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El atentado: La democracia argentina ha sufrido esta semana uno de los ataques más funestos. Esa minoría intensa que pregona el odio para saldar las diferencias políticas, estuvo al borde de precipitar a la argentina en el caos de la violencia y la destrucción. Un hombre armado quiso asesinar a la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. La crónica de los hechos ya es conocida. Este jueves 1 de setiembre, cuando la mandataria regresaba por la noche a su domicilio, en la esquina de Juncal y Uruguay, en el barrio de Recoleta, mientras saludaba a sus seguidores, una persona infiltrada entre el público intentó sorpresivamente atacarla con un arma de fuego. Las imágenes del agresor reproducidas por la televisión pública se viralizaron y alcanzaron casi inmediatamente proyección internacional, generando también un extendido repudio. El mismo presidente Alberto Fernández informó que el arma estaba cargada con cinco proyectiles pero el disparo no se produjo debido a que, cuando el atacante gatilló, una falla en el mecanismo no permitió el disparo.
El impacto político de este atentado ha sido profundo y sus consecuencias reconfigurarán el panorama político argentino. La concepciones autoritarias que vienen debilitando la democracia argentina van ganando terreno fomentado por los discursos de odio de la derecha argentina, cuyo principales promotores son miembros activos de Juntos por el Cambio. Lo eternos negacionistas, que rechazan la evidencias, manipulan la historia y legitiman la barbarie, han querido ver en el agresor de la vicepresidenta a un lobo solitario, alguien que actuó sin influencia alguna, un violento que fue movido por ideas que, mágicamente, surgieron de su propia y espontanea inspiración. Es evidente que nadie vive fuera de la sociedad y de sus influencias. Nadie se radicaliza solo. Fernando André Sabag Montiel, el atacante tatuado con simbología nazi, actuó al influjo de la violencia verbal que distintos dirigentes esgrimen y legitiman a diario. Los insultos, las amenazas, las mentiras, la manipulación y la incitación al odio hacia la vicepresidenta y al peronismo en general, fueron la causa directa de la aparición de esta nueva forma de violencia política en la argentina.
Las muestras abundan y vayan algunos ejemplos para contextualizar lo que pudo ser una tragedia. Ricardo López Murphy, el ex ministro de De la Rúa, afirmó hace unos días “son ellos o nosotros”, en una profunda incomprensión de lo que significa la democracia. Su discípulo, el diputado porteño García Moritán presentó, en un gesto de abierta provocación, un proyecto para demoler el histórico edificio del ministerio de Desarrollo Social de la nación que tiene la imagen de Evita, emplazado en la calle 9 de julio de la Ciudad de Buenos Aires, para “mejorar la circulación y disminuir los piquetes”. Las reiteradas burlas de Elisa Carrió ya son rutina. "Los velorios me parecen divertidos" dijo en son de broma la jefa de la Coalición Cívica refiriéndose a un hipotético fin del peronismo. En la misma línea se expresó en su momento Luis Brandoni quien afirmó que "Yo tengo depositadas mis esperanzas y mis ganas de seguir viviendo en que van a perder y van a desaparecer". Las declaraciones hechas por Patricia Bullrich, después del grave incidente que sufriera la ex presidenta refleja su extremismo político: "El presidente está jugando con fuego: en vez de investigar seriamente un hecho de gravedad, acusa a la oposición y a la prensa, y decreta un feriado para movilizar militantes. Convierte un acto de violencia individual en una jugada política. Lamentable" escribió la ex radical tratando de sacar provecho político de la tragedia. También sus militantes han dado sobradas muestras de intolerancia. Los ataúdes, las guillotinas y las bolsas colgadas en las rejas de la Casa Rosada, simulando contener cadáveres con nombres de dirigentes del oficialismo, fue otra clara muestra de desprecio por la democracia.
Por supuesto que el objeto de todos los odios es Cristina Fernández. La persecución política, judicial y mediática contra ella ya no tiene límites. Describir la barbarie que se ha desatado a su alrededor, por su condición de mujer y líder popular, es motivo de un análisis que supera este Panorama. Pero sin dudas que, una tiempo que se creía superado ha vuelto para recordar a los argentinos que el odio sobre los movimientos populares y sus dirigentes, sigue presente.
Tal como se dijo en el multitudinario acto realizado el viernes en plaza de mayo, ante casi medio millón de personas que se movilizaron pacíficamente para expresar su apoyo a la democracia y a la ex presidenta "No es inocente ni gratuita la legitimación de discursos extremos, de llamados a la agresión, de planteos que niegan legitimidad democrática del adversario político". Frente a los violentos, una plaza unida, sin disputa de banderías, ratificó una consigna que se repitió durante todo el acto: no pasarán. La oposición debería registrar que esa plaza como muchas otras del país, se llenaron de este mensaje político: no hay argentina posible sin peronismo, sin una fuerza política que represente a los sectores del trabajo y la producción, sin una opción política que ponga en el centro de la escena un estado fuerte, regulador e inclusivo, que apueste a la integración regional y al desarrollo nacional. La oposición no debería confundir sus deseos con la realidad.
También el mundo entero se conmovió por la noticia y expresó su solidaridad con Cristina Fernández de Kirchner. Los presidentes de Chile, Perú, Colombia, Ecuador, Cuba, Bolivia y España, los gobiernos de Estados Unidos, México, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, el portavoz ruso Dmitri Peskov, el Papa Francisco, el Secretario General de la ONU António Guterres, el Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, y los expresidentes Lula da Silva, de Brasil, y Evo Morales, de Bolivia, entre otros tantos, repudiaron lo que consideraron un ataque a la democracia. También cientos de organizaciones, nacionales e internacionales, trasmitieron su acompañamiento y preocupación por este grave hecho de violencia.
Sin dudas que el mensaje de la gente para su clase política es, que actúen con responsabilidad y respeto; que no se naturalice la violencia y el odio; que definitivamente cese la impunidad para quienes alientan intencionalmente la destrucción del otro como forma de derimir las diferencias políticas . Pero si ese mínimo de tolerancia no se alcanza, es el estado de derecho, con sus instituciones, leyes y funcionarios, quien tiene que poner freno a esta minoría violenta, y a sus titiriteros, que intenta hacer retroceder la historia y muchos de los cuales no piensan renunciar a la provocación y la mentira. La enorme mayoría de los argentinos y argentinas aman la paz y toda decisión política que acompañe esa voluntad será oxígeno para una democracia que necesita ser fortalecida.
Gobierno de Mendoza: inexplicable posición frente al atentado que sufrió a Cristina. Conmovidos todavía por los acontecimientos ocurridos el jueves por la noche en la puerta de la casa de Cristina Fernández de Kirchner, resulta verdaderamente difícil referir el análisis semanal que realizamos desde esta columna a otro tema que no sea el atentado a la vicepresidenta de la nación, aún aquellos tópicos que intentan dar cuenta de la política provincial.
Por eso, el primer aspecto a desmenuzar será la extraña y censurable posición del gobierno de Mendoza con relación al feriado nacional decretado por Alberto Fernández. La confusión en los términos del decreto al que se aferró el ministro de Gobierno Víctor Ibáñez no resiste el menor análisis. Se trató de una declaración política para expresar la magnitud de un hecho de la mayor gravedad institucional y no una medida administrativa cualquiera fundada en una mera situación de inseguridad. Rodolfo Suarez, fiel a su estrategia primitiva de diferenciarse de toda medida nacional casi como un acto reflejo, cometió un grave error al minimizarlo y derivarlo solamente a la investigación policial y judicial.
En el gobierno local, el gabinete reunido a distancia en la madrugada supuso que era un hecho que pasaba a mil kilómetros que no afectaba en lo más mínimo y se decidió que no habría cambios para la provincia. Hablaron de que generaría "desconcierto" en las familias de Mendoza. Contrariando a esta decisión ridícula, el pueblo mendocino salió masivamente a la calle, interpretando fielmente cuál era la verdadera dimensión de lo ocurrido en la Recoleta.
Siete ex gobernadores también se expresaron emitiendo un comunicado de repudio al intento de magnicidio que, aunque no sea una figura específica en el código penal argentino, distingue con absoluta claridad la dimensión del hecho. “Rechazamos todo tipo de violencia y nos solidarizamos con la vicepresidenta de la Nación, víctima hoy de esa irracionalidad. Instamos a toda la dirigencia política, sindical y social a encontrar caminos de diálogo sostenidos en la tolerancia y el respeto, excluyendo todo tipo de agresión y descalificación del que piensa distinto. Todos tenemos la responsabilidad de construir y fortalecer una democracia sustentada en conductas que muestren voluntad sincera de conciliación y tolerancia" Al comunicado lo firman los ex mandatarios José Bordón, Rodolfo Gabrielli, Arturo Lafalla, Celso Jaque, Paco Pérez (todos del PJ), Julio Cobos y Alfredo Cornejo (UCR). No se adhirió Roberto “Mula” Iglesias sin dar los motivos ni fijar posición. Pareció una marcada de cancha para con el despegue del gobernador.
Incluso el debate posterior en el seno del gobierno provincial lo obligaron a recular con desprolijidad, suspendiendo las clases en el turno tarde. La posición negadora generó enojo entre la dirigencia política opositora, en la militancia en general y especialmente en el gobierno nacional quien, a través de la vocera Gabriela Cerruti, no se lo mandó a decir. Expresó la vocera que (Suárez y el gobernador de Jujuy Morales, quien hizo lo mismo)"no tienen conciencia de que esta es una problemática política". La pauta lo marca que ninguno de los demás mandatarios opositores (Rodríguez Larreta, Schiaretti, y Gustavo Valdés de Corrientes) cuestionaron el feriado dispuesto.
Para concluir con las desubicaciones, Suarez se permitió una reflexión: “tendremos que revisar las medidas de seguridad” con las que trabaja su propia custodia. Verdaderamente patético.
En tanto, el operador larretista y aspirante a gobernador por el Pro local, Omar De Marchi tampoco le fue en zaga a la hora de derrapar sin freno. No concurrió a la cesión especial convocada para el sábado, y expresó que lamentaba profundamente el “episodio que sufrió la vicepresidenta porque altera la paz y la armonía que la Argentina necesitan, pero es tiempo de ocuparse de los problemas profundos de la Argentina: el desempleo, la falta de oportunidades para los jóvenes, la pobreza creciente y la inflación que carcome los salarios y jubilaciones". Parece que ocuparse de un hecho que altera profundamente la democracia y la convivencia nacional para De Marchi es poca cosa. Tras lo cual se refirió a la sesión como una “sobreactuación” y que “no avalaba el uso político que hace el kirchnerismo", a tono con lo expresado por Milei y el PRO. ¿La sobreactuación sería por el hecho de que la bala no salió?
Larreta, el “no candidato” En cuanto a la visita que hizo esta semana a Mendoza el Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta de la mano del propio De Marchi, fue con tono totalmente proselitista en un encuentro organizado por la fundación partidaria (denominada Pensar) sobre educación. Resultó llamativo que no se reuniera con el gobernador de Mendoza, que antes del acercamiento de Cornejo con Patricia Bullrich, era un aliado incondicional.
Sin embargo, Rodríguez Larreta dijo estar caminando las distintas provincias para “armar un plan” pero no como candidato, lo cual resulta absurdo y contradictorio. "Desde hace tiempo nos estamos preparando para tener un plan. Pero no me gusta hablar en este momento de candidaturas", tras lo cual aprovechó la ocasión para cuestionar a Cristina en relación a sus dichos sobre la discusión de la autonomía tal como la entiende quienes conducen la CABA. Esta discusión que parece ahora anacrónica ya que es anterior al atentado, se daba respecto a la actuación represiva de la policía de la Ciudad, que colocó vallas y golpeó indiscriminadamente a militantes que estaban haciendo vigilia frente al departamento de Juncal y Uruguay.