto al acceso a la salud, el informe indica que efectivamente, el 48% de los chicos/as en la Argentina urbana tienen como única opción para la atención de su salud el sistema público, y que ello se viene incrementando de modo sostenido desde el año 2011, además de que existe una fuerte concentración geográfica en el Conurbano Bonaerense (57,6%). En este caso la población infantil es “la más desprotegida en términos socioeconómicos y residenciales”.

Otro de los aspectos abarcados, son las condiciones del medio ambiente. “Vivir en un medio de vida insalubre, tanto por problemas de contaminación ambiental como a consecuencia de la cercanía de fábricas o basurales, proximidad a lugares de quema de basura o existencia de plagas, afectaba en 2015 al 49,9% de la infancia y adolescencia urbana en la Argentina”.

En este caso, el problema con mayor incidencia es el de las plagas, “que en 2015 afectaba al 34,9% de la infancia”. “Los basurales y la quema de basura también son problemas cuyos niveles de incidencia resultan importantes y con tendencia a la suba. Se trata de problemas relevadores de las profundas inequidades sociales, pues los ambientes tóxicos en términos medioambientales están fuertemente concentrados en el espacio de villas o asentamientos y en barrios formales pobres, así como en el Conurbano Bonaerense y en las ciudades del interior del país, en las cuales corresponde señalar que el problema se halla asociado al crecimiento de las ciudades intermedias.”.

Respecto a la vivienda y el saneamiento, “se calcula que el 42% de la infancia y adolescencia no accede en su vivienda a cloacas, o a la red de agua corriente, y/o no tiene inodoro con descarga de agua. Las inequidades sociales en el acceso a servicios de saneamiento son muy significativas, y aun cuando se realizaron esfuerzos en el campo de la infraestructura de saneamiento y ello se advierte en una evolución positiva entre 2010 y 2015, los umbrales continúan muy lejos de lo deseable, particularmente en los espacios de villas y asentamientos, en los barrios formales pobres y en el Conurbano Bonaerense”.

Respecto a la calidad de la construcción de la vivienda resulta deficitaria para el 18,9% de la población de niños/as y adolescentes; y la situación de hacinamiento afecta al 18,5%.

A pesar de estos datos estremecedores, el estudio indica que a lo largo de los últimos seis años, es decir, hasta el 2015, ha mejorado la pobreza de tipo estructural, “como indicador próximo de las oportunidades que existen en una sociedad en aspectos relevantes del desarrollo humano y social de la infancia”. Sin embargo, aún se mantiene una proporción importante de niños, niñas y adolescentes en situación de privación. De hecho, se estima que el 40,4% de la infancia y adolescencia urbana en 2015 pertenecía a hogares por debajo de la línea de pobreza, y que el 9,3% se hallaba por debajo de la línea de indigencia.

En este marco, el informe pone especial atención a la Asignación Universal por Hijo (AUH): “Una de las políticas públicas más importantes de los últimos seis años, la AUH, es una transferencia de ingresos por hijo/a, y en tal sentido está fuertemente orientada a la merma de la pobreza por ingresos. Ello se advierte en la estabilidad que registra la pobreza extrema (indigencia) entre 2010 y 2015. La AUH y otros planes han alcanzado una cobertura del 35,3% de la infancia urbana, guardando una alta correlación con las poblaciones más vulnerables en términos socioeconómicos y residenciales”.

Respecto a la educación, el informe indica que la obligatoriedad de la sala de 4 años a partir del año 2015 en toda la Argentina ha sido muy importante “en términos de universalizar un derecho que se evalúa favorable en términos de lograr mayor equidad en el curso educativo siguiente. La escolarización a temprana edad, entre 2010 y 2015, ha sido progresiva en salas de 3 y 4 años y es casi plena en sala de 5 años. Las desigualdades sociales, previsiblemente, resultan muy regresivas para los niños/as de los estratos sociales menos integrados al mundo laboral y más bajos en términos socioeconó- micos.

El desafío de escolarización asciende al 53,2% en sala de 3 años y al 16% en sala de 4 años. Respecto a la educación primaria, si bien es casi plena, se estima que el 5,3% de los chicos/as en edad de cursar este nivel lo hacen con sobre edad. En este sentido, remarcan que “más del 70% de la población que cursa la primaria asiste a escuelas de gestión pública. Además de los resultados dispares en los trayectos educativos, se advierte sobre las desigualdades en las ofertas educativas, que en la Argentina constituyen derechos, como la enseñanza de una segunda lengua, la enseñanza de computación, de música, educación física y plástica, así como la jornada extendida. Salvo en la Ciudad de Buenos Aires, donde casi el 50% de los alumnos asiste a escuelas de gestión privada, los progresos en la extensión de la jornada escolar han sido más que modestos, y no llegan a los dos dígitos”.

El trabajo infantil 

En 2015, el 12% de los chicos/as de 5 a 17 años trabajaba en actividades domésticas intensivas (4,3%) o en el mercado, es decir, “ayudando en un trabajo a un familiar o conocido, o realizando alguna actividad por su cuenta para ganar dinero desempeñándose como empleado o aprendiz (9,5%)”. En el período 2010- 2015 se vio una evolución positiva, con una merma de 2,6 puntos en el trabajo doméstico y de 3,9 puntos en el trabajo en actividades de mercado. “Las poblaciones más afectadas por el trabajo doméstico son los adolescentes (más que los niños) y las mujeres (más que los varones), por supuesto en los estratos sociales más bajos y en los espacios residenciales más segregados; mientras que el trabajo en actividades de mercado afecta mayormente a los adolescentes varones del estrato social más bajo y con una integración más marginal al mercado de trabajo de los adultos de referencia”. 

El trabajo infantil en Argentina es mayor en las ciudades del interior del país que en las otras zonas geográficas. En este sentido, el estudio concluye: “Es preciso agregar aquí que aun cuando la prohibición del trabajo infantil es necesaria, no es suficiente cuando más del 40% de la infancia y adolescencia se halla en estado de vulnerabilidad en términos de garantizar la subsistencia”.
 


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