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La movilización gremial del martes 7 de marzo dejó distintas lecturas. Para el gobierno nacional alegría y festejos por el final del acto, para los grupos de izquierda, fortalecimiento interno y para los gordos preocupación por no poder contener el desorden.
Si el gobierno nacional minimiza una manifestación de 500 mil personas reclamando un cambio en la política económica, es porque alguien les escribe el diario de Irigoyen, o el plan de gobierno es de corto plazo, en otras palabras "en cuatro años nos llevamos todo."
La izquierda (siempre dividida), que no cuenta con un conductor natural, se sintió fortalecida ante sus bases que reclamaban más acción de parte de sus representantes. Son los adolescentes de la crisis del 2001, la brecha de trabajadores nuevos y sindicatos viejos. El mejor exponente es Rubén “pollo” Sobrero, el que se animó a diferenciarse y enfrentar a José Pedraza, hoy cumpliendo una condena por homicidio.
En el mayor momento de autonomía política de los sindicatos, los gordos están en problemas. El hecho de que el peronismo no tenga un liderazgo fuerte coloca a la CGT en un momento de debilidad, ya que la política va detrás de los sindicatos y no los sindicatos detrás de la política. No conduce Cristina, no conducen los gobernadores, ni qué hablar del partido, casi una bolsa de tutuca.
Ninguno está casado con nadie, ni el Momo Vengas con el pro, ni Héctor Daer o el mismísimo Barrionuevo con el Frente Renovador. Cada uno hace su juego, y allí es donde radica el problema, ellos creen que mientras crezcan los sectores combativos de la izquierda, el sindicalismo peronista tradicional gana poder evitando el conflicto. Son lógicas distintas de concebir el poder.
Los acontecimientos del martes indican que los gordos deberán reconsiderar la democratización interna que los lleve a una renovación generacional evitando que sea la izquierda y los sectores combativos quienes generen liderazgos jóvenes.
Más allá de las críticas, al interior de la CGT conviven diversas tendencias, los combativos y los moderados, casi una foto de peronismo.
Debemos tener en cuenta que en febrero el Papa Francisco aceptó reunirse con el triunvirato en fecha a confirmar. Esto se acordó con Schmid en un encuentro reservado con el sumo.
¿Será Francisco el artífice de la unidad y renovación de sindicalismo Argentino?
¿Será San Pedro la nueva Puerta de Hierro?