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El Día Internacional de los Trabajadores es la celebración por excelencia del movimiento obrero. Es una jornada de reivindicaciones sociales y laborales para las clases medias y trabajadoras. También de homenaje a los Mártires de Chicago, sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las luchas por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886. A partir de entonces se convirtió en una conmemoración de los derechos de los trabajadores que es celebrada en todo el mundo.
También el mes del trabajador es propicio para repasar las medidas del gobierno de Mauricio Macri y sus consecuencias sobre el empleo y el poder de compra del salario, en un marco de acelerada inflación y caída del consumo.
Para ello, nos basamos en un informe publicado hace unos días por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), que nos permite medir el impacto de las decisiones adoptadas a partir de diciembre de 2015. En primer lugar, el estudio explica que la fuerte devaluación, la quita o baja de retenciones a la exportación, el aumento de tarifas de servicios públicos, la apertura comercial, la liberalización del movimiento de capitales, la suba de la tasa de interés, entre otras medidas han generado una notable transferencia de ingresos del trabajo al capital: “A tal punto que la participación de los asalariados en el ingreso cayó del 37,4% al 34,3% entre 2015 y 2016, lo que equivale a una apropiación por parte del capital de aproximadamente 16.000 millones de dólares”. Este sólo dato lo dice todo.
Por otra parte, la recesión económica generó un incremento del desempleo que, según los datos del Indec, el promedio anual indica un aumento del 6,5% al 8,5% de entre 2015 y 2016. Esto se confirma a través de la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, que registró un incremento en la tasa de desocupación del 7,8% al 9,2% en ese período.
En el mismo sentido, las políticas de ajuste generaron una caída del 5,8% del poder adquisitivo, ya que los salarios no compensaron el aumento de precios. El sector con mayor pérdida fue minería y petróleo (12,9%), vinculado a los acuerdos para reducir los salarios del sector petrolero, seguido por construcción (7,9%), comercio (6,0%) e industria (6,0%).
Aun cuando el sector agropecuario fue beneficiado por las decisiones del gobierno, también hubo en la actividad destrucción de puestos de trabajo y una pérdida del 4,3% del salario real.
Al mismo tiempo, el “equipo” que iba a eliminar la inflación generó una aceleración de la misma en febrero y marzo de 2017. El Índice de Precios del Consumidor (IPC) 9 Provincias, registró un incremento mensual de 2,1% en febrero (anualizado alcanzó el 35%) y 2,9% en marzo (34,5% interanual). Por otra parte, según el IPC-GBA publicado por el Indec la variación mensual fue del 2,5% en febrero y 2,4% en marzo.
En este marco, no sorprende que las ventas de los supermercados resultaran 11,8% inferior en enero de 2017 que el mismo mes del año pasado. En febrero de este año la caída fue del 14% con respecto al mismo mes de 2016. Por su parte, en los centros de compras la reducción de las ventas reales alcanzó el 10,7% y el 16% interanual en enero y febrero respectivamente. La Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) registró en febrero de 2017 un 4,1% interanual de caída en las ventas minoristas.
A pesar de la tan prometida “lluvia de inversiones” la tasa de inversión cayó desde el 16% hasta el 13,9% del PBI entre 2015 y el cuarto trimestre de 2016, mientras que la radicación de inversiones extranjeras directas se redujo a la mitad, que cayó desde casi 12.000 millones de dólares en 2015 a 5.745 millones en 2016, lo que representa una baja de 51,1%.
Finalmente, en 2016 el PBI registró una caída anual de 2,3%. “El mejor equipo de los últimos 50 años” está teniendo problemas para cumplir sus propias metas y promesas. Todos los indicadores económicos marcan retroceso en la actividad económica argentina. Aumento del desempleo y la inflación; caída de la inversión productiva y del consumo; endeudamiento brutal e irresponsable que compromete el futuro de los argentinos.
Por eso, las elecciones legislativas de este año son fundamentales para el pueblo argentino. Si la Alianza Cambiemos obtiene legitimidad en las urnas, este camino de ajuste se profundizará. Volverán los acuerdos con el FMI, nuevas privatizaciones de empresas públicas, más aumentos en las tarifas de servicios, mayor desempleo, flexibilización laboral y pérdida de poder de compra del salario. Probablemente, si las mayorías agredidas salen a las calles a protestar, la represión se recrudecerá. No es difícil acertar con estos supuestos, es la consecuencia lógica de continuar lo ya existente.
Paradójicamente, mientras que los Mártires de Chicago murieron por la lucha de una jornada laboral de ocho horas, el líder de Cambiemos insiste en profundizar la flexibilización del mercado laboral y buscar que los trabajadores también laboren los fines de semana. Es famosa también la escasa predisposición del mandatario por el esfuerzo y el trabajo, rasgos que son inversamente proporcionales a su debilidad por las vacaciones y los descansos.
Probablemente sea esta faceta de su personalidad la que lo coloque como el presidente con más días de ocio en toda la historia argentina.
Mientras, en la celebración de su día, no hay ninguna noticia a favor de los trabajadores argentinos. Mucho para inquietarse y nada para festejar.